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El femicidio de Sofía reavivó el crimen de Andrea Trinchero: "Queremos justicia"

Familiares de la mujer desaparecida y asesinada, dialogaron con Infoeme luego de que el femicidio de Sofía Belén Vicente presentara similitudes al momento del hallazgo del cuerpo con lo que ellos vivieron años atrás.

Por Luciana Pedernera

lpedernera@infoeme.com.ar

 

El femicidio de Sofía Belén Vicente hizo ruido. No sólo porque se sumó a la larga lista de casos aberrantes que acumula Olavarría, sino porque trajo recuerdos y, entre esos recuerdos, brota y retumba por todos lados un nombre: Andrea Trinchero.

 

En medio del dolor, Infoeme dialogó con la familia de Andrea que, desde el día que se halló el cuerpo de Sofía, hasta hoy, no paran de encontrar similitudes con lo que ocurrió hace 18 años. Andrea apareció muerta en un pozo y, ese pozo, estaba ubicado frente al campo en el que hace menos de diez días encontraron a Sofía.

 

Andrea Trinchero trabajaba como prostituta para darle de comer a sus tres hijos. Era parte de una familia de cinco hermanos con muy pocos recursos. Era oriunda de Mar del Plata. Pocos meses antes de su muerte había elegido vivir en Olavarría, “para empezar de cero”, afirma su hija que, a los 14 años, enfrentó la desaparición de su madre y vivió el dolor de encontrarla muerta.

 

“Ella desapareció la noche del 30 de diciembre, ya 31 a la madrugada de 2005 y la encontraron el 20 de julio de 2006 en un pozo, frente al campo donde encontraron a Sofía ahora”, recuerda Karina, su hermana.

 

“Esos seis meses, la buscamos por todos lados. Yo particularmente me metía en cualquier lado. Me iba a los campos, agarraba la Del Valle, para el sector de quintas, buscándola a los gritos como una loca, en el medio del campo, por la ruta gritaba: ‘Andrea, Andrea’, esperando que por allá me levantara la mano y me dijera ‘Acá estoy’”, agrega.

 

El cuerpo de Andrea fue encontrado “por una persona que fue a limpiar el lugar, porque supuestamente recién lo había comprado, sintió olor, levantó una chapa y la vio”.

 

Karina, en medio del dolor, tomó la decisión de ir al lugar donde encontraron a su hermana y afirma: “De noche, ahí, no entra nadie, no pasa nadie, es muy oscuro, muchos árboles, el pasto estaba muy largo, era un pozo muy al ras del piso, rodeado de pasto, si pasabas caminando te tropezabas, muy limpio el pozo, alrededor con ladrillos, un lugar muy oscuro”.

 

Por ese entonces, el 20 de julio de 2006, los familiares de Andrea se enteraron del hallazgo del cuerpo “por las noticias”. “A nosotras nadie nos llamó, nosotras fuimos a la Comisaria y de ahí a mí me llevaron a la morgue del Hospital a reconocer el cuerpo de mi hermana, una imagen que, mientras viva, no se me va a ir jamás”.

 

La autopsia tampoco determinó muchos datos. El estado en el que se encontraba el cuerpo dificultó tener precisiones. “No pudieron determinar cuándo murió mi mamá, si antes de meterla en el pozo o después, pero la metieron de cabeza, no se podría haber dado vuelta jamás”, dice su hija.

 

“Lo único que determinó la autopsia fue un ahorcamiento, y un desgarro en la pierna que no se sabía cuándo sucedió porque cuando la sacaron del pozo mi hermana se rompió toda, la sacaron por partes. No se determinó si cuando la metieron al pozo estaba viva o muerta porque había pasado tanto tiempo, que no pudieron ver si en sus pulmones había tierra o no”, continuó Karina.

 

 

Pasaron 18 años, sin culpables y sin justicia

 

Si hay algo que atraviesa a la familia de Andrea, en estos 18 años, es que nadie hizo nada por ellas. Sienten que las abandonaron. “Nunca hubo una certeza, el fiscal en ese tiempo era Francisco Tourné, el primer tiempo daba la impresión de que no nos quería recibir, siempre estaba ocupado, o los secretarios te decían que no estaba”, cuenta Karina.

 

Sin embargo, insistieron tanto “hasta que atendió”, pero los resultados no eran los esperados. “Siempre decía cosas distintas, que sospechaba de uno, de otro”, indica.

 

Tiempo después el caso pasó a manos del fiscal Martín Pizzolo, quien le dio a Karina “el nombre, apellido y hasta la dirección de una persona, pero dijo que no tenía pruebas para meterlo preso”. “No sé qué quería que hiciera con esos datos”, afirma.

 

“Nunca nadie nos ayudó, nunca nadie nos dio información, nadie nos mantenía al tanto de lo que iban haciendo, si hacían allanamientos o rastrillajes, nunca nos informaban. Cada cosa que nos enterábamos era por el diario o porque íbamos a preguntar cómo iba la causa. Nadie nos asesoró nunca jamás”, expresa.

 

Sin embargo, hay un detalle que tanto a Karina como a la hija de Andrea no les escapa: “Nosotras somos personas humildes, de bajos recursos, no teníamos ni para pagar un boleto de colectivo para viajar a Buenos Aires, en ese tiempo no teníamos nada”.

 

“Nunca nadie se acercó. Nadie jamás. No hicieron nunca nada. Nos abandonaron por ser pobres. Nadie se solidarizó con nosotras ni por lástima, ni por sentir nuestro dolor, a nadie le importó”, pronuncian en medio de la impotencia de no saber, siquiera, qué fue lo qué pasó con Andrea.

 

El femicidio de Sofía y los deseos de justicia

 

“Son muchas las coincidencias del caso de mi hermana con el de esta chica. Es una persona que conoce bien la zona, porque si no conocés bien la zona, no te metés”, explica Karina mientras se esfuerza por esbozar recuerdos de todo lo vivido.

 

Al mismo tiempo, su hija, quien marchó por primera vez ante un femicidio el 10 de marzo, rememora: “Hace seis años atrás que agarró la causa Serrano, había ido una persona a declarar, pero no hicieron nada, esa declaración quedó ahí”.

 

Por su parte, Karina exige: “Ahora más que nunca lo que queremos nosotras es Justicia, pasaron muchos años y hay muchas coincidencias con este caso, quizás en medio de la desgracia de esta chica, se abrió el camino para buscar nosotras justicia”.

 

Con un nudo en la garganta que hace difícil cada palabra, Karina recuerda a su hermana como una buena mujer, "una buena madre, que hacía lo hacía por sus hijos". "Ella trabajaba para darle a sus hijos lo que podía, no lo que quería, lo que podía”, dice, mientras que su hija acota: “Para mí fue mamá y papá”.  

 

Hace seis años, por medio de un testigo que presentó otra de las hermanas de Andrea, la causa se reabrió. Pero hasta el momento se desconoce en qué estado se encuentra. Por ello, han decidido presentarse ante la justicia y pedir que la investigación avance.

 

“Hoy no tengo mucho, pero tengo con qué viajar, podría pagar una nafta para ir a algún lado a que alguien me ayude. Antes no tenía ni una bicicleta para moverme. Además, hoy me siento acompañada por ella, porque en ese tiempo ella era muy chica”, señala Karina.

 

Ante esto último, plantea: “Esta vez no sé si llegaré a algo, pero por lo menos lo voy a intentar, quiero que pague el que le hizo esto a mi hermana, hacía pocos meses que estaba en Olavarría, no tenía problemas con nadie".

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