A René Huallpa la vida le sonríe. O mejor dicho: él le sonríe a la vida. Es raro verlo serio. Su carisma único y su trabajo constante lo han llevado a ser uno de los personajes predilectos de nuestra ciudad. Con su moto recorre a diario las calles de Olavarría, saludando a todo aquel que se cruce. “En la vida no cuesta nada ser amable con las personas. Porque uno le desea lo mejor a todos. La buena onda hay que darla a todos, no hay que quedársela para uno”, reflexiona en diálogo con Infoeme.
Nació en Olavarría hace 52 años, pero fue concebido en su querida Bolivia. Sus padres llegaron a nuestra ciudad con 2 hijos y a la espera de otro buscando un futuro mejor. “Mi mamá venía con la panza, adentro venía yo. A partir de mí, mis otros hermanos nacieron acá”, nos cuenta.
Yo me siento orgulloso de ser boliviano, así como me siento orgulloso de ser olavarriense.
Si bien nunca viajó a Bolivia sus raíces lo han marcado a fuego. “No conozco Bolivia. Siempre tuve oportunidad de viajar, pero me terminaba quedando. Pero ya lo voy a hacer, hay que darle tiempo al tiempo”, afirma con un tono pausado, sin apresurarse. Sabe que algún día conocerá ese magnífico pueblo que lo trajo hasta acá.
En su casa, sus padres mantuvieron sus costumbres y tradiciones. Inclusos hablaban quechua. “Yo siempre digo que no nací en Bolivia pero es como si estuviera allá. Yo me siento orgulloso de ser boliviano, así como me siento orgulloso de ser olavarriense”. Sin dejar de lado sus raíces, ama la ciudad que lo vio nacer. “Yo a este pueblo no lo cambio por nada. Aunque vos me digas que allá está todo el oro del mundo, yo no me voy. Porque Olavarría es Olavarría, no lo cambio por nada. Mejor ciudad que ésta no hay”, dice orgulloso en diálogo con Infoeme.
Aunque vos me digas que allá está todo el oro del mundo, yo no me voy. Porque Olavarría es Olavarría, no lo cambio por nada. Mejor ciudad que ésta no hay.
Su madre siempre le decía que lo iba a llevar a Bolivia para que conociera una boliviana y se casara con ella. Pero no hizo falta, la vida le tenía preparada una sorpresa. “Yo la conocí en el año 91 o 92. Nos conocimos en una fiesta de la colectividad. Mi mamá iba a cocinar a esa fiesta y me pidió que le llevara una olla. Y el destino hizo que nos conociéramos ahí”, cuenta sobre María Alicia, quien nació en Cochabamba y se acompañan hace más de 30 años. Juntos tuvieron 4 hijos, quienes son su espejo diario.
Toda una vida vendiendo diarios
Empezó vendiendo diarios cuando tenía 8 . En todo este tiempo ha llevado las noticias a miles de familias olavarrienses. "Con las revistas empecé en el 93. Le he vendido revista a los chiquitos que hoy son profesionales y tienen sus hijos. Son muchas etapas, los chicos van creciendo. Yo me acuerdo que les vendía para el casamiento y hoy tienen sus hijos. Son cosas lindas".
En estos más de 40 años como canillita tiene cientos de historias. De más chico, se paraba a vender diarios durante la madrugada en la puerta del histórico boliche Yamó. Los jóvenes de aquel entonces aprovechaban y se llevaban las noticias frescas para su casa. Más de una vez se ha ido a comer con alguno que otro que lo invitaba. “A veces alguna pareja me invitaba a comer. No tenían por qué hacerlo pero me invitaban a comer una pizza”, recuerda.
Su personalidad tranquila y solidaria lo ha llevado a ser muy querido en la ciudad. Hubo dos grandes momentos en los que lo ha podido corroborar. Hace 4 años le robaron la moto y a las pocas horas se viralizó tanto que el dueño de una agencia lo llamó para darle una. Con la tristeza a cuestas, pensó que se la prestaría unos días para poder seguir trabajando. Pero no, se la regalaba. La indignación de muchos hicieron que su historia llegara a la persona adecuada. La vida le devolvió en ese momento un poco de lo que tanto ha sembrado.
En mayo del año pasado tuvo Covid, la cosa se complicó un poco y fue diagnosticado con neumonía bilateral, tuvo uno de los pulmones muy afectados. Pasó un mes y medio sin poder subirse a la moto a repartir. Y otra vez la solidaridad golpeó su puerta. “Los clientes son como mi familia. Ellos están pendientes. Cuando me agarró Covid algunos clientes iban a mi casa a comprar las revistas, a llevarme plata”. Otra vez pudo cosechar lo que había sembrado.
Los clientes son como mi familia. Ellos están pendientes.
Son tiempos difíciles para los medios de comunicación, sobre todo los de papel. Publicando en WhatsApp pudo encontrar una salida a la crisis y mantener un trabajo que cada vez se encuentra más en extinción. Si bien era reacio a modernizarse, ese paso le sirvió para llevar su trabajo a otro nivel. “Yo me negaba. Me compré el celular y en la época de pandemia con eso vendía. Publicaba fotos y me encargaban. No es como tocar el timbre y avisarle que llegó tal revista. Pero con esto es como visitar 20 familias en dos segundos. Hay días que tengo en el WhatsApp 30 o 40 mensajes”, nos cuenta orgulloso de su paso tecnológico.
Es difícil borrarle la sonrisa de la cara. La tiene grabada a fuego. Aunque hable de temas serios siempre muestra sus dientes. “Argentina puede estar mejor cuando quiera. Son los políticos los que no nos permiten hacer cosas buenas. Si pensamos un poquito más en el pueblo, en la clase trabajadora, esto no estaría así. Vivimos en un paraíso”, cierra el diálogo con Infoeme.