Quiere ser ingeniera, hacer ciencia y aportar su granito de arena para que el mundo duela menos. Esos objetivos la ubicaron en la FIO, donde estudia las ingenierías Electromecánica y Química, en forma paralela. Su sueño es ingresar al Instituto Balseiro y especializarse en medicina nuclear, una hoja de ruta que hoy la instala en Olavarría, “feliz de ser estudiante de la Facultad de Ingeniería”. Es Micaela Coronel y sólo resta conocer su historia para saber que ya está en carrera y que no habrá piedras en el camino capaces de detenerla.
Su interés resulta tan necesario como estimulante dado que más mujeres en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas mejorarían el desarrollo económico de la región, tal como indica la ONU Mujeres. De hecho, la presencia de expertas en sectores de innovación facilitaría el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
A lo que se le suma, a nivel país, la imperiosa la demanda de profesionales de la ingeniería para cubrir los requerimientos del sector productivo y de servicios, por lo que es clave ampliar la presencia femenina a la hora de pensar y construir sectores estratégicos, interdisciplinarios y equitativos.
Justamente por eso Micaela Coronel se constituye en un ejemplo que inspira y sirve como espejo en este 23 de junio, declarado Día Internacional de la Mujer en Ingeniería por la Women’s Engineering Society (WES) en 2014 y la UNESCO en 2016 para la visibilización, promoción y conmemoración de las mujeres en el sector.
El enlace justo
Todo comenzó con un link, cuando cursaba el secundario. Se lo compartió su profesora de química, que la conocía y sabía de sus inquietudes. “Era para un viaje de inmersión en el INVAP, con el Instituto Balseiro, que tampoco conocía, para mujeres de 16 a 18 años interesadas en la ciencia y tecnología. Yo quería estudiar medicina y llevarla para el lado de la investigación. Me anoté y quedé”, cuenta, aún sorprendida.
Sin embargo, Bariloche no apareció por casualidad en ese recorrido. Su participación tanto en el Parlamento Juvenil del Mercosur como en dos ediciones de las 24 Horas de Innovación FIO indudablemente la situarían en ese mapa.
“Todo eso fue el giro que dio mi vida y mi forma de ver las cosas. Venimos de la construcción de que las mujeres no podemos, no sabemos hacer ciencia. Conocer Mujeres Moviendo el Mundo, saber que están descubriendo cosas más allá del machismo, de la brecha laboral y de género fue súper inspirador”, admite Micaela, muy segura de lo que quiere ser y hacer en la vida.
Los números le dan la razón. La última información estadística (2020-2021) publicada por la ex Secretaría de Políticas Universitarias indica que sólo un 24% de quienes ingresan al sistema universitario nacional opta por carreras de ciencia y tecnología. Y en ese contexto, las ingenierías promedian el 25% de matrícula femenina mientras que sólo un 6% termina vinculando con una carrera científico-tecnológica.
Inspirar a más mujeres
Micaela proyecta estudiar dos años Electromecánica y Química para luego tocar el timbre del Balseiro. “Quiero hacer Ingeniería Nuclear y especializarme en medicina nuclear para anclar y unir todos mis intereses sobre medicina e ingeniería por un enorme bien que es destruir tumores de cáncer”, explica la joven, que acaba de experimentar la tercera edición de las 24 horas de Innovación FIO, esta vez con ojos de estudiante de la Facultad.
“Hago Electromecánica y Química porque necesito materias para estar más preparada. Muchos me dicen que estoy loca, que no voy a poder. Yo confío en que sí, cuando te gusta algo, luchás por eso. Mi pasión es la Ingeniería Nuclear pero, si no se da lo del Balseiro, también me encanta la Electromecánica”, comenta con energías imparables.
Le atrae la idea de convertirse en una de las pocas mujeres ingenieras electromecánicas y, en cualquiera de los dos rumbos que tome, “inspirar a más mujeres a que estudien ciencia; milito por eso y aspiro construir una red de mujeres en la que nos ayudemos entre sí”.
Ya no más “bicho raro”
En ese despertar vocacional, la Facultad de Ingeniería ha jugado un papel determinante. “Cuando conocí la FIO, en quinto, dije quiero estudiar acá, es lo mío. Me hizo conocer la ingeniería y me conectó, gracias a una profesora que me compartió el link, con el Instituto Balseiro. La Facultad hoy me está ayudando a cumplir ese sueño”, reafirma la estudiante.
Sus planes son ambiciosos y un par de palabras clave sirven para dimensionarlo: ingeniería, FIO, UNICEN, Instituto Balseiro, mujeres ingenieras, investigación, mujeres científicas, medicina nuclear, cura del cáncer.
“Voy a estudiar ciencia, es lo que quiero hacer para mi vida. Trabajar en lo que me guste sin tener que esperar a que llegue el fin de semana para descansar. Quiero amar mi trabajo todos los días”, aclara, y su decir tiene tanta fuerza como convicción.
Habla de prejuicios, de mandatos familiares y culturales, de vencer estereotipos y de ir por más. “Cuando uno imagina un científico es el de Volver al Futuro, pelo blanco, loco y siempre hombre. No se reconoce a científicas como Rosalind Franklin o Mercedes Benz, que dieron un giro muy importante en la historia y fueron invisibilizadas. Siempre queremos ser modelos, Barbies, princesas; nunca presidentas, astronautas, científicas”, dispara, con tono de interpelación.
No quiere sentirse el “bicho raro que estudia ciencia o ingeniería” mientras las demás “van a ser maestras, psicólogas, doctoras”; y está muy dispuesta a pelear por un Planeta menos injusto.
“En mi generación veo el desinterés por los problemas del mundo cuando deberíamos resolverlos nosotros. Está en nuestros hombros el peso de cómo será el mundo en el futuro. Desde mi rol, trato concientizar e incentivar a más mujeres a estudiar ciencia”, asume Micaela.
En lo académico, destaca el acompañamiento y la contención: “En la FIO hay profes geniales, que se alegran cuando te sale un ejercicio y si no te lo explican 10 veces”, reconoce a un paso de cerrar su primer cuatrimestre.
“Soy muy feliz de poder estudiar en la UNICEN. Estoy cumpliendo mi sueño gracias a la Universidad pública. La FIO transformó mi vida, es el puente que me va a llegar a cumplir un sueño que es ser ingeniera y me da un montón de oportunidades, Tengo un grupo de amigos re lindo, los profes son amables y los tutores son de mucha ayuda”, valora la estudiante.
Soñar alto
Prefiere ser buena en muchas cosas que la mejor en algo y siente que toca el cielo con las manos por el hecho de ser una entre 1800 estudiantes que han elegido a la FIO como primera opción.
“Hagamos ingeniería, encontremos las soluciones pero que sean más convenientes, las que dejen a menos personas sin trabajo, las más sostenibles. Peleo para que la Universidad pública siga estando”, plantea con enorme convicción.
Está decidida a vencer mandatos y estereotipos porque no concibe que en el siglo XXI “haya amigas cuyos papás no las dejen estudian Ingeniería Electromecánica porque es muy masculino. Es re triste, me genera mucha impotencia. Un bajón”, analiza.
Ese mismo compromiso la llevó a ser parte de las actividades del 8M de MIFIO (Mujeres en Ingeniería de la FIO), un espacio creado para promover buenas prácticas con perspectiva de género. Lo hizo bajo la consigna “Construyendo Vocaciones” y así predicar con el ejemplo.
Es consciente de que no será fácil pero está decidida a seguir adelante: “Quiero salvar vidas a través de la medicina nuclear. Curar el cáncer me parece fascinante y súper ambicioso pero ésas son mis ambiciones y por eso estoy en la FIO, porque hay que soñar alto”, concluye con tanta determinación que es imposible no creerle que buscará revertir la estadística como una de las mujeres ingenieras que ya mueven el mundo al servicio de la ciencia.
Fuente: Portal FIO.