Murió en la madrugada de este domingo en la ciudad de Buenos Aires, el pianista, contrabajista y compositor olavarriense Oscar Alem, tras una aguda leucemia que se llevó la vida del artista que había cumplido 76 años el pasado jueves.
Su entrañable amiga, la pianista Lilian Saba dijo: “Tuvo un desenlace sencillo y profundo como su música”.
La carrera de este artista, nacido en nuestra ciudad, mostró claramente dos etapas; la de su llegada a Buenos Aires, en 1960, con 19 años y tiempo después, su verdadera vocación hacia el folklore.
En efecto, a poco de instalarse en Buenos Aires, Alem se volcó al contrabajo donde consiguió un espacio importante en poco tiempo.
Tocó en el trío del recordado pianista Enrique “Mono” Villegas y en el que estaba el baterista Osvaldo López “Lopecito”, figuras de la escena jazzística de aquellos años y también con Lalo Schifrin; inquieto y con una sólida formación musical trasladó sus intereses al tango. Fue parte de las orquestas de Horacio Salgán y de Mario Cosentino e integró uno de los grupos del genial Astor Piazzolla.
Sin embargo, el piano y el folklore no dejaron nunca de generar en Alem un enorme interés. Dejó atrás su etapa de contrabajista de jazz y de tango y se dedicó por completo al piano y a la composición con el folklore como principal vehículo de expresión.
Su calidad interpretativa y su serena musicalidad lograron describir un rico talento para nuestra música; generoso en la escritura, en sus composiciones abarcó todo el país. Escribió zambas, milongas, cuecas, tonadas, triunfos y hasta tangos entraron en su horizonte.
Supo también elegir parceros a la hora de ponerle letras a sus músicas como Hamlet Lima Quintana, María Elena Walsh y Suma Paz y alguna poesía de Homero Manzi.
En su trayectoria de más de cincuenta años trabajó con artistas como Chico Buarque, Milton Nascimiento, Gal Costa, Joan Baez, Beth Carbalho, Les Luthiers, Dino Saluzzi, Juan Falú, Susana Rinaldi, Roberto Yanés, Chabuca Grande y muchos más; tocó en más de 25 países y en los principales escenarios del mundo como el Carnegie Hall, de Nueva York, el Royal Albert Hall, de Londres; el Olympia, de París y, por supuesto, en el Teatro Colón.
Fuente Clarín