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Mauro Szeta, especial para Infoeme
La escena criminal fue tremenda. En un departamento del Bajo Flores, encontraron asesinada a una mujer de 22 puñaladas. Se llamaba Gladys Vallejos, tenía 25 años.
La historia no termina ahí. Su hermana Olga, alcanzó a escapar y se tiró al vacío desde unos 7 metros. Terminó herida e internada.
De arranque, todos los vecinos apuntaron sus sospechas a Maximiliano Cristopher Morales, de 18 años. No les cerraba su accionar. El joven, a quien quisiera oirla, se jactaba de ser la persona que había intentado asistir a las hermanas atacadas. No le creyeron y terminó preso.
El relato crucial para imputarlo surgió de boca de la sobreviviente, quien desde el hospital señaló a Maximiliano como uno de los atacantes, y no como un socorrista.
Pero hubo más, la sobreviviente incriminó también a un hermano de Maximiliano. Ese hermano, horas antes de ser detenido, se había expuesto públicamente en la puerta de su casa, defendiendo al primero de los acusados.
Así las cosas, de socorristas, los dos hermanos, pasaron a “asesinos”.
De confirmarse esta presunción, de ser ellos los criminales, la pregunta es por qué.