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Autor: Marcos A. Wally
marquitos425@hotmail.com
El golpe de estado del 4 de junio 1943 respondía a una multiplicidad de causas esgrimidas por las fuerzas armadas. Una de ellas se refería a la presión norteamericana para que nuestro país rompiera sus relaciones diplomáticas con Alemania, frente a la cual se preveía que el gobierno conservador de Castillo iba a ceder, alejando así a la Argentina de su política neutral en la “Segunda Guerra Mundial†y la segunda causa se refería a la candidatura a presidente por el conservadorismo de Robustiano Patrón Costas cuya elección prolongaría desde esta mirada el fraude y la corrupción de los años treinta.
En la planificación de ese golpe de estado como es sabido se destacará una logia militar secreta conocida como G.O.U (Grupo de Oficiales Unidos), que antes y después del golpe tuvo un papel influyente en el desarrollo de la posición nacionalista y la conquista de adeptos a ella en el conjunto del ejército, encontrándose dentro de esos oficiales figuras destacadas del próximo momento político, el Coronel Juan Domingo Perón y el Teniente Coronel Domingo A. Mercante (Rock, 1999: 312-315). Una tercera causa del golpe de estado que sostenía fervientemente esta logia se debía al avance comunista en Argentina en la conformación de un Frente Popular, bajo el nombre de “Unión Democrática†que tenía con los votos comunistas, socialistas y sobre todo radicales la posibilidad de obtener una victoria en los comicios presidenciales (Potash, 1984: 26-28). En dicha logia no faltaban según otros autores simpatías fascistas, por lo cual “el peligro rojo†digitado por la Unión Soviética debía ser eliminado a la brevedad.
La retórica oficial del Partido Comunista (P.C) había girado en torno a buscar aliados entre los sectores reformistas del movimiento obrero y de la propia “Burguesía progresistaâ€, en función de construir una alianza articulada por un programa antifascista, lo que efectivamente terminará de cristalizarse más tarde en 1945.
El Partido Comunista Argentino había nacido como un desmembramiento del Partido Socialista bajo el nombre de Partido Socialista Internacional (PSI) y que encontraba en la “Revolución de Octubre†soviética de 1917 una nueva bandera a seguir “la dictadura del proletariado†que había levantado Vladimir Lenin, dejando así atrás la propuesta democrática, reformista y gradualista que había propuesto Juan B. Justo para el Partido Socialista.
El historiador Hernán Camarero sostiene: “En la Argentina de entreguerras, el Partido Comunista obtuvo una ascendente presencia en el campo político, social y cultural del país, quizás, las más importante conseguida en su historia. Durante esos años, logró agrupar a miles de militantes, montó una densa red de agitación y propaganda, lideró conflictos gremiales trascendentales y se convirtió en la organización más poderosa en el proletariado industrial, superior a las otras corrientes con las que venía disputando espacios (anarquistas, socialistas y sindicalistas). Asimismo, constituyó múltiples instituciones socioculturales en el seno de la clase trabajadora: bibliotecas, escuelas, clubes deportivos, agrupaciones femeninas, infantiles y juveniles, asociaciones de inmigrantes, ligas antiimperialistas, antiguerreras y antifascistas, organismos de solidaridad, entre otras†(Camarero, 2007: 13). Con respecto a su mayor presencia dentro de los trabajadores se profundizó “desde la masiva y victoriosa huelga de los obreros de la construcción, ocurrida hacia fines de 1935 y principios de 1936, dirigida por los comunistas, estos experimentaron un enorme crecimiento en el movimiento obrero organizado, que los convertirá en años venideros en la corriente política más importante entre los obreros industriales del país y le permitirá acceder a la codirección de la CGT†(Camarero, 2007: 40).
En ese contexto de avance sindical de las ideas comunistas, se va a producir uno de los conflictos sindicales más importantes de nuestra historia local, y el cual va ser atravesado violentamente por el golpe de estado del 4 de Junio. A nivel nacional el P.C había logrado el control de la Federación Obrero de la Construcción (F.O.N.C) que era el segundo gremio en importancia del país por la cantidad de afiliados y que tenía en nuestra ciudad un gremio adherido “Sindicato Obrero de la Construcción†con seccionales en Loma Negra, Calera Avellaneda y La Providencia.
La empresa Loma Negra prohibía la actividad comunista en la fábrica, los combatía recuerda Alberto Mujica, y con ese fin deja cesante a treinta y seis trabajadores en 1942 bajo el pretexto de que la guerra al producir una merma en la producción de petróleo había afectado la producción cementera y que por ello se veía obligado hacer esos ajustes. Lo cual generó un conflicto gremial que se extenderá hasta el año 1943 con diferentes huelgas obreras pidiendo la reincorporación de los trabajadores despedidos. (Wally, 1992: 159 a 162).
Así recuerda Alcides Díaz aquellos años de militancia: “La actividad del partido era importante, el secretario del sindicato de Loma Negra era comunista cuando se constituyó, el secretario general del Sindicato de la Construcción era del partido Antonio Rossi. Hector de los Reyes tenía un hermano Ramón que fue fundador del partido en el año 1937 junto con Siacheti que era farmacéutico, y un inmigrante italiano que no recuerdo el nombre y luego vino F. Chueca que fue un gran impulso para el partido, pero claro siempre sufrimos persecución. Afiliados seríamos unos 50 o 60, teníamos un célula en Loma Negra, en La Providencia Carlos Arcia, en Sierras Bayas teníamos una célula y una vés nos sacaron cagando fuimos me acuerdo en tiempos del peronismo hacer una proclama y le tiraron un tiro a Chueca, otra en Hinojo, en Pueblo Nuevo no había comité eran células en esos lugares. Estaba Américo Piñeiro que fue el secretario del sindicato de mecánicos José Migliavaca que era albañil y por muchos años fue secretario del sindicato de los albañiles. La gente no se afiliaba por el temor, si te agarraban haciendo actividad te llevaban preso lo fichaban y al otro día rompían el papelâ€.
Finalmente llegó el golpe del 4 de junio y de la mano de ella la represión y el encarcelamiento que en forma no casual afectó en Olavarría especialmente a los promotores de las huelgas de Loma Negra: “A mí me detienen el 13 de Junio de 1943, una semana después del golpe del 43, con orden de allanamiento del juez Crosta. Estuve detenido no menos de cuatro meses, yo estuve en el segundo envío a Neuquén esposado de acá hasta Neuquén, con la mano cruzada con otro detenido, una iba al baño y el otro esperaba afuera, con policías en cada punta del vagón con ametralladoras, el jefe de policía debería ser nos dijo antes de partir: “Señores yo tengo la orden de llevarlos a Neuquén vivos o muertos de ustedes depende la felicidad del viaje. Primero nos llevaron a La Plata allí estuvimos detenidos en el Departamento de Policía un día y una noche detenidos entre la mugre y la humedad, una porquería era!!! Me acuerdo que Chueca durmió de rodillas, al otro día nos llevaron a la sección especial de represión al comunismo y luego enviados a la Penitenciaria Nacional por una semana. Había dirigentes de todo el país ahí, había celdas para dos detenidos luego nos mandaron a Neuquén, fuimos 9 de Olavarría ahí, otro grupo que cayeron detenidos el 14 de Junio fueron a Martín García†(Díaz, 2011: entrevista)
Así recordaba en sus memorias aquellos años el militante Luis Sommi: “La mayoría de los presos éramos obreros. En esta etapa de la “revoluciónâ€, los mandones se habían especializado en la caza de los militantes obreros que no se dejaban domesticar. Los partidos tradicionales estaban desmoralizados o eran incapaces de organizar algo serio contra la dictadura (…) Centenares de militantes obreros llenaron las cárceles del país. No obstante, en el pabellón celular no todos eran obreros. También había estudiantes, abogados, médico y profesores que pagaban con la prisión su digna y valiente resistencia a la dictadura†(Sommi, 1946: 19). El sentido del envío de los presos políticos a Neuquén respondía a la idea de incomunicarlos con sus pares políticos, donde la distancia con los lugares de origen de los detenidos, su familia, el frío, la restricción de visitas, la imposibilidad de tener noticias sobre el “mundo exterior†y un sistema carcelario que trataba mejor a los delincuentes comunes que a los presos políticos constituía una estrategia represiva decisiva de la “revolución del 43â€
Poco tiempo después del golpe de estado del 4 de Junio de 1943. El G.O.U realizaba el siguiente balance: “En la Capital la lucha contra el comunismo y la masonería prosigue con pleno éxito; especialmente el primero ha sufrido un golpe mortal y su desintegración es casi completa; los principales dirigentes están detenidos y recluidos en las cárceles de territorios lejanos†(Potash, 1984: 136).
En menor medida que los comunistas, los socialistas también fueron perseguidos y debilitados Sus centros fueron cerrados, sus diarios y publicaciones prohibidas. El estado de sitio dictado por la dictadura silenciaba a buena parte de los dirigentes obreros, mientras que otros eran seducidos desde la Secretaria de Trabajo y Previsión presidida por Juan Domingo Perón, que a través de su cooptación de los sindicatos y sus leyes sociales abría una nueva página en la historia argentina levantando la bandera de Justicia Social que bastante tiempo atrás diferentes ideologías habían forjado dentro de la cultura de los sectores populares.
Fuentes consultadas:
Luis Sommi, Neuquén, “Vida de los presos políticosâ€, Buenos Aires, Partenon, 1946, p.19
Juan W. Wally, “Aspectos históricos de Olavarría. 1940-1943â€, en quinto encuentro de historia regional 6 de octubre 90. Historia de los pueblos al Sur del Salado, Olavarría, Ediciones Lembas, 1992, pp 159-162.
David Rock, “Argentina 1516-1987: Desde la colonización española hasta Raúl Alfonsín, Buenos Aires, Alianza, 1999, pp. 312 - 315.
Hernán Camarero, “A la conquista de la clase obrera: los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina: 1920-1935â€. – 1ª ed., Buenos Aires, Siglo XXI Editora Iberoamericana, 2007, pp. 13 – 40.
Robert A. Potash, “Perón y el G.O.U. Los documentos de una logia secreta, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1984, p. 136.
Entrevistas:
Alberto Mujica, Olavarría, 28/07/2011
Alcides Díaz, Olavarría, 22/03/2011