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Madame Lú sobre los corsos: “No voy a ser una travesti que sólo vea la libertad dos veces al año”

La artista y activista olavarriesne dio su parecer sobre una celebración que siempre funcionó como un lugar de visibilidad y lucha de diferentes minorías e identidades sexuales que históricamente han sido -y aún son- duramente discriminadas.

 

Después del cierre de los corsos de Olavarría, en donde cientos de vecinos disfrutaron de varias noches de distención y espectáculo, la artista y activista local Victoria Altavista -también conocida como Madame Lú- aprovechó la ocasión para difundir una sentida carta en donde expresa lo que significa y ha significado esta celebración para el colectivo trans.

 

“Antes de salir a darlo todo en estos carnavales me puse a leer en las redes un texto que apareció en ¨Memorias trans¨ en dónde se recuerda y reivindica a las compañeras por todo lo que han luchado. Nosotras las travestis, las travas, las Divas de la noche ¡Qué hermoso ver esa liberación el día de hoy! Una liberación que nos costó pero que ¡Ojo! Aún hoy nos sigue costando”, se lee en el escrito que Altavista difundió a un dia de la última jornada del carnaval.

 

En el escrito, Altavista hace referencia a la celebración de los corsos como uno de los únicos espacios en donde históricamente ciertas identidades genéricas y sexuales podían -o, mejor dicho, se les permitía- “salir” y mostrarse como realmente se percibían sin ser violentadas por los mismos dispositivos que las restringían en el resto de los espacios. Por este mismo motivo, tales fiestas no sólo asumieron un carácter celebratorio, sino que se convirtió en una suerte de espacio de lucha muy oportuno para un colectivo que abogaba por derechos y libertades que la sociedad no parecía abierta a aceptar.

 

 

“Los carnavales argentinos eran para para militar por nuestros derechos y salir a la calle tres días sin estar perseguidas y contrariadas por la policía. En esa época las murgas tenían cánticos de rebelión contra el poder, los carnavales eran  nuestra forma de decir ¨Aquí estamos, somos como somos y no hacemos mal a nadie¨, y entre lágrimas -porque obviamente me da mucha emoción e indignación-, pensé : sí, es así, no le hacemos mal a nadie”, afirma Altavista en el escrito.

 

“Compañeras que brillaban dejando un lindo recuerdo de carnaval, el cual se iba apagando cuando llegaban al final de la pasarela y veían cómo la policía las estaban esperando para meterlas presas y maltratarlas. Esperar un carnaval para que se sientan libres, celebrar que están vivas y a la vez tristes por pensar en las compañeras que ya no estaban en el camino… El Carnaval era mágico, un lugar dónde ese maltrato -que estaba completamente naturalizado- desaparezca al menos por un rato. Se sentían parte, pero sólo pasaba en los dos días de carnaval”, explica.

 

“Si de algo estoy segura hoy en día, es que yo no voy a ser una travesti que sólo vea la libertad dos veces al año ¡Quiero ser una travesti que viva libremente los 365 días del año! Somos parte de esta sociedad ¡Somos parte compañeras! ¡Arriba nuestra lucha!”, concluye.

 

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