Juan Seoane, Matías Albani, Cristian Tisi y Juan Janon estaban en el balcón del departamento “E” del octavo piso de un edificio de Pinamar. Eran amigos, tenían entre 16 y 18 años, iban al mismo colegio y jugaban al rugby en el club San Cirano.
De repente, en medio de la charla que mantenían y sin previo aviso, la estructura del balcón se separó del edificio y cayó en picada al estacionamiento. El golpe contra el asfalto los mató instantáneamente. Sólo se salvó milagrosamente, Carlos Janon, hermano mayor de Juan, porque segundos antes entró al interior de la vivienda.
La tragedia de la que se cumplen 30 años, este 27 de enero no sólo destruyó la vida de cuatro familias, sino que conmocionó a todo el país e hizo reflexionar sobre el estado de las construcciones que se alquilan en la temporada de verano y la falta de controles.
El hecho tuvo lugar en una madrugada calurosa, mientras los jóvenes charlaban de la vida el balcón se separó, literalmente, del edificio y cayó al estacionamiento alcanzando algunos autos que estaban estacionados allí. Luego del incidente, una vecina del edificio relató: “El balcón se desprendió totalmente, pareció como que estuviese pegado con Poxiran”.
Poco tiempo después se conoció que el balcón del edificio de 14 años se hizo después del resto de la construcción general. Las pericias indicaron que estaba mal amurado a la estructura, sin armaduras, y con una arena que no era la indicada, esto más las lluvias, provocaron la caída.
Los constructores del edificio fueron condenados en 1996 a tres años y dos meses de prisión. Pero como los hermanos Juan y Andrés Majersky tenían más de 70 años cumplieron su castigo con prisión domiciliaria. Juan Alitis, el maestro mayor de obras, también fue condenado por homicidio, pero a dos años de prisión en suspenso y nueve de inhabilitación.
Sin embargo, la demanda civil, se hizo eterna, en el medio hubo fallos y apelaciones hasta que todo llegó a la Suprema Corte bonaerense. Allí, los jueces del máximo tribunal fijaron que los padres de cada uno de los jóvenes debían ser indemnizados con 250 mil pesos.
En diciembre de 2001, con un país explotado por la crisis, y el 1 a 1 (un dólar, un peso) llegando a su final, la Municipalidad de Pinamar apeló a la Corte nacional y todo se dilató un tiempo más.
Más allá de la burocracia judicial y el fallo civil, que para las familias de los adolescentes no era más que una mínima compensación, lo cierto es que ese hecho quedó grabado en la memoria de muchos argentinos, y fue el primero de otros que se registraron en la zona costera.
Fuente: Diarios Bonaerenses.