Colocaron más de 20 muestreadores de dióxido de carbono y metano en diferentes puntos de la ciudad, en el campus universitario y en el PIO. La iniciativa se extenderá por un año y también se replica en Tandil. Buscan minimizar el impacto de los gases de efecto invernadero, avanzar con una planta piloto y patentar el proyecto de carbones activados a base de residuos.
En ese sentido, Olavarría está más cerca de saber cuáles son los niveles de dióxido de carbono que hay en su atmósfera y así tomar decisiones que ayuden a minimizar el impacto del efecto invernadero en la ciudad. Eso se propone la Facultad de Ingeniería: medir las emisiones que derivan de la quema de materiales orgánicos como carbón, petróleo, gas, madera y residuos sólidos y generan el cambio climático.
Con ese objetivo, la FIO instaló más de veinte “muestreadores” que le tomarán el pulso al aire que se respira en el centro, en algunos barrios, en estaciones de servicio, dentro del PIO y hasta en el complejo universitario. Los datos que se registren servirán de base para diseñar políticas de gestión ambiental y mitigación de emisiones contaminantes.
La iniciativa cuenta con el apoyo de la Dirección de Desarrollo Sustentable perteneciente a la Secretaría de Desarrollo Económico de la Municipalidad local y la FIO la lleva adelante junto con la Facultad de Ciencias Exactas de Tandil, a través de la UNICEN. Dichos muestreadores están cuidadosamente instalados en sitios estratégicos de ambas ciudades y su función es monitorear el dióxido de carbono (CO2) y el gas metano (CH4).
“En Olavarría nunca se hizo esta medición. Vamos a detectar dónde hay mayores emisiones, sobre todo de dióxido de carbono que es el más problemático, y de metano” de los GEI, indicó la Doctora Pamela Ramos, integrante del grupo de investigación de la FIO que dirige Marcela Bavio y del que también forman parte la ingeniera Florencia Jerez y el ingeniero Federico Ponce.