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Feliciano José Ciancio, el “Pepe” de las hazañas

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Walter Minor / Especial para infoeme.com

www.historiasdeolavarria.blogspot.com - walterhistorias@gmail.com

José Feliciano Ciancio nació el 21 de noviembre de 1927 en Olavarría. Sus padres - José y Ester - tuvieron cinco hijos. Tres mujeres y dos varones. Feliciano fue el mayor. Realizó en la Escuela 4 los estudios primarios.

Casado en el año 1954 con Rosa Palacio, tuvo 6 hijos: Juan José, Miguel Angel, Juan Carlos y María Cristina, mientras que Stella Maris y Feliciano Oscar fueron fruto de su relación con Mercedes Vidovi.

Hasta aquí es sólo una apretada síntesis o más precisamente, datos básicos de un ciudadano común. Aunque en este caso, el personaje que recordaremos hoy no tuvo nada de común dentro de una disciplina deportiva tan difícil como el atletismo.

Si usted le consultara a un especialista, entrenador o profesional cuales son las reglas principales que se deben cumplir estrictamente, para tratar de llegar al éxito (además de condiciones naturales), le van a decir siempre lo mismo: amor por la actividad, contracción al trabajo y cuidado metódico en su vida privada. Sin eso, no hay resultados posibles.

¡Peeero!!, aunque usted coincida con lo que se pregona habitualmente (y está bien que lo haga), va a tener que rendirse ante la evidencia de reconocer que toda regla tiene su excepción, cuando termine de leer la historia de este personaje, que haciendo todas las cosas al revés, logró los resultados que nunca se propuso. “Pepe” Ciancio. El único caso de un atleta invicto.

“Yo no había corrido nunca. Todo empezó cuando Bricka , que vivía a dos cuadras de mi casa pasó preparado para entrenar y me pidió que lo acompañara. Nunca me había interesado eso de correr solo, pero finalmente acepté solamente por acompañarlo a él.

Llegamos a la pista de Racing y había 8 o 10 muchachos dando vueltas, mientras nosotros nos preparábamos para hacer lo mismo. De repente, no se por qué, le digo a Bricka:

-¡pero yo a estos les gano a todos!!!-

Lo dije por decir nomás. Sin darme cuenta que a mis espaldas estaba el profesor del club, Victorino Páez.

Páez me miró serio y me dijo:

- Es fácil decirlo, pero hay que correr para lograrlo. Véngase mañana y vemos a ver si cumple-.

Me lo dijo para que me entusiasmara y siguiera entrenando, pero yo no quería saber nada de practicar eso.

Al otro día pasa de Bricka a buscarme y yo me escondí, porque no quería volver. Bricka era un muchacho con mucho entusiasmo e insistente. Tenía condiciones y constancia. Lo mío eran solo condiciones naturales, que si no hubiesen sido por él, nunca me enteraba que las tenía y no hubiese logrado absolutamente nada de lo que te cuento.

La otra condición de mi amigo debía ser la capacidad de convencimiento, porque algunos minutos después, ya estaba trotando de nuevo con todo el equipo del club.

Esto ocurrió en el año 1948. Perón estaba en la presidencia y el deporte había tomado mucho vuelo. En el caso del atletismo, ya se habían realizado los primeros Juegos Provinciales con gran éxito y cuando empecé a practicar, faltaba apenas un mes para seleccionar a los representantes de Olavarría que irían a las eliminatorias de la segunda edición.

Sin siquiera imaginarlo, ahí estaba, transpirando con ellos para conseguir un lugar.”

Ciancio en el año 2000 fotografiado por Gustavo Burgardt.

El sábado 6 de marzo de 1948 empezó la selección. Los clubes intervinientes fueron Racing, Loma Negra, Ferro Carril Sud y Estudiantes.

Ciancio hacía su primera aparición en las pistas y todo el mundo apostaba que su mejor actuación sería un segundo puesto, detrás del padre del atletismo olavarriense. Nada menos que “El Misto” Lamarque.

“Era la primera vez que participaba en una carrera de atletismo. Mi debut absoluto fue en la pista de la vieja cancha de Estudiantes, que estaba a la entrada del club. Ese día estuvo presente lo mejor que había en Olavarría.

Desde la largada y hasta la anteúltima vuelta fuimos tirando juntos en la punta con el “Misto”, pero como me sentía con mucho aire, aceleré en las últimas y le saqué como 300 metros de ventaja en la llegada.

17’31”1/5 fue la marca de Ciancio para cubrir por primera vez en su historial los 5.000 metros.

“Pepe” marcó 17’31”1/5 y con ese registro alcanzó la victoria que le dio el impulso necesario para seguir en la huella del entrenamiento. Si alguien imaginaba que fue casualidad llegar delante de Lamarque, esta sospecha quedó disuelta 22 días después, en la misma pista, con igual distancia, idéntico resultado, pero mejorando el tiempo: 15’33”0/10.

Ya lo de Feliciano era para mirar con respeto.

La tercera del historial fue el sábado 10 de abril en la ciudad de Azul. Era el fin de la selección para elegir a los atletas que representarían a la octava sección en los segundos Juegos Deportivos de la Provincia.

Lo más saliente de Azul, Coronel Suárez, Olavarría, Laprida y Pigüé estuvo presente. Francisco Rotela, de Coronel Suarez, era el número puesto para viajar, por condiciones y trayectoria. Pero “Pepe” Ciancio no lo entendió así y “pasó por arriba” al consagrado por un cuarto de pista de ventaja. 17’33’7/10 el tiempo.

Todo estaba preparado para intentar “el zarpazo” en la final, pero antes, había que seguir compitiendo para no perder la forma lograda. Fue entonces cuando la gente de Racing organizo un “Cross Country Nocturno” para celebrar su 32º aniversario y darle, además, continuidad a la novel promesa de “la estrellita”.

El trayecto fue de 8.000 metros y formaron en la largada representantes de Racing, Estudiantes y El Porvenir.

“En esa carrera hubo que llevar la bandera del Club en la mano. Empezábamos en Racing dando dos vueltas a la pista, salíamos por avenida Colón hasta Ituzaingó. Agarrábamos derecho hasta Del Valle y llegábamos a Pringles. Desde Pringles corríamos hasta Rivadavia, después Del Valle. Girabas en Del Valle y retomabas por Moreno hasta Colón y de ahí culminabas en Racing. Era grande la vuelta”.

Pero las distancias no eran inconvenientes para él. Más bien eran un problema para sus rivales, ya que a mayor extensión, mas diferencia a su favor. Esta vez fueron 12 segundos de separación con “El Misto” Lamarque, que a estas alturas, ya se había acostumbrado a mirarle la espalda a Ciancio.

La siguiente tuvo un recorrido de 10.000 metros. La más larga realizada hasta ese

momento por Ciancio, quién allí también pudo poner a prueba su resto

aeróbico ganando de punta a punta, sin ningún sobresalto.

Sólo le faltó llegar cuatro segundos antes para batir el record Olavarriense, que

por ese escaso margen continuó siendo patrimonio de Armando Tolosa con el

registro de 43’33”2/5.

Después vino la esperada final de los Segundos Juegos Deportivos Provinciales en La ciudad de La Plata. Ciancio viajó en tren junto a toda la delegación para participar de los mismos. En su mente estaba la intención de cumplir “un buen papel”. Después de todo, ¿Que más podía pedir un atleta que iba a realizar su sexta presentación?

Allá lo esperaba Carlos Roselot, con una dilatada campaña que exhibía entre sus logros más intimidantes una tapa en “El Gráfico” cuando, representando a Boca Juniors, ganó la maratón organizada por la propia revista en 1941.

Feliciano Ciancio a los 20 años, en Racing.

Pero a “Pepe” no lo asustaban mostrando pergaminos. En la pista todos largaban desde la misma línea y si querían ganarle, tendrían que moverse más rápido que él.

El 23 de mayo de 1948, Roselot lo comprobó en persona. Con un tiempo de 16’47, Ciancio se consagró campeón provincial de 5.000 metros, y lo dejó muy lejos “al que no podía perder”.

“Se corría en pista. En la largada estábamos él (Roselot) yo y todos los representantes de la provincia de Buenos Aires. Me acuerdo que debíamos girar 14 veces.

Desde la largada hicimos muchas vueltas juntos. En una de esas lo miro a mi entrenador y le grito:

– ¡Lo paso, lo paso! –

Y el me dice –

¡No, no, quedate, quedate cerquita nomás!!!...

Así que esperé otras dos vueltas y lo pasé sin preguntar nada.

Al final, le gané por unos 70 metros y me consagré campeón de los Segundos Juegos Provinciales.

Corríamos con zapatillas de lona comunes, cualquier camisa y pantalón. El club lo único que nos daba eran los pasajes y el nombre.”

Sencillamente fabuloso. Había corrido sólo seis veces, no le gustaba ese deporte y le había ganado a oponentes que llevaban años cultivando su físico.

Así llegamos al domingo 19 de marzo, donde el gobierno de Perón organizó un certamen nacional de atletismo. Ciancio no tuvo eliminatorias. Concurrió por el hecho de haber sido campeón Provincial. El lugar elegido fue Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, en Palermo. El favorito era otro, el ganador, el mismo. Esta vez “Pepe” fue mucho más rotundo y le sacó media pista al segundo para consagrarse Campeón Argentino de 5.000 metros.

Ganaba en cualquier parte. Pista, Calle, en Olavarría, Laprida, Coronel Suárez, Bahía Blanca, La Plata, Buenos Aires. Basta con mencionar que en mayo del 49 corrió sobre 3000 metros dentro del Penal de Sierra Chica para entender que ni la cárcel lograba detenerlo. No es que “Pepe” hubiese cometido un delito. Solo se trató de una actividad que realizaron los reclusos con gente de Racing.

La carrera que más recordó era una realizada en Bahía Blanca. Para ese día entrenó sobre un trayecto que a la hora de largar se transformó en el doble.

Fue en Bahía Blanca. Nunca había ido tan lejos. Estábamos por largar y no conocía ni el circuito, no tenía a nadie que me acompañara, hasta que desde el público aparece un muchacho en una moto y me dice que el me iba a indicar por donde tenía que ir.

Acepté y le di un balde y una toalla, la otra siempre la llevaba yo colgada al cuello.

Me habían dicho que eran seis kilómetros, pero en la largada me entero que eran trece. ¡Trece kilómetros!!!!... (dije asustado) No, no corro. No llego ni loco.

Pero se acercaron todos y me convencieron para que lo hiciera hasta donde aguantara. Yo no tenía ninguna esperanza de llegar ni a la mitad. Cada dos kilómetros había un puesto de referencia, menos el primero que era de tres.

Cuando paso por el primero, la persona que estaba allí grita que faltaban10 kilómetros.

-¡Diez kilómetros!!!... No, no llego –

Reynaldo Gorno, que era de allá, se empezó a cortar y yo a seguirlo.

Faltaban ocho kilómetros cuando me doy vuelta para preguntarle a Bricka, que iba en el auto con mi viejo, cuanto faltaba, entonces el me dice:

-No hablés, seguí que vas primero junto con Gorno, el resto viene muy atrás-

Sólo por amor propio seguí corriendo, pero no confiaba en llegar.

De pronto, más adelante, escucho una referencia gritando que faltaban dos kilómetros. ¡Me volvió el alma al cuerpo!!. Había cambiado el aire y me sentía bien, así que digo

- ¡Ahora si que no me gana nadie!!! -.

Levanté el ritmo y lo mantuve. Sabés que doblamos la última esquina y a partir de ahí quedaban solamente dos cuadras para finalizar.

Lo tenía a Gorno a cincuenta metros adelante y me jugué. Aceleré lo más rápido que pude mientras el público le gritaba que se apurara, que me le venía encima.

Por suerte tenía más fondo y más “pique” que él, por lo que casi sobre la línea le saque unos 50 centímetros que me sirvieron para ganar.

Cuando terminó la carrera, Gorno no lo podía creer. Agarrado de un auto, agotado, me dice:

-¡Qué carrera me ganaste, pibe!!!.

Los trofeos se los regalé al muchacho que me acompañó en la moto.

La pregunta es ¿hasta donde hubiese llegado si le ponía interés a lo que hacía?. Estimo que Olavarría tuvo una figura de gran nivel internacional que se perdió por una diversidad de factores que siempre caracterizaron a la política deportiva argentina, más allá del poco apego que la figura principal tenía por el atletismo.

Y entre tantos desajustes, cierta vez la condición de imbatido corrió serio peligro y fue salvada de forma fortuita.

El 20 de junio de 1949, el Club la Esperanza cumplía su tercer aniversario y para festejarlo organizó una prueba de 8000 metros. Para esta oportunidad, Ciancio cometió el error de “jugar un ratito al fútbol” con los amigos y despuntar el vicio con su verdadera pasión deportiva. El problema es que omitió el compromiso que debía afrontar y “se endureció”.

A esa falta de estado adecuado, “Pepe” la suplió con picardía. Como la carrera se hacía pesada de llevar y veía que Martín Salías se le escapaba, lo llamó para que lo esperara y le dijo:

-Vamos a tirar un poco más despacio, así no nos despegamos tanto y damos más espectáculo-

Salías aceptó el pedido y bajó el ritmo, pero cuando faltaban unos 100 metros para llegar, “Pepe” vio la oportunidad y aceleró. Su rival, sorprendido, también “echó el resto” y la cinta cortada por el pecho cayó al ser tocada casi al mismo tiempo por ambos.

En un primer momento se dio ganador a Martín Salías, que representaba a Independiente de Avellaneda, pero ante la protesta de la dirigencia de Racing, los organizadores determinaron “puesta” y así se salvó el invicto.

“Esa fue la vez que más cerca estuve de perder. Estaba hecho una “piltrafa”.

Esa carrera decidió que Feliciano Ciancio le diera un adiós transitorio al atletismo. Y digo transitorio porque a casi tres años después de su retiro, el Club Alvaro Barros anunció una carrera de gran magnitud, Se la conoció como “La maratón de los Clubes” y como su nombre lo indica, el recorrido se efectuaba pasando frente a cada una de las instituciones. En todas se otorgaba un premio.

“Yo hacía mas de dos años que no corría y había aparecido Argentino Chiramberro como la gran figura. Recuerdo que en el diario decía “Argentino Chiramberro, un atleta que avanza a pasos agigantados”.

Una noche voy al Kiosco “El Argentino”, donde me reunía con los muchachos. Me muestran el diario abierto y me dicen:

-¿Y.., vas a representarnos? –

-Noo!!! (Les digo) ¡hace mucho que no corro!....-

Me empezaron a decir que tenía miedo, que no le podía ganar a Chiramberro y otras cosas más... ¡Todo en broma !!!.. pero, todos los días lo mismo cansaba, así que empecé a entrenar. Guffanti me dijo que me iba a tomar el tiempo y me diría en quince días, si podía llegar a correr con posibilidades.

La primera noche de entrenamiento le pedí a un amigo que me acompañara en una bicicleta para ir viendo el tiempo. Antes no estaba todo iluminado, ni parejito como ahora, entonces se complicaba un poco trotar en la penumbra. En esa oscuridad, no vio un pozo y voló por el aire con bicicleta y todo. Estaba todo sucio, el pantalón roto, un diente partido. ¡Se pegó un golpe tremendo!! Así que el comienzo de la preparación, se fue auxiliando a un herido.

Llegué con un mes de entrenamiento para esa carrera. Era muy poco para un recorrido tan amplio. Pasaba por los todos los clubes.

Se largaba desde Alvaro Barros hasta Del Valle. De Del Valle a Pringles, llegábamos hasta Ferro Carril Sud y volvíamos hasta Del Valle. Pasábamos por Unión del Sud, doblábamos en Urquiza hasta El Fortín, por Sarmiento pasábamos el club Mariano Moreno, íbamos por el arroyo hasta Colón, pasábamos Racing y llegábamos hasta La Esperanza.

Seguíamos hasta el Club El Provincial y doblábamos en Las Heras (era antes), hasta el club Pueblo nuevo en Necochea. Íbamos por la costa del arroyo y pasábamos por el Kiosco el Argentino para llegar a Estudiantes, en avenida del Valle y girando en 9 de Julio, terminábamos en Alvaro Barros.

Desde la largada agarré la punta y no la largué más. Gané la carrera y todos los trofeos que daban los clubes.

El físico de “Pepe” era privilegiado. Tres años sin correr y pudo vencer al mejor atleta olavarriense entrenando solamente un mes.

32’15 fue el tiempo de Ciancio para los 10 kilómetros, contra 32,17 de Argentino Chiramberro. Digno broche de oro para el único atleta que conozco que ganó todas las carreras en las que intervino.

Realizó sólo 16, pero en esa apretada campaña se consagró campeón provincial y Nacional. Les ganó a Lamarque, Rotela, Roselot, Gorno y Chiramberro, entre otros. Un caso sin precedentes.

Pepe Ciancio, 1948.

Aunque fue futbolista y árbitro de la liga de fútbol, nunca alcanzó la dimensión que tuvo como mediofondista.

Lo más sobresaliente quedo plasmado en un deporte que no lo atraía, del que no preservó ni le interesó ningún trofeo material. Por sobre todos los laureles cosechados, él atesoraba solo el recuerdo de un padre orgulloso:

“Mi viejo iba a todas las carreras. Le gustaba que yo corriera, no que jugara al fútbol. Siempre me retaba cuando me iba a correr detrás de una pelota en vez de hacerlo por las calles. Tenía un sulky y desde allí me veía. Yo siempre lo buscaba con la mirada antes de largar. No faltó nunca.”

Único. Parte de la historia grande del deporte de Olavarría. Falleció 14 de agosto de 2010 a los 82 años. José Feliciano Ciancio. “El Pepe” de las hazañas, merecía este recuerdo.

Esta nota quedará en mi blog de historia local junto a otras que se fueron sucediendo durante el año en www.historiasdeolavarria.blogspot.com.

A mediados o sobre el fin de semana, tal vez tenga la nota realizada por un invitado y un audio sorpresa muy difícil de conseguir, para colgar en el sitio. Les traerá gratos recuerdos a mucha gente.

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