En la última semana la automotriz Ford debió ralentizar la producción de su pick up Ranger a raíz de la crisis mundial de escasez de semiconductores, que “sigue pegando”, según admitieron a Clarín fuentes cercanas a la filial estadounidense.
Desde Ford no hubo comunicación oficial sobre el tema, pero las fuentes cercanas a la automotriz aseguraron que la fábrica de General Pacheco “perdió algunas unidades de producción por el problema de abastecimiento de partes que usan semiconductores”.
De esa manera, en la misma semana que Nissan y Renault debieron paralizar la fabricación de sus pick ups en Córdoba por las restricciones a las importaciones que aplica el Gobierno, Ford también vio su producción jaqueada, en este caso por un problema mundial generado a partir de la pandemia.
Los semiconductores o “microchips” son insumos de computación cuya fabricación está altamente concentrada en el mundo y resultan cruciales en industrias como la automotriz, ya que cada auto lleva en promedio unos 1.400 chips.
La escasez de estos componentes, cuyo abastecimiento no era un problema antes de la pandemia, fue tanto por la crisis general de logística que sobrevino a la salida de la pandemia (precios de los contenedores se multiplicaron por tres) como por el incendio de una de las pocas fábricas de chips a nivel mundial, la japonesa Renesas Electronics, en marzo del año pasado.
En la Argentina el impacto de esa crisis había sido marginal, en comparación a la falta de dólares que generó crecientes restricciones a las importaciones por parte del Banco Central. Al menos, hasta la semana pasada.
Desde la Cámara de la Máquina Herramienta y Tecnologías (CARMAHE), donde la mayor parte de sus integrantes son pequeñas y medianas empresas, emitieron un duro comunicado sobre el tema.
“No sabemos si llegamos a diciembre, estamos analizando vacaciones anticipadas para el personal porque nos estamos quedando sin insumos o tenemos máquinas paradas porque no nos dejan traer un repuesto”, dijo el comunicado.
La vice de CARMAHE, Florencia Vitale, agregó: “Tenemos que estar pidiendo permiso todos los días para poder trabajar, es traumático, vivimos mirando el celular para ver si me aceptaron o no la SIRA, para ver si hoy puedo o no seguir con mi negocio”. (DIB)