La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, fue suspendida de su cargo este jueves por el Senado para someterla a un juicio político por maquillaje de las cuentas públicas, constataron periodistas de la AFP.
Un total de 55 senadores de un pleno de 81 votaron a favor del impeachment, y 22 en contra. Rousseff será reemplazada por su vicepresidente Michel Temer, a quien acusa de perpetrar un "golpe moderno" en su contra.
A partir de este jueves, Rousseff dejará el Palacio del Planalto (sede del gobierno) y se dirigirá al Palacio de Alvorada, la residencia oficial, desde donde preparará su defensa. Increíble destino para esta mujer reelegida en octubre de 2014 por cuatro años, que llegó a tener 77% de popularidad al comienzo de su primer mandato, impulsada por programas sociales que sacaron a millones de personas de la pobreza.
Gran parte de su desgaste se debe también al megafraude descubierto hace dos años en la estatal Petrobras, que tiene en la mira a decenas de políticos de su PT y a aliados, así como a poderosos empresarios. La mandataria no es blanco de ninguna investigación o acusación por corrupción. Pero tanto socios como rivales, muchos de ellos legisladores en funciones que votaron su juicio, son indagados o acusados en este inmenso escándalo que robó a Petrobras más de 2.000 millones de dólares.
Rousseff acusa a Temer de orquestar un "golpe moderno" en su contra y aduce que gobernantes de la oposición que la precedieron practicaban las mismas maniobras fiscales de las que se le acusa