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Comedores barriales: Historias comunitarias que atraviesan la ciudad

Los comedores y merenderos en Olavarría adquieren distintas modalidades. Algunos funcionan en casas de familia, otros en salones pertenecientes a Juntas Vecinales o Sociedades de Fomento. La regularidad con la que brindan asistencia y la forma en la que lo hacen, también varía. Las donaciones de alimento provienen de particulares, pequeñas empresas, sindicatos, agrupaciones políticas y el municipio.

Fotos: Andrés Arouxet
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Fotos: Andrés Arouxet
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Fotos: Andrés Arouxet

Yesica Guevara

@yesicaguevara29

 

¿Cuántos comedores y merenderos hay en nuestra ciudad? ¿Cómo funcionan? ¿A cuántas personas asisten? Un dirigente social dijo en una olla popular esta semana que existen en la actualidad alrededor de 70 comedores. ¿Es una cifra posible?

 

Infoeme realizó un relevamiento y detectó alrededor de 30 espacios que brindan asistencia con regularidad. Sin embargo, el número se amplía considerablemente cuando se incorpora a la medición el accionar de familias que brindan asistencia a sus vecinos. Tal vez sin una regularidad exacta, sino “cuando hay comida” para compartir con otros.

 

Dialogamos con líderes barriales, referentes de Sociedades de Fomento y Juntas Vecinales y familias que cocinan en sus propias casas. En este recorrido, una de las cuestiones que se analiza es el tipo de donaciones que reciben los espacios. Una gran parte de los alimentos donados provienen de particulares, comerciantes o grupos de compañeros de trabajo que “apadrinan” a un comedor.

 

Otros merenderos y comedores reciben alimentos o una compensación económica por parte del municipio.

 

Los sectores de la ciudad que más iniciativas de este tipo registran son los barrios Matadero (“Ángel de la Bicicleta”, “La Palmera”, “Unidas por la Dignidad”, “Por un mundo mejor”, “Comedor Barrio Matadero”) y el área comprendida por El Progreso, Belén, Lourdes y Coronel Dorrego (“Manitos Sucias”, “La Amistad”, “Los Reyes de la Noche”, “La casa de Myriam”, “Juntos a la Par”, “Todos Juntos”).

 

Hay comedores “históricos” como “Rincón de Luz” (2001 – Martín Fierro), “Los Buscavidas” (2001 – SCAC), “Los Reyes de la Noche” (2010 - Lourdes) y otros de reciente creación como “Juntos a la Par” (2018 – Coronel Dorrego),  “Pocho Lepratti” (2018 – Provincias Unidas), “Manitos Sucias” (2016 – El Progreso).

 

 

Un helado y la comida “piola”

 

Hilda de los Santos es una referente histórica del barrio Martín Fierro. Empezó con el comedor “en la crisis del 2001”. En esa época, era manzanera y veía casos de desnutrición, “no podíamos levantar a los nenes, vivían internados”. Y acá estoy.

 

Los asistentes al comedor “Rincón de Luz” se incrementaron en el último tiempo. “Tenía 120 personas, ahora son 186  chiquitos y 52 mamás. Hoy vinieron 4 mamás nuevas pero todavía no sé la cantidad de chicos. Ellas traen la fotocopia de documento del grupo familiar para llevarse las porciones para toda la familia”.

 

El comedor funciona los lunes, miércoles y viernes. Además, los sábados tienen recreación y merienda en el horario de 14 a 18. Está ubicado en Celestino Muñoz 1204, en el barrio Martín Fierro pero las personas concurren desde distintos sectores: 10 de Junio, Nicolás Avellaneda, Facundo Quiroga I, Tiro Federal, Barrio Scac.

 

 

Muchas veces Hilda pensó en bajar los brazos pero “yo la pasé tan mal que no puedo dejar. Es muy triste que tus hijos te digan ‘mamá me das un pedacito de pan’ o ‘mamá me das de comer’ y no tener nada. Dios me da fuerza y salud y la gente colabora, así que no puedo parar”.

 

Contó que a veces se presentan situaciones “muy difíciles”. No son todos los casos, aunque “hay algunos muy, muy tristes. Es más, vienen comerciantes que me preguntan qué necesito y yo los mando a los domicilios de las personas para que las ayuden directamente, para que vean que es cierto”.

 

Hilda, solo tiene palabras de agradecimiento para quienes sostienen la iniciativa. “Está difícil. La gente colabora mucho. Recibimos ayuda de la gente, no del municipio. Gracias a todos ellos y a los socios nos alcanza para darles a todos. No nos sobra, pero llegamos”.

 

Y a veces, hay gestos que le sacan una sonrisa a muchos chicos: “una heladería me trae helados, ¿vos sabés lo que es para los chicos comer un helado? Con lo caro que está todo, se van contentos”.

 

Ayelén Aguirre es una vecina del barrio Coronel Dorrego que el 29 de septiembre de 2018 decidió junto a los suyos empezar a cocinar para otras familias del barrio. “Preparamos comida los martes y jueves a la noche porque pensamos que lo mejor es que puedan comer en su casa. Los sábados están dedicados a los más chicos, hacemos la “comida piola” y actividades recreativas en el salón de la Sociedad de Fomento”.

 

La “comida piola” son hamburguesas o pizza o empanadas. “Cosas que algunos chicos no comen seguido”, detalló.

 

Destacó la importancia de poder reunir a la familia durante la cena: “Muchos chicos al mediodía comen en la escuela o en el centro complementario y a la noche es cuando se sienta a la mesa toda la familia. Muchas mamás nos pedían el refuerzo de la noche, venían y te decían que los chicos se acostaban habiendo tomado un té o lo que había en el momento”.

 

El comedor lleva el nombre de “Juntos a la par” y se sostienen gracias a la colaboración de su madrina Victoria Altavista, donaciones de la agrupación política Nuevo Encuentro y particulares. “La única ayuda que tenemos del Estado es el vale para la garrafa, porque no tenemos gas natural”, indicó Ayelén.

 

 

La casa es pequeña. Es jueves y se cocina arroz en una olla gigante apoyada sobre un mechero en el rincón de la cocina. Para colar el arroz hay que hacer espacio. Ayelén, su marido y una vecina levantan la mesa y la corren unos centímetros, contra la pared.

 

No tienen un registro de la cantidad de personas que van a buscar la vianda. “No lo podemos llevar, siempre se van incrementando. No tenemos planillas, ni nada. No nos gusta. El que necesite sabe que vienen y la comida va a estar”.

 

El comedor tiene un origen particular. “Empezamos el año pasado cuando se produjo el intento de saqueo a supermercados. En el barrio nosotros mismo vimos cuando algunas de las mamás le decían a los chicos: vos andá por los fideos, vos andá por el arroz, vos por la leche. Dijimos no podemos seguir así”.

 

“Hay mucha hambre en Olavarría, lo que pasa es que hay muchos que están arriba, en el poder, que no lo quieren ver”, concluyó Ayelén.

 

 

Un asado familiar y el sueño del salón propio

 

Rocío Sánchez, es una de las referentes del comedor “Manitos Sucias” ubicado en el barrio “El Progreso”. Su familia decidió crear el comedor hace tres años durante un asado. “La idea fue de mi papá. Un domingo comiendo un asado salió la charla con un vecino, a casa venían los chicos a comer. Entonces mi papá tuvo la idea de hacer el comedor”, contó Rocío.

 

Funciona los sábados, domingos y feriados de 7 a 14. Ofrecen desayuno, almuerzo y actividades recreativas en el salón ubicado al lado de la sede del NIDO. Asisten alrededor de 50 chicos y adultos del barrio y de otros sectores de la ciudad. El número asistentes ha ido variando, incluso han llegado a contener a 70 personas.

 

“Necesidad hay. La gente se va acercando. Nos manejamos con donaciones de la gente y recibimos ayuda del municipio que nos da carne”.

Rocío contó que “para que alcance” se hace tallarines y guisos. “A veces se complica, así que hacemos rifas, ventas de empanadas, con eso fuimos comprando las ollas y los platos. Todo el tiempo hacemos cosas”.

 

Además, planifican funcionar todos los días durante las vacaciones de invierno, ya que los chicos no van a la escuela y quieren “reforzar” la alimentación. Agradecen la colaboración de las donaciones e invitan a sumarse a los interesados en colaborar.

 

“La idea de la Casa de Myriam estuvo siempre. Empecé hace 18 años a trabajar como líder barrial. Hace tres o cuatro años empecé con la obra, atrás de mi casa estoy haciendo un salón que va a tener baño, cocina y un roperito o biblioteca”, contó Myriam Ayalef la creadora del espacio que funciona en Grimaldi bis 782, en barrio Lourdes.

 

El comedor funciona los sábados y la concurrencia varía. “A veces vienen 10 chicos, otras 20. En el barrio también funciona el comedor 'Los Reyes de la Noche', así que los chicos se reparten”.

 

Respecto al sostenimiento de la actividad contó que reciben donaciones de personas particulares y de alimentos secos por parte del municipio. En la actualidad están focalizados en terminar el salón. “Hacemos rifas y eventos y logramos comprar las chapas. Me falta la mano de obra y los tirantes, que son muy caros”.

 

“Me motivó el tema que los chicos necesitan un espacio donde poder reunirse. Mi casa es un lugar de encuentro. Siempre hay chicos. A veces los adolescentes se juntan y cenan en casa. Estamos pasando momentos difíciles”, aseguró Myriam.

 

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