Yesica Guevara
@yesicaguevara29
El pasado miércoles se concretó una jornada de lucha nacional que tuvo su réplica en nuestra ciudad. En los barrios Belén y Nicolás Avellaneda, cientos de olavarrienses se reunieron para acceder a una bolsa de verduras y de pan a un precio simbólico, o incluso, gratuito.
La jornada fue convocada por organizaciones que integran la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular) y se concentró en Emiliozzi y Calle 118, y en Saavedra y avenida Avellaneda.
El “verdurazo” como método de protesta contra la situación económica y la realidad social tomó forma humana y se hizo visible en los testimonios de los militantes sociales y en la voz de los vecinos y vecinas que se acercaron a la actividad.
La manifestación tiene un antecedente reciente cuando meses atrás la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) intentó concretar en Plaza Constitución un “feriazo” en la que pequeños productores rurales quisieron vender frutas y verduras a un precio justo. La medida fue desarmada por la policía y se secuestraron decenas de cajones de mercadería.
Sin embargo, los “verdulazos” son un tipo de protesta que la UTT lleva adelante hace alrededor de 6 años para exigir medidas como el acceso a la tierra y la reivindicación de la agricultura familiar mediante políticas de Estado.
Esta semana, bajo la consigna "Urgencia para enfrentar el hambre", los movimientos sociales hicieron una multitudinaria concentración frente al Ministerio de Desarrollo Social, en la que pidieron al Gobierno que refuerce el envío de alimentos a los comedores y suba el salario social complementario, entre otras medidas de protección frente a la inflación.
En Olavarría, también se replicó y desnudó una demanda social. Al día siguiente, el Partido Socialista de nuestra ciudad emitió un nuevo informe con datos de la Canasta básica de Alimentos y la Canasta básica total.
El estudio se hizo de los datos del mes de julio, en comparativa con el mes de junio para ver si existió un incremento en los valores. Señalaron que aumentó un 1,21% el valor de las canastas, mientras que el aumento interanual ya alcanza el 62,53%.
“Hacen política”, “Juegan con el hambre de la gente”, “Quieren votos”, “No hay ninguno flaquito entre los que van a buscar verduras”… Comentarios de este tipo se replicaron en redes sociales y también –por lo bajo- en conversaciones públicas.
¿Qué dijeron los protagonistas? ¿Qué se observó durante la protesta?
Los alimentos se agotaron en tan solo 15 minutos en ambos lugares. Entre la tierra y el pasto crecido, la gente se organizó para acceder a los alimentos. Algunas personas donaron sus bolsas de verdura para otras. No había preguntas, quienes podían dejaban 10 o 20 pesos.
Ana María, vecina del barrio Belén, se enteró por una de sus hijas de la actividad. “Vine porque soy una persona grande, tengo 70 años y necesito verduras. Soy jubilada y recibo la bolsa que da el PAMI que trae 8 o 9 productos y hay que agarrarla porque qué vamos a hacer. Igual a mí me alcanza, vivo sola y me arreglo. Me dan los remedios también, tomo 3 clases de remedios y me los dan con el 100%”.
Ana María se encontró con una vecina del barrio en la cola para acceder a los alimentos. “Mi nieta y yo nos ofrecimos a ayudar en un comedor que hay acá atrás. Aunque no nos den nada igual queremos ayudar”.
Tiene la piel curtida y agarra fuerte una bolsa de tela.
Verónica contó que se enteró por los medios periodísticos de la actividad. “Está buena esta forma de manifestar cómo estamos y además poder llevarnos verduras baratas y de huerta”. Es empleada de comercio, trabaja media jornada y aseguró que “está difícil”.
Aclaró que “por suerte yo no pago alquiler, en eso estoy más tranquila” y enseguida agregó: “Hay que ponerse en el lugar de todos”.
Señaló que creció el número de comedores y merenderos en el barrio. “Mis hijos no van pero se ve la situación difícil. Se hace difícil para todos. En la esquina de casa hay un contenedor y todo el tiempo la gente va, revuelve, busca cosas”.
Unos metros más adelante, otra Verónica contó algunas características de su día a día. Lo que pudo, porque un nudo en la garganta no la dejó seguir. “Yo no tengo trabajo y mi marido tampoco. Tenemos dos hijos varones de 5 y 9 años y hacemos lo que podemos".
Su marido supo tener “un trabajo bien”, después hizo “changas” de albañil pero “está todo parado”. Aseguró que cuesta conseguir trabajo “tanto para el que tiene un oficio como para el que no”.
Las últimas bolsas se entregaron. Un señor, cruzó a paso lento la calle. Los perros se quedaron olfateando la tierra revuelta.