Suárez fue condenado a la pena de diez años de prisión por el homicidio de Lanzetta. Otros dos cómplices, Marcos Araujo y Matías Elorza, recibieron penas de 15 y 13 años, respectivamente.
“La Clota” Lanzetta era uno de los más renombrados relacionistas públicos de la década del ‘90. Organizaba fiestas, manejaba el VIP de las discos más exclusivas como Pachá o Buenos Aires News, y poseía una agenda con los nombres más codiciados del mundo artístico, de la moda, los hijos del poder y de los jóvenes de la alta sociedad.
Como cuenta La Nación, ser invitado por Lanzetta era un pasaporte a pertenecer a una élite. Fue el dueño de la noche invernal de Buenos Aires y las madrugadas estivales de Punta del Este.
También fue amigo del empresario Poli Armentano, otro frecuentador de la noche asesinado en 1994, y de Carlos Menem Junior, quien falleció un año después en circunstancias dudosas.
El crimen de “La Clota”
El sábado 27 de octubre de 2001, “La Clota” conoció a un hombre con el que quedó en salir a cenar la noche siguiente. Se comprometieron a llevar un amigo cada uno. En la tarde del 28 de octubre de 2001, el relacionista público decidió invitar a su amigo y colaborador Gustavo Guga Pereyra.
Para la velada, Lanzetta eligió un restaurante de Las Cañitas. Hasta allí se dirigieron para encontrarse con el hombre que había conocido el día anterior y la compañía que esta persona había elegido llevar.
Luego de la cena, el cuarteto se trasladó al departamento de Lanzetta para compartir unos tragos y continuar con la diversión. Todo marchaba bien hasta que los amigos recientemente conocidos pusieron en marcha su plan criminal.
La Clota fue atado en una silla y amordazado, mientras los delincuentes le pedían la clave de su tarjeta de débito, dato que Lanzetta no recordaba por el shock emocional. En medio de la presión para que recordara, los ladrones amagaban con dispararle en la cabeza. Una de esas intentonas, supuestamente falsas y para amedrentar a la víctima, se convirtió en un disparo mortal.
Los ladridos del perro de “La Clota” alertaron a los vecinos. Los delincuentes escaparon, pero antes descalzaron a Guga Pereyra y se llevaron sus zapatillas. Se fueron apurados y no se dieron cuenta de que se olvidaban un teléfono y un abrigo. Estos elementos fueron claves para que la policía, 48 horas después, pudiera identificarlos. Los agentes dieron con el asesino material y sus cómplices en una pequeña terminal de ómnibus de la localidad de General Pacheco, en Tigre.
El caso, bajo el rótulo de robo a mano armada calificado por homicidio, investigado por la jueza de instrucción Silvia Ramond, llegó a una condena en el Tribunal Oral N°4 en marzo de 2003. Marcos Germán Araujo, acusado de dispararle a Clotta y darle muerte, recibió 15 años y cinco meses de prisión con la unificación de una condena previa en suspenso, a Matías Ezequiel Elorza a 13 años y a Esteban Suárez a 10, penas considerablemente menores que las pedidas por la fiscal del proceso, Cecilia Pombo, que había requerido 22 años de prisión para el principal imputado.
Así, Suárez terminó preso en un penal federal, purgó su pena y salió.
Nueva condena y final
En 2019, volvió a caer: fue condenado por violencia de género, lesiones agravadas y amenazas, tras ser denunciado en diciembre de 2019 por una exnovia luego de que la tomara del cuello en la estación de servicio de Escobar donde trabajaba y asegurarle que le cortaría la cara con un cuchillo si no volvía con él.
La hermana de la víctima también fue testigo y relató un cuadro de violencia, según consta en el expediente de la UFI de Violencia de Género de Tigre. El caso fue elevado a juicio y Suárez volvió a prisión. Salió en junio de 2020.
Un año después, Suárez fue denunciado por Florencia Revah, a quien asesinó días atrás para luego suicidarse. (DIB)