El papa Francisco se juntó en Erbil la capital del Kurdistán iraquí, con el padre de Alan Kurdi, el joven niño de tres años ahogado en el Mediterráneo, cerca de las costas de Turquía en septiembre de 2015, que se transformó en un símbolo del drama de los refugiados sirios y de la falta de solidaridad internacional.
El papa se reunió con Abdullah Kurdi, sirio de origen kurdo, después de la misa que se realizó en Erbil, en la última actividad de su tercer día en Irak. Según información de Télam "pasó un largo rato charlando con él”. Junto a un traductor, el pontífice "pudo escuchar el dolor del padre por la pérdida de la familia" y le expresó su profundo pesar, según dijo el vocero papal Matteo Bruni.
Kurdi, vive en Erbil tras la tragedia que vivió su familia intentando de llegar a Turquía para escapar de la violencia en su país, Siria, agradeció al Papa las "palabras de cercanía a su tragedia y a la de todos los migrantes que buscan comprensión, paz y seguridad dejando su país poniendo en riesgo su vida".
A pesar de la repercusión mundial que provocó, el mundo no se abrió más a los refugiados en general y de Siria en particular después de su muerte, por el contrario Europa cerró completamente sus fronteras y hasta firmó acuerdos con Turquía y Libia, en el norte de África, para garantizar que estos dos países frenen el flujo constante de refugiados y migrantes que intentan llegar a la Unión Europea.