Un reciente informe del Centro de Estudios para la Recuperación Argentina (CentroRA) de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), reveló que casi la mitad de la población utiliza la tarjeta de crédito para comprar comida y cubrir sus gastos básicos, lo que refleja el creciente endeudamiento de los hogares en un contexto de inflación persistente y caída del poder adquisitivo.
Es preciso mencionar que, el uso de la tarjeta de crédito y el endeudamiento con billeteras virtuales para compras en supermercados pasó del 39% al 46% en el último tiempo, en un fiel reflejo de cómo se le dificulta a los argentinos llegar a fin de mes y cubrir los gastos básicos de la cotidianeidad como lo son los alimentos.
Es que, la situación económica bajo la gestión de Javier Milei, marcada por tarifazos y despidos, generó que llenar el carrito o garantizar un plato de comida se convierta en un desafío que muchas familias afrontan con una financiación de las compras en cuotas. En tanto, la contracción del consumo masivo se evidencia incluso con algunos indicadores oficiales que muestran leves mejoras.
Es preciso recordar que, en mayo de 2025 las ventas de supermercados mayoristas cayeron cerca de un 5% interanual, con un repunte mensual inferior al 1%, mientras que los mercados de cercanía registraron un alza interanual del 6,1% pero un descenso mensual del 1,2%. Aún así, ambos sectores se mantienen muy por debajo de los niveles del inicio de la actual gestión: un 34% menos en mayoristas y un 28% menos en minoristas.
La coordinadora del CentroRA, Mara Pegoraro, explicó que el informe que surge de la UBA busca contextualizar los datos que el Gobierno presenta como “positivos”, como el supuesto repunte económico, mostrando que el deterioro del poder de compra de los sectores medios se traduce en más endeudamiento para comprar comida.
En ese sentido, Pegoraro advirtió que no es lo mismo pagar comida al contado que hacerlo en cuotas con tarjeta de crédito, ya que esto implica postergar un gasto básico y asumir un compromiso financiero para cubrir necesidades alimentarias. Además, señaló que la suba del uso del crédito está acompañada por una fuerte caída en el uso de efectivo y débito.
El uso de efectivo en supermercados pasó del 20% al 16%, y el de tarjeta de débito del 34% al 27%, lo que según Pegoraro demuestra que no se trata solo de aprovechar promociones, sino de que directamente las familias no tienen los fondos suficientes para cubrir el gasto de comida sin recurrir al crédito.
En este sentido, dos tercios de los habitantes del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) manifestaron estar insatisfechos con la situación económica, y la misma proporción cree que el esfuerzo de los últimos meses “no valdrá la pena”, mientras que la mitad considera que el futuro “será aún peor que el presente”.
A 29 meses del inicio de la gestión libertaria, el consumo interno sigue sostenido en gran parte por el financiamiento en cuotas y no por una recuperación genuina del poder adquisitivo, lo que refleja la fragilidad de la economía doméstica y la incertidumbre sobre el rumbo económico.