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Alrededor de mil personas adhirieron en Olavarría hoy a la concovatoria gremial en repudio por el asesinato del docente neuquino Carlos Fuentealba, en una clara manifestación de rechazo social a la represión de los reclamos sociales.
Eso sucedió también en Olavarría, una ciudad que no suele ser afecta a este tipo de manifestaciones. Tal vez por eso el oficialismo no asistió al evento y su ausencia no pudo disimularse: no hubo ni concejales ni funcionarios del eseverrismo y el Ejecutivo local ni siquiera dispuso la típica camioneta de la Dirección de Tránsito que suele abrir el paso a las concentraciones en marcha.
Una cuadra y media de manifestantes en la marcha más importante de los últimos tiempos
En realidad, la CTA que comanda Alex Hiese no había avisado de la marcha, que quedó supeditada a la asistencia. Cuando ésta se hizo importante se decidió caminar desde la plaza hasta General Paz, de allí a Vicente López, hasta Dorrego, luego Rivadavia y al final hasta la plaza donde hubo un peque?o acto. Pero ni cuando el grupo estuvo parado ni cuando se puso en marcha hubo personal ni policial ni municipal cerrando las calles.
Los docentes y los gremios comenzaron a concentrarse desde las 10:30, con la enorme bandera que CTA dispone en estos casos.
Muchos docentes, algunos con guardapolvos, marcaban una clara consigna: era una marcha de maestros, indignados porque en un reclamo en el Sur les asesinaron a mansalva a un compa?ero que pedía mejores condiciones de trabajo.
Estuvieron aquí todos los gremios, desde el sector más ortodoxo de la CGT de Miguel Arena y del Cesso de Miguel Santellán, hasta los más progresistas como los organizadores CTA y Suteba, o los más tradicionales entre docentes no combativos, como la Feb o Sadoc.
Todo junto a banderas y militantes de izquierda, organizaciones sociales sin alineamiento y vecinos comunes que se sumaron al repudio a medida que la marcha avanzaba por el centro.
Todos marcharon contra el asesinato y en cierto momento hubo bombos de adhesión que se terminaron retirando: al igual que sucedió esta ma?ana en Tandil los docentes no quisieron que se partidizara la marcha.
Las 600 personas que iniciaron la marcha eran 800 al volver a la plaza.
Luego del recorrido hubo tres oradores: el secretario general de la CTA Alex Hiese, y por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos Mirta Millan y Rosana Cassataro.
Hiese mostró su satifacción y al pedir un minuto de apluasos por los luchadores sociales “muertos en los últimos 30 a?os? denunció que “los gobiernos provinciales vienen tirando muertos como Maximiliano Kosteki, Víctor Choque, Teresa Rodríguez y ahora Carlos Fuentealba?.
Allí comenzó el aplauso sostenido (ver video) que duró un minuto y tal vez un poco más, initerrumpidamente en las palmas de centenares de asistentes que ya se acercaban a las mil personas.
Luego habló Cassataro. La militante de la APDH, quien también es docente y lucía como muchos de los maestros presentes una cinta negra de duelo por el crimen de Fuentalba, sostuvo que “los derechos humanos son interdependientes y si no se aseguran los derechos de los educadores no se está garantizando el derecho a la educación de la población?.
“El Estado mantiene en la precariedad a sus trabajadores pagando en muchos casos salarios en negro, ilegales y por debajo de la canasta familiar y el mismo Estado que hace campa?as por los derechos de los trabajadores no cumple con esas normas laborales. ?Cómo pude ser que en el país donde se habla de superávit fiscal haya trabajadores con sueldos de hambre? En un país donde se habla de derechos humanos ?cómo es posible que se reprima a quienes reclaman por sus derechos??, dijo Cassataro.
Luego siguió el discurso de Mirta Millan, que fue todavía más abarcador al anunciar las discriminaciones y las marginaciones sociales sectores postergados en la Argentina.
Como detalle ?o no tanto- cabe la distancia que tomó el Municipio en lo simbólico. No sólo no hubo funcionarios oficiales sino que la bandera del edificio no estaba a media asta, como lo dispuso la Gobernación, y el estandarte que suele flamear en la plaza central no estaba en el mástil.