Pasados 36 años de búsqueda incansable, hace exactamente tres años atrás, la Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, encontró a su nieto nacido en cautiverio, cuando su hija llamada Laura estuvo prisionera durante la última dictadura cívica militar.
Se trata del olavarriense Ignacio Montoya Carlotto, que fue identificado como el nieto número 114 y desde aquél 5 de agosto su vida dio un giro inesperado, hoy a tres años de aquel suceso dialogó con Infoeme, contó acerca de su día a día, su vida como padre y artista.
“Este año estoy más tranquilo ya que el shock me llegó en el segundo, porque en el primero fue todo sorpresa. A esta altura ya me toma encaminado en mi vida de vuelta y pude darme cuenta que hay cosas que fueron muy duras” comenzó diciendo Ignacio con respecto a su “consolidación de identidad” –como lo denomina él- porque en realidad eso “representa lo que a mí me pasa, más que hablar de una recuperación” puntualizó.
Actualmente Ignacio se desempeña como músico a tiempo completo, continúa en un grupo de sexteto -con el que en 2015 presentaron un disco- además tiene un dúo de tango con el olavarriense Daniel Rodríguez, en unos meses presentará un disco con la banda de rock Forasteros Blues, y trabaja en proyectos sinfónicos en la sinfónica Juan de Dios Filiberto, y el veinte de septiembre realizarán una presentación en el CCK (Centro Cultural Kirchner), a modo de cierre de año junto a Cecilia Torres.
Por otro lado y en junio del año pasado la vida del artista olavarriense volvió a dar un paso trascendental. Tras una ansiada espera, junto a su pareja Celeste Madueña, recibieron a su hijita Lola: “Al ser padre mi vida dio un giro importantísimo y eso te hace correr el foco en el sentido de que hay cosas que comienzan a ser más importantes y te corres de haber vivido un par de años centrado únicamente a vos”.
Posteriormente llegó el momento de hablar de su relación con su abuela, con Estela, la mujer que lo buscó bajo cielo y tierra y con la que hoy el trato es “bueno” pero se trata de una relación que “arrancó muy tarde y hay que construir a partir de otra cosa, cuando uno piensa en los abuelos estuvieron desde siempre y yo tengo que aprender a ser de nieto”, manifestó.
En esa línea contó: “Nos vemos lo que podemos, su agenda es un delirio y la mía también, pero cuando coincidimos nos vemos” y con respecto a cómo transita Estela este aniversario de encuentro, apuntó: “no hemos hablando al respecto porque no tenemos tiempo para hacerlo y charlamos cosas más cotidianas” aunque reconoció: “la llegada de estas fechas para ella es súper importante“.
Para culminar Ignacio hizo un pequeño balance de lo que representaron estos tres años de transición y consolidación de identidad: “El año pasado me cayó la fecha y me asombré y no por la cantidad de tiempo sino por lo sucedido durante” asumió y destacó que, en algún sentido, “fueron tres años de recuperar mi vida cotidiana, lo de todos los días”.