Luego de que una familia olavarriense denunciara la terrible “odisea” por la que tuvo que pasar para concretar el sepelio de una familiar, diferentes vecinos de la ciudad aprovecharon la oportunidad para contar los “destratos” de los que también fueron víctima por parte de la empresa Loma de Paz durante el duro momento de tener que despedir a un familiar.
Fueron los hijos y nietos de Dolly Nesterrine viuda de Ferreryro, quienes, a partir de una carta que difundieron, dieron cuenta de la difícil situación que se vieron obligados a atravesar para darle sepultura a su familar.
Según contó la familia, desde un primer momento -en el que le expresaron que no sería posible realizar la inhumación por razones operativas- desde la empresa los tuvieron “a las vueltas” durante varios días, hasta que en determinado momento -y ante la amenaza de la familia de levantar una queja- los convocaron "improvisadamente" para realizar el sepelio a las 12 del mediodía.
Fue después de este hecho que los familiares de la mujer hicieron público su reclamo por “la total falta de empatía” que demostraron desde el cementerio, lo que fue producto de una “situación angustiante, desorientadora y hasta generadora de cierta bronca” en todos los presentes.
A partir de la publicación de este relato, muchos otros vecinos olavarrienses aprovecharon para contar experiencias similares que atravesaron a la hora de darle sepultura a un ser querido.
Tal es fue el caso de Daniela, que hace menos de un año, en plena pandemia, contó el difícil trance que le tocó protagonizar para poder inhumar a su madre.
De acuerdo a lo que relató, en el momento en que iban a proceder a sepultarla, los empleados de la empresa le dijeron que no sería posible llevarla a cabo en ese momento y que, por esa razón, iban “a dejarla en el depósito” y que al día siguiente le "avisarían con tiempo” la fecha y el horario en que se reprogramaría el sepelio.
“Pero eso no fue así, porque a las 9 de la mañana del otro día me llamaron y me dijeron que en 15 minutos la enterraban. Me apuraron y yo les dije 'Si llegás a enterrar a mi mamá antes de que nosotros lleguemos les va salir muy caro', lo amenacé de esa manera porque el hombre me insistía en que el entierro se hacía ya”, recordó Daniela.
La situación se tornó difícil, ya que la mujer no tenía movilidad para llegar tan rápido, y para el momento en que lo consiguió -cerca de media hora después del primer llamado de la empresa-, los empleados la habían llamado dos veces más, insistiendo en que debía “apurarse”.
“Fueron extremadamente insistentes, y cuando llegamos nos encontramos que el cajón ya estaba arriba del carro y nos seguían apurando, porque ese día, al igual que el primero, también llovía. El maltrato que vivimos desde un principio se extendió hasta el último momento”, relató la mujer.
“Volví a mi casa indignada, lloraba, no sabía qué hacer. Llamé a las oficinas que están en la calle Alsina para expresar mi descontento y no me dijeron nada”, agregó.
“Fueron inhumanos, no están capacitados para trabajar en un lugar así. Esa experiencia me quedó y todavía me duele, sobre todo cuando escucho nuevas experiencias similares”, concluyó.