“Decidí volver a Estudiantes porque necesito jugar”

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El regreso de Maxi Ferreira a Estudiantes será por unos pocos meses. Después seguirá su carrera en otro nivel, en la Argentina o en el exterior, pero mientras tanto vale la pena disfrutar cada vez que toma contacto con la pelota y muestra un juego diferente al de todo lo que se ve en el Torneo del Interior.

Una década en las divisiones inferiores de River terminaron de moldearlo. Arrancó en Estudiantes como delantero, jugó de lateral derecho con la “banda roja” y Hugo Alves encontró en la mitad de la cancha el mejor lugar para aprovechar sus condiciones técnicas y físicas.

“Me siento un jugador mucho más completo que cuando me fui. Si bien de chico era rápido, en River le pude sumar a mi juego dominio de pelota en velocidad, técnica, mucho pase. La escuela de River es impresionante; todo toque, dominio de pelota, mucho trabajo técnico. Sé que me falta muchísimo, pero tengo un juego bastante completo, al que le voy a ir agregando cosas con la experiencia” comentó Maxi.

Mueve sus brazos al hablar y se nota en la muñeca izquierda un tatuaje que dice “Dios. I love you; give me streng” (Dios, te amo; dame fuerza), que adjudicó a un momento difícil de su vida; el de la muñeca derecha no lo quiso revelar (“fue un momento equivocado” confesó con pícara culpa); otro con el árbol genealógico contra la cadera derecha y uno “secreto” en la espalda, que estaría relacionado con el presente, según insinuó.

“Decidí volver a Estudiantes para jugar, porque lo necesito, pero sé que pronto voy a volver al fútbol profesional. Disfruto de esto y espero que me salga algo, en la Argentina o en el exterior” adelantó el pibe nacido en Bolívar, pero olavarriense casi desde la cuna.

Maxi contó que a fin de 2010 “estaba entrenando con San Telmo, y antes de venirme a Olavarría para las Fiestas me avisaron que iban a cubrir las cuatro plazas para refuerzos con jugadores de experiencia en el ascenso. Me propusieron quedarme entrenando hasta junio y les dije que no, porque no me convenía estar tanto tiempo parado. Yo necesitaba meter noventa tras noventa”.

“Había una propuesta de Villa Mitre y Estudiantes de Río Cuarto para el Argentino A; de algunos clubes cordobeses para el Argentino B. También del Anorthosis de Chipre, pero justo lo echaron al técnico Guillermo Hoyos y quedó en la nada. En ningún caso había seguridad de jugar y yo no sólo necesitaba jugar, sino hacer una buena pretemporada después de un año y medio sin hacerla” completó.

Del paso por River, son mayoría de buenos recuerdos. “No tomo como una frustración el no haber podido jugar en primera; el paso por River fue lo mejor que me pasó en la vida. Hoy no sería quien soy ni tendría un juego tan marcado si no hubiese pasado por River. Es un club grandísimo; uno de los más grandes del mundo y haber estado más de diez años en las divisiones inferiores no es poco. Entregué todo para jugar en primera y no se dio” dijo con serena satisfacción.

“Es difícil salir de River e ir a otro club por todas las comodidades que un club tan grande como River ofrece. El camino no se cortó, y más que yo quiero vivir de esto, por eso no tomo el regreso a Estudiantes como un paso atrás, sino como un relanzamiento para mi carrera” acotó.

En el repaso, precisió que “el momento más lindo fue cuando (Guillermo) Rivarola me llevó a entrenar con la reserva. Los momentos feos fueron quizá cuando estaba en cuarta y no jugaba. Ahí pensé que se acababa todo. Después cambió y con Astrada llegué a entrenar con la Primera”.

Salir de River y “caer” en el Argentino “C” es un cambio bien brusco. “Todavía no me puedo adaptar al juego. Es muy distinto al que yo estaba acostumbrado; muy desordenado. Hay jugadores técnicamente poco dotados, pero son molestos y no permiten jugar tranquilo. Se complica más jugar con jugadores desordenados que con ordenados” subrayó.

“Se juega con mucha fricción; el otro día me volvieron loco en el partido con Independiente de Mones Cazón. Me pegaron mucho y me hablaron mal por mi pasado en River; el que echaron me pegó una piña y nunca nos habíamos cruzado. El cinco de ellos se la pasó diciéndome ‘¿vos no sabés quien soy yo?’, me entró un par de veces fuerte y al final me dijo que había sido mi entrenador en infantiles, cuando yo vivía en Bolívar. Una cosa de locos” confesó.

Con dos victorias y una derrota, Estudiantes afrontará este domingo un partido decisivo para la clasificación cuando reciba a El Fortín. Maxi no se apura: “Sólo ganamos dos partidos. Si se nos da un resultado positivo el domingo sería lo ideal, pero no nos debemos confiar porque aún falta mucho y no salimos de Olavarría, que van a ser partidos bravos, tanto en Bolívar como en Pehuajó”.

Pero confianza no le falta: “Vamos por el buen camino; estamos mejorando. Era fundamental ganar los dos partidos en nuestra cancha y lo hicimos; el último se mostró otro juego, con más toque, creamos más situaciones de gol. Además el grupo se va conociendo y Hugo va encontrando el equipo, que es lo que él quería”.

Y en el final opinó que no se necesitan recetas extrañas para jugar con los fortinenses. “No hay mucha estrategia; nada más que salir a la cancha, y jugar. En Estudiantes tenemos muy buenos jugadores, con mucho pasado, que saben lo que es la categoría y a los más chicos nos ayudan. Si hacemos un poquito de lo que fue el segundo partido vamos a andar bien” cerró el pibe que volvió, pero seguro que ya se va.