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Madraza: vivió en la calle, le sacaron un hijo y lo recuperó 30 años después

Alicia sufrió desde pequeña la violencia y el maltrato. A pesar de ello, logró formar una familia con la que compartirá este Día de la Madre.

La vida de Alicia Imaz ha sido dura por donde se la mire. Desde su infancia debió luchar contra el maltrato, la violencia y el desamparo. Tuvo que vivir en la calle, crió a sus hijos sola y a uno de ellos se lo quitaron antes que cumpliera un año. Lo recuperó 30 años después y ahora vive en paz.

Mi vida fue siempre complicada. Todos mis hijos sufrieron. Gracias a Dios, no me tienen rencor, me aman. Son mi mundo.

Actualmente, se dedica a limpiar casas. Con sus 53 años, de lunes a sábado recorre con su bicicleta de punta a punta la ciudad para llegar a tiempo a sus doce trabajos. Este domingo celebrará el Día de la Madre con sus hijos, sabiendo que ha dado todo por ellos y que ellos la aman por eso. “Mi vida fue siempre complicada. Todos mis hijos sufrieron. Gracias a Dios, no me tienen rencor, me aman. Son mi mundo. Y mis nietos, ni hablar”, señala a Infoeme orgullosa de la familia que formó.

 

 

Una infancia dura y una adolescencia aún peor

 

Nacida en 1968, hasta los 6 años vivía algunos días con sus padres y otros con una familia que la terminó criando. En ambos lugares, la situación no fue para nada buena. “Mi infancia fue bastante dura. Mi padre golpeaba a mi mamá, sufrimos mucho, tuvimos muchos problemas”, relata a Infoeme. “Después nos fuimos a vivir a Mar del Plata con esta familia y ahí la pasé mal, mal, mal. No fui feliz con la familia esa que me crió. La pasé re mal: maltratos, golpes”, agrega.

Su adolescencia no fue mejor. A los 17 años quedó embarazada y vivió el desamparo en primera persona. “Estuve un mes internada porque nadie me sacaba del hospital. Al ser menor edad, si nadie me retiraba, no me dejaban salir. Ni siquiera mi marido me iba a buscar, que era mayor de edad”. Ahí supo que con su hija estaban solas y debió luchar contra ello.

Estuve un mes internada porque nadie me sacaba del hospital. Al ser menor edad, si nadie me retiraba, no me dejaban salir. Ni siquiera mi marido me iba a buscar, que era mayor de edad. 

Tuve una pareja complicada, él tomaba y me pegaba. A los cuatro meses, me separé y me vine a Olavarría. Después él me vino a buscar, me llevó a Mar del Plata y volví a quedar embarazada”, narra Alicia con el dolor a cuestas, marcada por todo lo vivido. Regresó a la ciudad y vivió con su padre, en un contexto violento y duro. Luego, él la echó y debió pasar varias noches con sus hijos en la calle, sin tener a dónde ir.

 

El amor de madre nunca se olvida… aunque pasen 30 años

 

Su segundo hijo nació cuando la primera tenía apenas un año y dos meses. Juntos debieron atravesar la calle. Luego, una familia los dejó vivir en su casa, pero nada fue color de rosas. “Los nenes usaban pañales y como se les pasaba el pis me dieron un pedacito de colchón todo sucio para que ellos duerman ahí. Yo no podía dormir en la cama y ellos en el piso. Entonces me tiraba unas frazadas y dormía al lado de ellos”, recuerda sobre aquellos momentos.

“Vos no tenés quién te ayude, si bien yo tenía familia. Vos te sentís que no tenés a nadie. Quizá si yo les decía, me daban una mano. Pero al yo estar sola y andar rodando de un lado al otro, caés en un lugar donde te tenés que bancar todo, el desprecio, todo. Nada es gratis en la vida. No es bueno vivir de agregado porque te tenés que bancar cualquier cosa”, reflexiona sobre lo que tuvo que pasar.

Yo no podía dormir en la cama y ellos en el piso. Entonces me tiraba unas frazadas y dormía al lado de ellos.

Viviendo allí sucedió lo que ninguna madre espera que pase. Una familia de origen gitano obtuvo la tenencia de su segundo hijo. En principio, iba a ser por un año pero a los pocos meses, desaparecieron. Era como si la tierra se los hubiera tragado. Alicia no tenía forma de contactarlos, habían dejado un teléfono en el que nadie respondía. En ese momento, perdió el rastro de su hijo.

“Yo lo iba a ver tres veces o cuatro por semana. No querían que lo alzara. Lo iba a ver pero hacía de cuenta que no era mío. Un día, fui a verlo y no estaban más ellos, se habían ido y ahí había una verdulería. El hombre que estaba ahí me dijo: `ellos me dijeron que tenés que ir al Juzgado, que ellos ahí te dejaron la dirección y el número de teléfono´. Yo llamé y nunca me pude comunicar”, recuerda sobre el peor momento de su vida.

Pasé mi vida pensando y sufriendo por eso. Nunca me olvidé. Cada vez era peor. Hasta ahora sufro mucho por lo que pasó. Pero queda, hay recuerdos malos que quedan.

Pasé mi vida pensando y sufriendo por eso. Nunca me olvidé. Cada vez era peor. Hasta ahora sufro mucho por lo que pasó. Pero queda, hay recuerdos malos que quedan. Me perdí toda la infancia de él. Me preguntaba cómo sería. No me podía imaginar cómo era. Me lo imaginaba igual al padre”, se emociona.

Y un día el teléfono sonó mientras se encontraba en su trabajo. Era su hijo más chico, su hermano, a través de su mujer, se había contactado con un sobrino. Ese momento que había esperado toda la vida había llegado. “Me puse nerviosa y no sabía qué hacer. Que él apareciera fue una bendición”.

Él estaba viviendo en Rosario y ya había formado su familia. Era un buen padre y muy trabajador. Unos meses después pudo conocerlo en persona. “Mi yerno me llevó engañada a conocerlo. Me dijo que me llevaba a Buenos Aires. Cuando ya habíamos pasado, me dijo que me estaba llevando al encuentro de mi hijo. Me quedé sin palabras. Mi hija lloró todo el viaje”, recuerda.

La angustia que sentí durante muchos años no me la podía sacar hasta que apareció él. Estaban los nervios pero el alma me volvió al cuerpo.

“Yo sentí la alegría más grande. No podía llorar, tenía nervios y se me había hecho un nudo en la garganta. La angustia que sentí durante muchos años no me la podía sacar hasta que apareció él. Estaban los nervios pero el alma me volvió al cuerpo”. Lo había visto por última vez siendo un bebé y ahora se encontraba con un hombre.

 

La historia dura tuvo su final feliz

 

Hoy Alicia puede disfrutar de sus cuatro hijos, los puede tener juntos en una mesa, compartiendo la vida. “Yo estoy muy feliz de tener a mis hijos. Porque el pensamiento me persiguió durante 30 años. En algún momento tenía que terminar. Hoy me siento muy liberada. Me siento tranquila porque todo ese infierno. Hoy me siento aliviada. Lo más doloroso que me pasó en la vida fue no verlo por 30 años. Pero ahora ya está”, el calvario llegó a fin.

Yo estoy muy feliz de tener a mis hijos. Porque el pensamiento me persiguió durante 30 años. En algún momento tenía que terminar.

La vida de Alicia ha sido un drama... y de esos duros que emocionan. Debió transitar el infierno y ganó la pelea. Tiene cuatro hijos que son su orgullo. Y su madre lo es para ellos. “A pesar de todo, ellos son buenísimos. Son sanos. Son educados, son buenas personas”. Los tres más grandes ya la han hecho abuela, con apenas 33 años debió asumir su nuevo rol. Hoy disfruta de ellos y este domingo brindará por la familia que ha formado.  

 

Si vos o alguien que conocés atraviesa una situación de violencia de género, podés comunicarte a la línea 144 que brinda atención telefónica especializada durante las 24 horas, los 365 días del año. Es anónima, gratuita y nacional.

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