El cuerpo sin cabeza de Catriel debajo del nuevo Paseo: la historia, la leyenda y el misterio | Infoeme
Sabado 09 de Agosto 2025 - 3:29hs
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Olavarría

El cuerpo sin cabeza de Catriel debajo del nuevo Paseo: la historia, la leyenda y el misterio

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Walter Minor / Especial para infoeme.com

walter_cincuenta@yahoo.com.ar

Durante muchos años, la tribu de Catriel tuvo su residencia en el centro de la provincia de Buenos Aires, más precisamente en las zonas que hoy ocupan los partidos de Azul, Tapalqué y Olavarría.

La mayoría de la gente tiene grabado en su inconciente a Catriel como a una sola persona, cuando en realidad se trata de varios caciques del mismo apellido que fueron sucediéndose a través de los distintos períodos.

Y como la historia es llegar lo más cerca de la verdad a través de documentos que se van sumando a las investigaciones, nos encontramos con algunos datos que afirman que quienes comandaban este grupo de Tehuelches, fueron primeramente mencionados como Katruen y otros como Casuel. La cuestión es que cada uno entendía la pronunciación de distinta manera y así la escribía.

Santiago Avendaño, lenguaraz de Cipriano Catriel.

Y como estos hábiles nómades no tenían escritura y transmitían su pasado a través de relatos orales, debemos contentarnos con el primer parte militar que hace mención al apellido Catriel a fines del siglo XVII y tomarlo como embrión de la dinastía.

Se trata de Juan Catriel “El Viejo”, fallecido en 1852, a quien sucedió su hijo Juan Manuel Catriel hasta su muerte.

Aunque parece extraño ver el nombre español de Juan o Juan Manuel dentro de la raza nativa, era bastante común y se debía a la gran admiración que profesaban por Juan Manuel de Rosas. Al restaurador lo acompañaron en la defensa del país ante los ataques ingleses, franceses y de las tribus que bajando desde Chile, arreaban el ganado de las estancias para comercializarlos en aquel país. En ese entonces no existían alambres que encerraran las haciendas y por lo tanto era fácil apoderarse del ganado cimarrón.

La disposición de los Catriel y sus lanzas en el mantenimiento de una frontera pacífica, era correspondida en forma de racionamiento y regalos por el personalista Gobierno de Juan Manuel de Rosas. Este reconocimiento venía a ser como el equivalente a un sueldo por la comentada contraprestación.

No obstante el respeto casi desmedido que sentían por Rosas, los nativos eran celosos de su territorio y este debió comprometerse a no poblar las tierras mas allá del límite que marcaba el arroyo Tapalqué.

En 1852, Rosas fue derrocado por un ejército mixto, conformado por tropas brasileñas, exiliados unitarios y el ejército de Urquiza, que a cambio de una gran suma de dinero entregada por el banco de Maúa, olvidó su convicción Federal.

Caseros fue el final del restaurador, el comienzo de luchas internas por el poder y periódicos malones, sin olvidar aquella antipopular guerra de la triple alianza que casi exterminó la población masculina Paraguaya.

En este contexto, durante 1868, muere Juan Catriel y el cacicazgo es ocupado por su hijo Cipriano, cuyo nombre mapuche era Marí Ñamcó (Ojo de Halcón).

Este era admirador de las costumbres blancas y muy rápidamente se aferró a todas ellas ellas, excepto a la poligamia. Poseía una gran casa de ladrillos en Azul, haciendas, propiedades, caballos de carrera y cuenta bancaria.

Por su fanatismo hacia esta vida, en la tribu se empezó a generar un gran descontento, que tuvo como primer capítulo la batalla conocida como “Laguna de Burgos”. La misma se generó cuando los caciques, Chipitruz, Calfuquir y Manuel Grande, desconformes con el accionar de Cipriano intentaron separarse de su tutela. Al enterarse de esto, Catriel requirió ayuda a las fuerzas militares del Azul comandadas por Francisco D’Elia, y atacándolos por sorpresa les provocó una completa derrota.

Tras la victoria, el Coronel D’Elía arreó el ganado hacia Blanca Grande y se apoderó de los caballos, mientras Catriel saqueó los toldos y se llevó a las familias para engrosar la tribu. Los caciques y caciquillas derrotados fueron remitidos presos a Martín García y los demás lanceros confinados al servicio de armas.

Juan Montenegro, dueño de la casa donde tiraron las cabezas.

Sin darse cuenta que estaba cavando su propia tumba, Cipriano siguió gobernando con alto grado de crueldad a su gente y el pico máximo llegó cuando obligó a sus guerreros a pelear contra Calfucurá en la Batalla de Bolívar. Viendo que los dirigidos no estaban motivados, Catriel no tuvo mejor idea que pedirle al general Rivas un pelotón de soldados para fusilar por la espalda a quienes rehusaban la lucha.

El gobierno de Sarmiento, ni lerdo ni perezoso, le dio a Cipriano el ostentoso título de Cacique General, porque con ello garantizaba la sumisión de una tribu poderosa, pero para esa misma tribu, ser gobernado por este fanático con costumbres extranjeras, era cada vez más difícil de soportar.

Fue entonces que durante las elecciones de 1874, Bartolomé Mitre se levanta contra el gobierno. Desconforme por haber perdido las elecciones, Mitre busca alianzas y Cipriano plegó a su gente en una revolución que no le pertenecía.

Mientras que sus lanceros debían enfrentar la peligrosidad de los combates, Catriel daba órdenes desde la comodidad de una lujosa volanta, sin saber que su destino estaba marcado.

Derrotado Mitre en La Verde, la tribu se subleva cuando vuelven a Olavarría y Cipriano cae prisionero, no sin antes haber hecho degollar a un parlamentario que enviaban las fuerzas nacionales para pactar la rendición. Luego de retenerlo un tiempo en el campamento, las autoridades lo liberan para ser juzgado por su propia gente y según las crónicas, él y su lenguaraz Santiago Avendaño son muertos a lanzazos y decapitados.

Calle San Martín, de Olavarría. La cruz señala el sitio donde, según testimonio de los vecinos, están sepultados los restos de Catriel.

Las cabezas de Avendaño y Catriel son llevadas hasta la localidad de Azul y arrojadas por una ventana dentro de la casa de Juan Montenegro, cuñado de Avendaño. Los cuerpos quedan en Olavarría y son arrojados momentáneamente a una zanja.

A principios de 1900, la revista Caras y Caretas realizó una nota en Olavarría y sobre la foto tomada a la municipalidad coloca una cruz donde, según los vecinos, estaba enterrado Cipriano Catriel.

Hoy, en esa zona, el pavimento fue removido para construir la nueva base hormigonada de la futura peatonal –el Paseo Padre Jesús Mendía- y tal vez, se trate de la mejor oportunidad para cavar un poco más profundo el sitio y averiguar si lo afirmado en Caras y Caretas se trata de una leyenda urbana, o de la realidad concreta de hacer un hallazgo antropológico de grandes dimensiones. Tal vez el más valioso de todos los que se han hecho hasta hoy: el cuerpo sin cabeza del cacique general Cipriano Catriel.

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