Este jueves 30 de noviembre Gabriel Rolón se presentará en escena con su obra “Historias de Diván”. Junto con Alejo García Pintos, Carlos Nieto y Malena Rolón subirán al escenario del Teatro Municipal a las 21 horas.
En este contexto, Infoeme dialogó mano a mano con el reconocido psicoanalista:
I-Una vez más contaremos con su presencia en nuestra ciudad y, en principio, nos gustaría saber cuál será su propuesta en esta ocasión, ¿De qué se trata?
G.R- Estaremos presentando por última vez en Olavarría “Historias de diván”, una obra que hacemos hace tres años, con 370 funciones y más de cien mil espectadores. Son las últimas cuatro funciones de despedida y una de ellas será en esta ciudad que siempre me ha tratado con tanto cariño. De modo que la propuesta es invitarlos a compartir estos relatos de vida basados en hechos reales.
I- Ya escribió varios libros, hizo cine, sus conferencias son un éxito, ¿En qué momento de su carrera considera que está? ¿Alguna vez se imaginó que iba a lograr todo lo que logró?
G.R- Creo que me encuentro con un presente que supera en mucho lo que imaginé. Siempre luché mucho por ir tras de mis sueños, pero el éxito literario, el reconocimiento y afecto del público, llenar un Luna Park con la presentación de un libro sobre Psicoanálisis son cosas muy fuertes y me siento un privilegiado. Estoy en un momento creativo y con muchos proyectos, pero a la vez soy consciente de que nada dura para siempre. También estoy listo para cuando llegue ese momento.
I- Hablando un poco de la sociedad local, actualmente en los medios y en la calle de nuestro país se habla mucho de la famosa “grieta” ¿Qué opina al respecto? ¿Cómo ve a la sociedad en ese sentido?
G.R- La división ideológica de la Argentina es constitutiva, casi una marca de nacimiento. Desde el enfrentamiento entre criollos y realistas, pasando por el de unitarios y federales, hasta nuestros días ha sido así. Creo que ahora algunos vieron la ocasión de aprovechar esa característica, le inventaron un nombre (grieta) y lo seguirán usando mientras rinda sus frutos. El desafío de aquéllos que queremos vivir en un ámbito de cordura y paz es no dejarnos arrastrar por esos pensamientos dualistas que pretenden obligarnos a tomar partido y odiar a los que quedan de la vereda de enfrente. Yo no me sumo a esa pelea, no es la mía. A mí me interesa mi país y tengo una ideología clara, pero no estoy tan loco como para pensar que quien piensa diferente a mí es mi enemigo. Es simplemente alguien que cree que la solución va por otro camino, nada más que eso.
I-Siguiendo con la línea social, en los últimos tiempos ha cambiado mucho la relación de las personas con la tecnología, ya prácticamente sin distinción de edades… abuelos, padres, hijos que se han vuelto “tecno-dependientes” con sus celulares, tablets, computadoras, etc. ¿Cuál es su apreciación al respecto?
G.R- Renunciar a los avances tecnológicos sería una torpeza. Sin embargo, todo puede tener un costado que lo vuelve peligroso. Los griegos aborrecían el desenfreno, y creo que tenían sus motivos. Porque es en las actitudes desenfrenadas, excesivas y compulsivas donde la buena noticia de poder tener un celular para ubicar en cualquier momento a nuestros hijos, por ejemplo, puede volverse una herramienta obsesiva que termina, paradójicamente, generando una profunda incomunicación.
I- Otra de las cuestiones que se ha instalado mucho tiene que ver con el diagnóstico del estrés, como por ejemplo el laboral, ¿Qué es el estrés y por qué, en teoría, alcanza a tantas personas hoy en día?
G.R- El estrés es un mecanismo de defensa del organismo ante situaciones extremas. No es algo malo, sino necesario. Por ejemplo, ante un derrumbe, tendrá más posibilidades de sobrevivir quien se estrese más rápido, porque sus músculos y sus pensamientos se pondrán en una tensión que le permitirá reaccionar con mayor velocidad y eficacia que otros. Ahora, cuando ese mecanismo que está allí para auxiliarnos en casos particulares y aislados lo sostenemos todo el tiempo, el desgaste que genera puede enfermarnos. Nuevamente el desenfreno.
I- El psicoanálisis se ha vuelto un poco más “habitual” que antes, al menos es algo que se oye bastante y pareciera que las personas acceden mucho más, ¿Usted lo ve así? ¿Por qué cree que ocurre?
G.R- Ocurre porque afortunadamente la gente le da un lugar de importancia a su salud psíquica y a su dolor emocional. Y así como cuando le duele la muela sabe que tiene la posibilidad de consultar a un odontólogo, cuando sufre por alguna cuestión afectiva, acepta que hay quienes estudiaron, y mucho, para poder ayudarlos a superar ese momento crítico. Fue un largo camino instalar esa idea e ir en contra del mito de que uno debe poder todo solo, pero se avanzó mucho. El análisis no es para los débiles que no se la bancan solos, es para los valientes que se animan a luchar para ponerse de pie nuevamente a pesar de los golpes de la vida.
I-Imaginamos que tiene una agenda muy cargada, la tv, el cine, las conferencias, el teatro… ¿Tiene tiempo de seguir recibiendo pacientes? ¿Cómo lo hace, selecciona a quién atender y a quién no?
G.R- En la actualidad sólo atiendo a los pacientes que desde hace años están trabajando conmigo. Ocasionalmente, cuando se produce un alta o abandono del tratamiento, encuentro un horario para sumar un nuevo caso. Por supuesto que selecciono a quien atender, porque soy psicoanalista, y por ende sólo tomo a quienes puedan verse beneficiados con mi técnica. Hay ocasiones en las que es mejor derivar a algún profesional que trabaje con otra técnica por el bien del paciente.
I- Por último… ¿Cuál es la parte que más le ha gustado de todas las facetas en las que pudo incursionar? Y ¿En qué proyecto/s trabaja a futuro?
G.R- Estoy escribiendo mi segunda novela y trabajando en la nueva obra de teatro que haremos el año próximo. En cuanto a lo que más he disfrutado en la vida, sin dudas son los momentos en los que pude acercarme a la más fuerte de mis pasiones: la música.