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Jueves 09 de Mayo 2024 - 18:52hs
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Olavarría
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La semana politica: más cuarentena, más presión, más flexibilización

Tras la esperada y necesaria decisión de extender la cuarentena al 10 de mayo, la olla sigue haciendo presión: los comerciantes apuran, la comuna respondió de forma contundente, y la rueda parece empezar a moverse. El triste -y lamentable- debate sobre las prisiones domiciliarias y la acusación al Estado. ¿Y la Justicia? Los sueldos de los municipales, la economía, y la política.

Alexis Grierson / @alexisdechillar

 

Desde la entendible postura de continuar la cuarentena, a los paseos prohibidos. De la presión comerciante a un pedido de reapertura de buena parte de la actividad. De la “liberación” masiva de presos, a la instalación de un tema sin empatía y sin conocer, prácticamente, de educación cívica. De la economía, a los salvatajes y sueldos. La semana tuvo de todo, y cada punto tiene un análisis interesante para realizar.

 

El sábado pasado a última hora sucedió lo inevitable: Alberto Fernández extendió la cuarentena. Habló de buenos resultados, explicó las razones por las cuales había que seguir y pidió responsabilidad y confianza en una decisión, si se quiere, que trajo repercusiones: habilitaría a provincias y municipios a permitir que todas las personas salgan de sus casas 500 metros a la redonda para tomar aire, máximo una hora.

 

 

En términos políticos, es una interesante decisión: entre tanto centralismo presidencial, se buscó descentralizar la presión y admitir, al fin, que un presidente no puede decidir por un territorio tan grande, plagado de distintas realidades.

 

De todos modos, y el propio Fernández lo admitió, no fue una medida “bien anunciada” y generó un sinfín de interpretaciones e incluso, que la política tenga que salir casi corriendo a aclarar que había que esperar a analizar el impacto en los territorios. Esto, ¿se transformó en un contrapunto irreconciliable? No, insistimos: fue una decisión descentralizadora. Que Kicillof haya puesto un freno a la habilitación presidencial no significa que haya internas, como así quisieron señalar. Otro punto en común con Galli y el gobernador, que valoraron la intención, pero decidieron ser más prudentes.

 

 

A Galli se lo vio en buena cantidad de oportunidades dialogando con los medios y valorando las decisiones del mandatario nacional, incluso con esta medida de las salidas recreativas. En Olavarría, a hoy, esto no se puede. Después del 10 de mayo, otra será la historia, dependerá de cómo avance la pandemia. Hasta ahora, con excelentes resultados parciales.

 

Las cárceles y las creaciones

 

A la ya conocida crisis profunda sobre las cárceles bonaerenses no sólo por superpoblación sino por pésimas -realmente pésimas- condiciones sanitarias, se le sumó un cacerolazo por una historia que distaba (y mucho) de la realidad. ¿Qué sucedió con las supuestas prisiones domiciliarias a internos de las unidades penales?

Hace algunos días hubo informes no sólo de los propios internos -que son los mayores conscientes de que si el coronavirus ingresaba a alguno de los penales generaría un desastre sanitario- sino también de autoridades que reconocían el altísimo riesgo de la pandemia en las instituciones. La sugerencia fue que dictaminaran prisión domiciliaria a aquellos que, en principio, cumplan dos condiciones importantes: la primera es que tengan condición de riesgo, y la segunda que hayan cometido delitos leves y no violentos pero que hayan tenido condena.

 

La decisión final, tal como nos han enseñado toda la vida, la debe tomar la Justicia. Los jueces deben dictaminar sobre la suerte de aquellos que solicitaron la domiciliaria por riesgos sanitarios y por ser, justamente, pacientes de riesgo.

 

Hay una crítica válida, que es cierta y que merece atención: ¿cómo son los controles a aquellos que tienen prisión domiciliaria? La famosa “tobillera” ¿es suficiente para controlar a cientos de personas que cumplen prisión bajo esta metodología? En ciertos momentos, pareciera que no. En este contexto particular, menos que menos.

 

Sin embargo, la acusación de la oposición a la política -al Poder Ejecutivo- fue tratarlos básicamente de hipócritas: si defendían el Ni Una Menos (meter la problemática de los femicidios fue quizás de lo más bajo) y que los asesinos paguen sus condenas, no deberían ser liberados. Algo que no iba a pasar, salvo la decisión de algún juez incompetente, y más allá de lo que digan los integrantes de la Cámara de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires que fueron los primeros en expresarse respecto al tema y ante planteo de un grupo de Defensores Generales bonaerenses.

 

La acusación y la instalación del tema de la “liberación masiva de presos” (con estas palabras) desató que el presidente, el gobernador, y varios de los ministros tengan que salir a señalar, con atino, que la decisión es de la Justicia. Sí indicaron, cabe aclarar, que estaban de acuerdo que los internos que cumplían una serie de puntos puedan tener domiciliaria hasta tanto pase la pandemia.

 

 

Ahora, ¿qué pasa cuando un tema penetra en la sociedad sin la profundidad que el tema requiere? Puede generarse un cacerolazo como el del pasado jueves. Si hay algo en que hay un entendimiento y consenso general es que los criminales, femicidas, violadores, líderes de bandas violentas, estafadores y narcotraficantes paguen por sus delitos y condenas sin salir de la cárcel.

 

Ahora, ¿todos los internos de todas las unidades penales de la Provincia de Buenos Aires son eso? Y vamos a abstraernos un poco más: ¿no es que las unidades penales son instituciones de reinserción social para aquellos que cometen delitos y son condenados por la Justicia?

 

En la primera pregunta la respuesta es clara, no. Y la segunda también lo es: no, hoy por hoy, tampoco. Décadas (y varios modelos de gobierno) pasaron sin que esto mejore sustancialmente. Ahora, ¿no es momento de poner el ojo en eso y no en si dictan prisión domiciliaria a una persona que cometió un delito menor sin violencia? Bueno, ahí quizás parte el error. La oposición apeló a un recurso bastante bajo en torno al tema con el slogan “nosotros presos en nuestras casas, ellos libres en las calles” señalando críticamente, además, la extensa cuarentena.

 

Esto, de todos modos, llevará inevitablemente a una discusión que llevará mucho más que una sola columna: garantismo vs. punitivismo. Una discusión estéril, a mi entender. Porque, para muchas personas, los derechos terminan cuando ellos terminan.

 

Para cerrar, una pequeña reflexión, ¿en qué lugares hubo noticias por su altísimo riesgo sanitario y por el olvido por parte de las instituciones que deben bregar por sus regulaciones? Sí, cárceles y hogares de ancianos. Dos lugares donde la Justicia, el Estado, y los Gobiernos, tardan bastante en llegar. Y la crítica vale retroactiva para varias gestiones atrás.

 

La desesperación del comercio

 

 

La palabra es atinada: desesperación. Los rubros que aún no pudieron abrir sus puertas por la pandemia la están pasando mal, y a pesar de que algunos permiten al menos tener delivery, la crisis es profundísima, los alquileres y servicios comienzan a pesar y la situación no parece mejorar.

 

El Estado entiende, así lo hicieron saber tanto Fernández, como Kicillof, y Galli, pero la situación es apremiante. “De una mala situación económica se sale, de perder una vida no” dijo el propio presidente de la Nación.

 

Está claro que estamos ante las puertas de un escenario mucho más dinámico de lo que pensábamos. Ya el lunes podrán abrir inmobiliarias y trabajar martilleros públicos. En las gateras, y como importantísima respuesta, aguarda gran parte de la economía comercial. El sábado a última hora el intendente Galli decidió enviar pedidos de excepción para prácticamente todos los rubros. A la espera de una respuesta, la "estable" situación de la pandemia (3 casos positivos y 2 curados) hace que tenga buenas chances de reanudar la actividad. 

 

 

La medida de los DNI fue una, quizás se comiencen a pensar nuevas alternativas. Pero está claro que la situación se agudiza y en la flexibilización, restará esperar las decisiones de los gobiernos para ver cómo seguimos bajo esta inédita y durísima pandemia.

 

Los salarios

 

 

Mucho se habla acerca de cuándo se abonarán los sueldos de los empleados municipales. Incluso, el secretario general de los Trabajadores Municipales, José Stuppia, pidió que se contemplen a trabajadores que no son de la Salud pero estuvieron afectados a la pandemia en el bono que Alberto Fernández otorgó a “empleados esenciales” de 5 mil pesos.

 

Pues bien, primero lo primero: el propio Stuppia en un audio viralizado por Whatsapp más declaraciones periodísticas del intendente Galli adelantaron que el pago de sueldos será la semana entrante, no se sabe a ciencia cierta sobre la fecha, pero será.

 

 

También se indicó por otras fuentes que a los 10 millones de pesos asegurados para Galli por la Provincia, llegará otra suma -muy importante- que sería el empujón final para el pago de salarios. Según se indicó, sería un préstamo con plazos medianamente cómodos para su devolución. Si bien no se logró confirmar el monto exacto (algo que posiblemente se informará con el correr de los días) era una ayuda más que importante para paliar la aguda situación que atraviesa el Municipio.

 

Una muy buena noticia -seguimos rezando a san obra pública, privada, o como venga- es que los trabajos en L'Amalí II se reanudarán, al menos de forma lenta y con las medidas sanitarias correspondientes. Pero se reactivará. Eso implicará nuevo movimiento en las empresas y, en correlato, en un impulso pequeño, pero impulso al fin, en la economía.

 

Si la rueda se mueve, esto puede ser menos traumático de lo que ya es. Tenemos dos personas curadas de tres de coronavirus en Olavarría, y sin contagios hace tiempo. Seguir pensando en positivo, y creer que dentro de poco todo volverá a una nueva -pero necesaria- normalidad.

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