Yesica Guevara
@yesicaguevara29
Cuando era chica tenía una imagen de la ciencia y de los científicos atravesada por los estereotipos predominantes. Basta hacer un recorrido por reconocidas películas para encontrar allí a personajes como el doctor Jekyll, Doc Brown, Lex Luthor o el profesor Farnsworth. Distintas épocas, distintos géneros, distintos públicos. Un común denominador: el científico varón, solitario, que coquetea con la locura y que pasa largas horas de su vida encerrado en un laboratorio.
Pues bien, si dejamos de lado esta construcción de la ciencia nos encontramos con científicas y científicos trabajadores que atraviesan una situación de crisis en el sector donde llevan adelante sus investigaciones.
Los científicos de las películas no tenían esos problemas. Los de carne y hueso, salieron a las calles en todo el país. En Olavarría también denunciaron “una política nefasta en términos del desarrollo científico nacional”.
Reclamaron que mientras en 2015 el presupuesto de Ciencia y Tecnología representaba un 0,35% del PBI, actualmente representa un 0,23%: un recorte de 18.000 millones de pesos.
Las voces fueron recogidas por concejales de la oposición que se acercaron a la manifestación y que llevaron el reclamo al recinto del Honorable Concejo Deliberante. El oficialismo acompañó la preocupación, no sin antes señalar en la voz de Alejandro Gregorini que el gobierno argentino “respondió con lo que puede, teniendo en cuenta el difícil contexto del país. Si la comunidad científica no está conforme en octubre habrá elecciones y sabrán expresar las mejores opciones para su crecimiento”.
El concejal además le otorgó un valor positivo a la forma ‘civilizada’ de la comunidad científica en dar a conocer su reclamo, por medio de un programa de preguntas y respuestas, en vez de “quemar gomas y molestar al vecino”. Haciendo alusión a la participación de una científica en el programa conducido por Santiago Del Moro.
Lo que desconoce Gregorini, es que las y los trabajadores del sistema científico-tecnológico público se encuentran en lucha desde 2015 y han visibilizado la problemática en distintas oportunidades. Por ejemplo, con una campaña que se replicó en redes sociales en 2016 con la imagen de cientos de científicos de todo el país sosteniendo un cartel bajo la consigna “No al ajuste en Ciencia, Tecnología y Universidad”.
El año pasado científicos de todo el mundo, incluyendo 11 ganadores del Premio Nobel se dirigieron con una carta al presidente Maurio Macri alertando sobre la necesidad de tomar medidas urgentes en materia de Ciencia y Tecnología. Fueron más de 1200 firmas de los investigadores más prestigiosos del planeta que reconocieron el valor de los estudiosos argentinos.
La carta comenzaba de la siguiente forma: “Después de 12 años de continuo crecimiento y expansión (2003-2015), el sistema de ciencia y tecnología de la Argentina está colapsando debido a recortes presupuestarios, reducciones de personal, incumplimiento de compromisos asumidos en subsidios para investigación y cooperación internacional y graves restricciones impuestas por el gobierno del Presidente Macri”.
¿Qué dicen nuestros científicos?
Durante la manifestación de la comunidad científica olavarriense se sostuvo como premisa la importancia de la ciencia como patrimonio de los pueblos. No como propiedad exclusiva de un sector empresarial o de producción de conocimiento, sino como un valor puesto a servicio de las comunidades.
Entre los manifestantes, nos encontramos por ejemplo con Federico Ponce, becario de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica dependiente de la Secretaría de Gobierno de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación (ex ministerio). Trabaja en la Facultad de Ingeniería en uno de los centros del Conicet y pertenece a un grupo que estudia los materiales con propiedades electroquímicas para almacenar energía.
Federico contó que “en Olavarría las investigaciones que se realizan tienen mucho impacto a nivel local y regional. Tienen que ver con cosas que pasan acá para dar posibles soluciones en un futuro”.
Eugenia Vales es estudiante de Ingeniería Química y tiene una beca de investigación otorgada por la Facultad por lo que cobra a término, aun así explicó que otros becarios que dependen de Nación estuvieron meses sin cobrar.
Eugenia pertenece a un grupo que trabaja principalmente en el cuidado del ambiente a raíz de la producción de bioetanol a partir del alto suero que es un contaminante ambiental. Sueña con poder realizar el doctorado “pero si siguen los recortes, la mayoría va a tomar otros caminos. No van a elegir la investigación como una opción”.
Juan Pablo Matta es antropólogo social y trabaja sobre resolución de conflictos. En su equipo de investigación buscan las formas de administrar conflictos de manera no violenta y de forma más equitativa para llegar a consensos equilibrados y “para que los poderosos no se impongan sobre los más débiles”. Todo esto en el plano de las relaciones vecinales, laborales y todo tipo de vínculos en los que puedan ocurrir conflictos.
En Olavarría hay 95 investigadores que dependen directamente del Conicet pero el impacto que tiene el recorte presupuestario es mucho mayor porque hay muchos investigadores que dependen de otros organismos. Además de impactar en las proyecciones profesionales también influye en la capacidad que tienen los pueblos de poner valor agregado a sus producciones. En definitiva de trabajar para lograr una mejor comunidad.