Aunque los datos son preocupante, la cifra mejoró levemente respecto del segundo semestre del año pasado, cuando el 57,7 por ciento de las niñeces se había ubicado por debajo de la línea de pobreza.
En este marco, la pobreza se redujo en 378.400 infancias en el semestre y en 185.500 respecto del mismo período del año previo; por el contrario, la cantidad de los niñeces indigentes, a los que no les alcanza el ingreso para comer, subió a 16,6 por ciento, o 1,7 millones de personas; es decir, aumentó en 94.300 en el semestre y 166.600 en un año.
En este marco, el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA-UCA) indicó en su documento “Nuevos retrocesos en las oportunidades de desarrollo de la infancia y adolescencia. Tendencias antes y durante la pandemia de COVID-19″, que la inseguridad alimentaria aumentó 1,5 puntos porcentuales en los niños y adolescentes.
“Los más afectados fueron los adolescentes, mientras que la infancia temprana fue la más protegida. La Tarjeta Alimentar tuvo un efecto protector de la primera infancia en el espacio de la alimentación. A igual situación de pobreza e indigencia los niños/as sin la Tarjeta Alimentar tuvieron el doble de probabilidad de experimentar inseguridad alimentaria severa que pares no destinatarios de Alimentar”, indicó la UCA.
“Las infancias del estrato bajo integrado fueron afectadas en mayor medida respecto de 2019 por la indigencia y la inseguridad alimentaria severa”, se concluyó. Además, el documento subrayó que “la atención preventiva de la salud del niño/a y adolescente sano se postergó de modo significativo en el marco del ASPO por COVID-19″.