Durante la tarde de este viernes numerosas personas circularon por la Biblioteca “Del otro lado del árbol”. En sus manos, bolsas con etiquetas visibles en el exterior con un número y grupo de letras que hablan de la maravilla de ayudar.
Es el cierre del “Proyecto Mochi 2019”, una idea que impulsó un grupo de personas y que busca que niños que lo necesiten puedan tener los elementos necesarios para comenzar las clases.
Cuando el proyecto se encontraba en desarrollo, el gobierno municipal anunció la entrega de “kits escolares” a toda la población de la ciudad. Por lo tanto, se decidió relevar otras necesidades de niños y niñas y cambiar la propuesta.
Ante esta situación las referentes del “Proyecto Mochi 2019” en Olavarría encontraron que las zapatillas eran una de las necesidades primordiales que aparecían como recurrente entre los chicos.
Inés Creimer y Diana Brisioli hicieron un alto en la ardua tarea de clasificar los elementos de las más de 190 mochilas que seguían llegando y hablaron con Infoeme sobre las múltiples sorpresas y satisfacciones que generó la iniciativa.
Inés aseguró que quisieron replicar el “Proyecto Mochi”en Olavarría porque “lo que más nos gustó fue el hecho de preparar una mochila para un niño que empezara las clases con toda la ilusión y el entusiasmo de tener las cosas nuevas. Y la otra cosa es entregársela a los papás”.
El inicio fue con mucha precaución pero desde el primer día la respuesta fue inmediata. Y no paró de sorprender a las organizadoras. Después del anuncio del Ejecutivo municipal y del cambio en el elemento a donar “la gente sostuvo el proyecto original y sumó las zapatillas. Son muy pocas las que llegaron solitas así que estamos un poco apuradas en conseguir más mochilas para igualar a todos”, aseguró Inés.
Por lo tanto, aquellas personas que aún quieran colaborar con mochilas tienen la oportunidad de hacerlo.
Mochilas con amor
Además de las zapatillas, guardapolvos, cepillos de dientes o cuadernos, las mochilas preparadas contienen los elementos más importantes: amor, dedicación y pensar en un otro desconocido.
Diana sostiene como teoría que la idea tuvo tanta aceptación y dedicación por parte de las personas porque “se generó un espacio emocional en la gente que había que ocupar y este proyecto fue el que encendió esa lucecita”.
Anécdotas miles. Mochilas de todas las formas y colores, zapatillas nuevas o en excelente estado, cartitas con palabras para que sean leídas por un desconocido.
“Creo que la gente de Olavarría es muy solidaria y que cuando se trata de garantizar el inicio de actividades y acompañar a un nene o a una nena a la escuela es muy sensible y es algo que moviliza”, expresó Diana.
Para las integrantes del proyecto esto es solo un comienzo. Ya sueñan y planifican cómo continuarlo ya que muchas personas les manifestaron la intención de seguir acompañando a ese niño o niña que acompañaron.
En ese sentido, señalaron que tal vez a mitad de año haya novedades sobre el objeto o elemento con el cuál seguir formando parte del movimiento solidario que se generó.
“Adentro de cada mochila hay un mundo y tiene que ver con quién la preparó. Y que le es regalado a otro que no conoce y que ni siquiera saben cómo se llaman. Tienen un código y un número nada más”, concluyó Inés.