Tras la primera semana de apertura, a partir del decreto firmado por el intendente Ezequiel Galli, los dueños de los gimnasios coinciden en que se cumplió con el protocolo establecido. “La gente no tiene miedo pero sí cuidado. Se cuidan mucho en el uso del barbijo, todo el mundo limpia las máquinas y respeta el protocolo y el distanciamiento”, dice Oscar Dannuzio, titular del gimnasio Seven.
El martes pasado, luego de muchas reuniones y reclamos, los centros de actividad física pudieron abrir sus puertas, luego del decreto firmado por el Ejecutivo Municipal. Es la segunda vez que lo hacen desde el comienzo del aislamiento por la pandemia. En la primera oportunidad, solo pudieron hacerlo por tres semanas. “La gente nos pedía a gritos que abriéramos nuestros espacios”, señalan.
Sin embargo, se nota una merma en la cantidad de inscriptos respecto a otros años. Septiembre es uno de los meses fuertes para estas actividades y, entre el protocolo que limita la cantidad de alumnos por turnos y los contagios que hubo esta semana en la ciudad, se encuentran trabajando casi con la mitad de la matrícula habitual. “La gente de a poco se acerca, muchos aún prefieren mantenerse en sus casas y esperar a que pase todo esto”, cuenta Gonzalo Andreasen, dueño del gimnasio Dojo Pantera.
Para reabrir sus puertas debieron acondicionar sus espacios y así cumplir con el protocolo vigente para evitar contagios de coronavirus. No solo se ha reducido la cantidad de alumnos que pueden tener por turnos, sino que también debieron realizar una gran inversión en materiales de seguridad sanitaria. “Debimos comprar alcohol en gel, el termómetro infrarrojo, la bandeja para los pies, el líquido sanitizante. Son gastos que ahora tenemos fijos que se suman a todos los que ya teníamos”, cuenta Dannuzio.
En cuanto al trabajo diario, el protocolo establece diferencias dependiendo de las actividades específicas que se realicen en el espacio. En el caso de las clases grupales, debieron reducir su cupo. “Si daban clases con 30 personas en la sala ahora están trabajando con 5 o 6”, señala el profesor de Seven. “Trabajamos con grupos reducidos para poder mantener la distancia social y entre turno y turno hacemos la desinfección”, suma Andreasen.
En caso de los gimnasios de musculación “los turnos son fijos. Al ingresar se toma la temperatura, tenemos la bandejita para limpiar las zapatillas, hay rociadores y trapos para limpiar la máquina cada vez que la usás. El barbijo es opcional al momento de hacer el ejercicio, pero cuando circulás dentro del gimnasio sí o sí te lo tenés que poner”, agrega Danuzzio.