Detrás del mostrador se oye una cálida voz y una sonrisa enorme, en una de sus manos el teléfono pegado a la oreja, con paciencia pide a quien está del otro lado que le recuerde “la dirección”. Mientras espero, mi mirada termina en un extenso mural de 28 hojas, cada una de ellas lleva el nombre de una persona que busca trabajo: la imagen que hizo viral en las últimas horas a Mabel.
Luego de que en la noche del martes, una joven posteara una foto de Mabel, a través de Facebook, con su gesto solidario de exhibir los curriculum de aquellas personas que buscan trabajo, -en este momento tan difícil y escaso de oportunidades- Infoeme se acercó a General Paz, entre Alsina y Lavalle –frente al Instituto Médico-, para conocer a esta mujer que conquistó el corazón de los olavarrienses.
Mabel tiene 71 años y de 7 a 21 trabaja en el kiosco, aunque reconoce que no está pasando un buen momento asegura que en estas últimas horas los halagos recibidos “le van a descoser la ropa”.
Sobre el acto que la hizo “famosa” en la ciudad relata que fue una idea que surgió casi de la mano con la pandemia, pero que traía otros antecedentes: “Trabajé toda mi vida en comercio y vi como muchos curriculums terminaban en la basura, pensé de qué manera ayudamos a los jóvenes, vino la pandemia, yo dejé de traer revistas y diarios y eso estaba ocupando un lugar pero cuando los chicos empezaron a traer sus curriculums dije ‘los voy a poner ahí’”.
“Yo tengo algo muy especial con los chicos y los jóvenes, siempre digo que los grandes no apoyamos a los chicos por eso ellos agarran para donde les parece que les va a ir bien”, relata muy emocionada.
Así fue que cada persona que se acercaba a dejar su perfil laboral al kiosco de Mabel, tenía un lugarcito en el estante. “Hasta que un buen día vino un señor y se llevó un curriculum hoy el chico está trabajando, de hecho hasta donde yo sé hay cuatro que ya están trabajando y son buenos empleados, yo con eso ya tengo el regalo de la vida”, cuenta.
La comerciante olavarriense lleva adelante su negocio en esa locación desde hace cinco años, aunque el edificio comercial lleva más de 100 años de historia. Golpeada por diferentes episodios asegura que nada hubiera sido posible sin su familia, sus hijos, los médicos y personal del instituto, clientes y proveedores quienes le brindaron la energía necesaria para atravesar cada momento.
“Me hicieron el corralito de madera, por eso no me caí”, afirma Mabel, quien agrega que hoy en más de una oportunidad tuvo que decir: “Basta de halagos porque se me descose toda la ropa, hoy estoy muy satisfecha, siempre duermo bien pero creo que esta noche va a ser mucho mejor, yo no estoy pasando un buen momento”.