Por Sergio Di Pino/ Infoeme
Fotos: Andrés Arouxet
Hace exactamente un año, Olavarría y Carlos el “Indio” Solari se reencontraban en un evento musical que había quedado trunco durante dos décadas. Propios y extraños definieron al megarecital, anunciado para el 11 de marzo de 2017 en el predio “La Colmena”, como una “revancha” con la historia. Una oportunidad impensada, que dejaría atrás aquella vieja prohibición de los shows de “Los Redondos” y permitiría dar vuelta la página para siempre.
Euforia, miedos, incertidumbre, fanatismo, prejuicios o solo la ilusión mercantilista del “gran negocio” eran algunos de los sentimientos que dominaban el humor social los días previos, ante el inminente arribo de miles de seguidores de todo el país.
La multitud, que poco a poco ganó las calles y “copó” hasta los lugares más recónditos de la localidad, desplegó el ritual de una “misa” inconmensurable, para dar verdadera dimensión a un fenómeno social y cultural único en la Argentina, al que muchos subestimaron.
Pero la fiesta del “pogo más grande del mundo” desbordó los endebles esquemas organizativos y de control previstos dentro y fuera del predio. Un triste saldo de dos personas fallecidas, varios heridos, miles de personas perdidas, saqueos, incidentes y una “jauría” mediática nacional que, salvo honrosas excepciones, montó el show de la indignación, dominaron la escena en las horas posteriores al recital.
“La situación se fue de las manos, no se esperaba tanta gente" expresaba el intendente Ezequiel Galli en una conferencia de prensa transmitida en cadena nacional el domingo por la mañana, mientras un reducido número de violentos provocaba incidentes en inmediaciones a la Terminal y otros cientos de varados eran retirados en camiones y micros hasta fuera de la Ciudad.
Cuando las aguas calmaron y los rastrillajes descartaron nuevas víctimas comenzó, como era de esperarse, el revuelo político y judicial.
En lo político, la oposición conformó una comisión especial para investigar responsabilidades y a fines de marzo de 2017 interpeló al intendente Ezequiel Galli. Tras cinco horas de exposición, en las que el Jefe Comunal respondió más de 320 preguntas, el espacio legislativo continuó con la recolección de pruebas y testimonios hasta emitir, meses más tarde, dos dictámenes aprobados por unanimidad, que fueron remitidos al Honorable Tribunal de Cuentas, donde aún permanecen en análisis.
El cimbronazo dentro del Gobierno local de Cambiemos primero le costó el puesto al Jefe de Gabinete y “padre político” de Ezequiel Galli, Jorge Larreche. Idas y vueltas, negociaciones, visitas de legisladores y funcionarios provinciales, fueron moneda corriente en los días posteriores.
En el mes de mayo de 2017 siguieron los cambios: se fueron el director de Habilitaciones, Gustavo Nelson Pistelli, el subsecretario de Comunicación, Emilio Moriones y el subsecretario de Desarrollo Económico, César Cortina.
En el plano judicial, las primeras actuaciones de la investigación, llevadas a cabo por la fiscal Susana Alonso, incluyeron los testimonios al Indio Solari, el intendente Ezequiel Galli y una imputación preliminar a los hermanos tandilenses Marcos y Matías Peuscovich – productores del show-.
Tiempo más tarde, la causa pasó a Delitos Especiales de Azul, a cargo del fiscal David Carballo. El agente judicial amplió la instrucción y luego de varios meses de pericias y recolección de pruebas indagó y decidió imputar – días tras- únicamente a los productores del espectáculo y a uno de sus colaboradores, Gustavo Zurita, por el delito de “Estrago con dolo eventual agravado por haber causado la muerte de dos personas y por haber puesto en peligro de muerte a otra”. El Juez de Garantías, Carlos Villamarín, negó un pedido de detención presentado por Fiscalía y los acusados seguirán procesados en libertad.
Hoy, mientras el Indio Solari se debate entre el retiro o no de los escenarios, la Justicia transita el primer tramo de un largo camino y la política trata de olvidar el “mal trago” , se cumple un año de un evento que terminó como nadie lo hubiese soñado.