La olavarriense, radicada en Córdoba, pasó gran parte de su vida representando al país en competencias paralímpicas de diferente índole, pero desde que se retiró en 2024 no consigue trabajo.
Moura, había realizado un emotivo descargo para despedirse de la natación, disciplina que le permitió representar al país en todo el mundo y a pesar de sus destacadas actuaciones deportivas y de haberse recibido de abogada, no consigue trabajo.
La nadadora con ceguera celebró que el Congreso haya frenado el veto a la Emergencia en Discapacidad porque “es un atropello” del presidente Milei y también denunció, en La Tinta, la difícil situación que atraviesan por la dificultad de tramitar las pensiones del ANDIS y la falta de oportunidades.
La situación que atraviesa la discapacidad ha sido parte de la agenda política y mediática, se instaló como tema de discusión y generó diferentes movilizaciones contra las políticas de recorte del Gobierno nacional y puntualmente contra el proceso de revalidación que exigió la ANDIS para seguir percibiendo las pensiones por discapacidad y el veto logrado días atrás, algo que no acontecía desde 2003, fue algo que aplaudió el país.
En ese marco, los atletas de deportes adaptados también alzaron su voz para dar a conocer su opinión y la realidad que atraviesan. Deportistas que han representado a sus provincias y han defendido al país en importantes competencias, hoy experimentan la contradicción de sentirse atacados y tener que defenderse de esta crisis.
“Hace un año estoy buscando trabajo y no consigo nada. Estoy en una situación económica terrible”, así comienza el testimonio de Daiana Moura, nadadora ciega de 34 años y abogada de profesión.
Luego de su retiro en noviembre de 2024, convive con una amarga sensación: “Habiendo pasado por un trayecto profesional en el que representé a dos provincias y al país, hoy no puedo pagar un alquiler” asegura quien participó de dos Juegos Parapanamericanos, donde alcanzó destacados cuartos puesto. Sus inicios fueron en Olavarría, provincia de Buenos Aires, de donde es oriunda. Tras hacer una pausa en su carrera deportiva para completar sus estudios en Derecho, se recibió en 2015 y regresó a las piscinas.
Las limitaciones para disponer de horarios y espacios de entrenamiento la trajeron hasta Córdoba y las piletas del Kempes fueron la mejor opción para destacarse aún más. Ni la pandemia la detuvo. Con la pensión, más las becas de Nación y de la provincia de Córdoba, pudo dedicarse exclusivamente a lo deportivo. Pero hoy, la situación es totalmente opuesta: se siente abandonada.
“La verdad hoy me pregunto si vale la pena toda esa dedicación, porque después, cuando ya no servimos para la actividad, quedamos literalmente tirados”, expresó Moura a La Tinta.
Actualmente, se sostiene solo con la pensión del ANDIS, ya que dejó de percibir sus becas como deportista. Pese a tener un título universitario y experiencia laboral en el sector público, reconoce que aún hay muchos prejuicios para dar trabajo a las personas con discapacidad: “Siento que todos los organismos a los que representé me dejaron tirada, como les pasa a todos los deportistas que se retiran”.
Si bien le hubiera gustado poder estudiar una carrera vinculada a las tecnologías, su ideal de querer ayudar a otras personas en situación de vulnerabilidad hizo que se enfocara en el derecho y más específicamente en el área de minoridades y familia. Como parte de sus estudios, que desarrolló en Azul en la Universidad Nacional del Centro, hizo sus prácticas en el juzgado de Familia de Olavarría.
“Lo que está pasando hoy con los derechos de las personas con discapacidad me parece un atropello”, dice Moura respecto a la insistencia del Gobierno nacional en vetar la Emergencia. “En su discurso, el presidente ha dejado en claro que tener una discapacidad no es culpa del Estado y por ende el Estado no tiene que hacerse cargo. Entonces, si el Congreso no hace algo, esto va a seguir así”.
Daiana Moura aclaró que la búsqueda de empleo no lo reduce sólo al ámbito jurídico: “Me basta con tener un ingreso porque hoy solo cuento con la pensión. Mis viejos me ayudan con el alquiler, pero si esto no cambia, tendré que volver a vivir con ellos”, dice la nadadora y abogada de 34 años que ya no teme perder una competencia, sino algo más que eso: “Cuando uno logra una independencia, perderla es un retroceso enorme”.
Fuente: La Tinta