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La lucha de Franco para poder estudiar desde la cárcel

El joven se encuentra en la Unidad Penal N°30 y en una entrevista a Infoeme contó su historia. Cómo llegó al delito y que fue lo que lo incentivó a ser hoy un estudiante universitario. 

Franco Escaig es un olavarriense que se encuentra privado de su libertad y que, tras ingresar por segunda vez a prisión, decidió terminar la escuela y comenzar una carrera universitaria. Hoy en día, intenta por todos sus medios darle continuidad a su trayecto educativo y, desde la cárcel de Alvear donde fue trasladado recientemente, contó su historia de vida, qué lo llevó a terminar en el delito y su lucha actual.

 

Franco es hijo de padres separados. Según contó, los primeros años de su vida los compartió con su mamá, quien tiempo después de separarse de su padre entabló una relación “conflictiva” con otro hombre, quien terminó siendo uno de los disparadores para que el joven terminara en la calle.

 

“Me sentía más cómodo estando en la calle que en mi casa. Comía en la calle, pedía en una panadería, era un ámbito donde la droga y las armas estaban al alcance de las manos”, recuerda Franco, que afirma que en ese tiempo él “era muy chico pero andaba haciendo cosas de personas grandes”.

 

Fue de esa manera, afirma, que llegó al mundo del delito: “Tuve causas de menor y de mayor, caí preso a los 19. Estuve dos años y ocho meses, luego salí por libertad condicional”, explica.

 

“En la cárcel nunca nadie me dio un tratamiento para ayudar a la reinserción, sólo violencia, más violencia de la que ya había vivido”, relata sobre la experiencia que vivió cuando ingresó por primera vez a una Unidad Penitenciaria.

Vista aérea de la Unidad N° 30 de Alvear

 

En esta ocasión tampoco se le dio la oportunidad de estar en un pabellón de “gente tranquila”. “Si sobrevivís, quizás tengas una oportunidad. Yo recibía mucha violencia de parte de mis compañeros y creía que era la forma de vivir”, recuerda el joven.

 

La primera vez que estuvo en prisión fue en el período de 2013 a 2016. Tras su libertad condicional, trabajó durante las primeras semanas, pero él “no quería estar en casa”, ya que no tenía “sus cosas” porque en la cárcel perdió todo: “La pase mal, fui muy ‘verdugueado’, estuve sin comer y me dejaron sin ropa, estas cosas me golpearon más”.

 

Después de un mes volvió a “caer preso”: esta vez por un “robo con armas”. Y recuerda que cuando volvió a salir en su casa “todo seguía igual”.

 

En 2018, adentro de la cárcel, se casó. Fue en ese momento, durante su segunda condena, que decidió esforzarse y se puso a estudiar: antes que nada, terminó la escuela secundaria, pero eso fue sólo el comienzo.

 

"Mi interés por la educación siempre estuvo"

“Un día mi mamá estaba en el teatro municipal y se encontró con una señora que era Analía Umpierrez, coordinadora del programa universitario de Educación en Contexto de Encierro. Ahí charlaron sobre mi situación. El contacto con Analía me permitió involucrarme con mis pares, con la educación, con todo lo que ayudara a cambiar y a buscar otra salida, ahí cambio mi vida”, relata Franco.

 

“Cuando salí de estar privado en libertad la primera vez, vi que no tenía nada, no había trabajo que me garantizara una mejor calidad de vida ni nada, y la universidad me permitió analizar esas cosas”, agrega.

 

A diferencia de lo que dictan muchos de los prejuicios con los que tiene que batallar, Franco afirma haber tenido esa motivación desde siempre, aunque las condiciones para concretarlo resultaban adversas: “Mi interés por la educación siempre estuvo, aun cuando vivía en la calle, igual estudiaba, siempre pensaba en hacer algo mejor. Pero las oportunidades no eran las mismas”, explica.

 

Franco es estudiante de la Licenciatura de Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Sociales y durante la pandemia se inscribió en Abogacía en la Facultad de Derecho. Hace algunas semanas tuvo que atravesar una difícil situación luego de que lo trasladaran, sin justificación, a una unidad que no le garantiza su acceso a la educación.

“El traslado género problemáticas en las condiciones de detención. Es muy fea esta situación, veía a mi señora y a mi nene pero de repente pasé a la Unidad 30, donde estoy sin luz y sin agua. Perdí todo, estoy en régimen abierto pero no tengo conectividad, hay un montón de cosas que no me permiten”, cuenta.

 

En estas circunstancias, Franco lucha por visibilizar su situación y lograr, en el mejor de los casos, que a partir de eso el sistema penitenciario pueda garantizarle la continuidad de su trayecto educativo, cosa que por el momento, dadas las condiciones, es incierto.

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