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Gustavo Spaltro, el hombre que transformó el peor dolor en un símbolo de concientización

En un nuevo capítulo del segmento "Tu Historia" Gustavo Spaltro cuenta cómo han sido estos años al frente de Estrellas Amarillas, el recuerdo de Nadia y el accidente de Joaquín, su nieto, otra situación de la vida que lo puso a prueba. 

Por Luciana Pedernera

lpedernera@infoeme.com.ar

 

En Olavarría y la zona hay 166 Estrellas Amarillas. Un símbolo de concientización sobre los siniestros viales, para muchas familias: recuerdo del dolor y homenaje. El encargado de esta propuesta es Gustavo Spaltro, actual director de Control Urbano. El fallecimiento de Nadia, su hija, lo arrastró a combatir ese dolor del que un padre no se recupera, sino que transita, acompañando a otras familias.

 

La muerte de Nadia atravesó a toda la ciudad. El 15 de septiembre de 2008 una combi, que volvía desde Azul con estudiantes universitarios, fue arrollada por un tren en el Camino de los Pueblos. Ese día, cambió la suerte de cuatro familias olavarrienses, entre ellas la de Gustavo.

 

“Cuando mi hija murió, yo vivía en España. Estaba a 14.000 kilómetros. Fue tremendo volver, el peor viaje de mi vida, parecía que estaba soñando, me quería despertar. Pero pude llegar. Llegué bien. Llegué a verla, porque quería verla y la pude despedir”, recuerda él con los ojos vidriosos.

 

 

Atravesado por el dolor de la tragedia, pero con el alivio que le ha dado el tiempo, cuenta que luego de la muerte de Nadia volvió a España, pero a fines de 2009 su regreso a Argentina fue inminente.

 

Ya instalado, mientras trabajaba en Bahía Blanca, en busca de rehacer su vida nuevamente en su país, iba caminando las calles de la ciudad bonaerense cuando vio a un grupo de gente que pintaba una Estrella Amarilla. "Eso me quedó, hacía dos años que había perdido a Nadia, y  dije ‘le voy a pintar una estrella la Negra’”, indica sobre sus comienzos con el proyecto el hombre que hoy transmite tranquilidad al hablar.

 

Así fue que indagó en cómo era, preguntó en Bahía Blanca, y le dijeron: “Mirá, el presidente de Estrellas Amarillas acá en Argentina es de Córdoba se llama Julio Ambrosio”. Luego de tender redes, llegó al impulsor de la propuesta, Julio, quien había perdido a su hija en un siniestro vial.

 

 

Así fue que el 15 de septiembre del 2012, cuatro años después del accidente, Gustavo pintó una Estrella Amarilla por su hija y el resto de las víctimas fatales. “Lo hice porque quería hacerles un homenaje, pero Julio me dijo que si bien es un homenaje a la víctima, también es concientizar sobre los siniestros viales”, expresa.

 

Desde ese día, hasta hoy, son incontables las llamadas y mensajes que recibe con solicitudes de estrellas. Porque no sólo se encarga de pintar, sino que atiende a cada llamado y e sienta, habla y comparte con las familias de las víctimas.

 

Cada estrella que pintás es durísima, hay mucha gente que, al llegar el momento, no ha querido pintar. Es un momento muy difícil, de mucho dolor para la familia, yo a cada estrella que pinto, la hago propia”, afirma Gustavo con mucha serenidad.

 

El recuerdo de Nadia, su nieto Joaquín y otros desafíos de la vida 

 

“Nadia fue todo”, resume a la que definió como "su mejor amiga" y explica: “Tengo otra hija, Macarena, tenía 15 cuando ocurrió el accidente y Nadia tenía un hijito, Joaquín, que tenía 3 años y medio”. Seguidamente, arremete sobre otra situación de la vida que demostró su resiliencia: “Joaquín hoy está cuadripléjico”.

 

 

En noviembre de 2021, mientras era parte de un partido amistoso en La Plata con el Club Estudiantes -Joaquín Draghi quien en ese momento tenía 16 años y también era integrante de la selección de la Unión de Rugby del Oeste de Buenos Aires- sufrió un gravísimo accidente en pleno partido que le provocó una lesión medular.

 

Gustavo sigue, insiste, acompaña y abraza. Conoce a mucha gente de la ciudad aunque asegura: “Nadia me acerca gente siempre” y se remite a otra anécdota que demuestra su templanza: “Una señora me llama un día para pintar una estrella amarilla, le digo que sí y me dice: ‘Te voy a decir una cosa la estrella que vas a pintar es para el hijo del dueño de la combi. Mirá hasta dónde me llevó Nadia, a pintarle la estrella al hijo del dueño de la combi donde ella murió”.

 

Acompañado por su cuñado, Marcelo Arretegui, quien desde un principio y, hasta la actualidad, estuvo junto a él en el proyecto de Estrellas Amarillas, afirma que continuará delante de esta iniciativa hasta que su salud lo permita. Sin perder la fe y con el deseo de trascender y reencontrarse en algún momento con su hija Nadia,  seguirá pintando estrellas, acompañando a familias en el dolor, homenajeando y, por sobre todo, concientizando.

 

 

 

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