A 140 años de su nacimiento, el verdadero Pablo Picasso: maltratador, avaro, despiadado, violento, egoísta y mujeriego | Infoeme
Jueves 10 de Julio 2025 - 5:33hs
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Olavarría

A 140 años de su nacimiento, el verdadero Pablo Picasso: maltratador, avaro, despiadado, violento, egoísta y mujeriego

Suicidios, excesos, relaciones atravesadas por extrema violencia, y tacañería extrema fueron algunas de las características de las que dan reporte las fuentes cercanas al pintor, y que representan la cara menos conocida del genio.

 

Nació medio muerto, pero su tío médico estaba ahí, fumando un puro, y se le ocurrió soplar en la boca a su sobrino recién nacido. El fuerte humo del cigarro consiguió que el bebé reaccionara. Fue hace 140 años, el 25 de octubre de 1881, en la ciudad de Málaga, España.

 

Sus padres llamaron a su hijo mayor con mucha pompa y barroquisto, ya que su nombre completo era Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Mártir Patricio Clito Ruiz y Picasso.

 

Al año Pablo pronunció su primera palabra: lápiz. Su padre era profesor de dibujo en la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y el pequeño vivía rodeado de arte. A los 8 años, después de haber presenciado una corrida de toros, empezó a pintar usando los pinceles de su padre José. La primera obra que completó se llamó El picador amarillo. Jamás la abandonó y el cuadro se trasladó con él en cada mudanza.

 

A lo largo de la vida Pablo sería mucho más fiel a sus obras que a sus sucesivas y sufrientes mujeres.

 

En 1898, con 15 años, Pablo se fue con su amigo Manuel Pallarés a pasar una temporada en Horta del Ebro, en Tarragona. Aprendió a ordeñar vacas, a sacar agua de pozo y a disparar una escopeta. Durante unas semanas se instalaron a vivir como salvajes en una cueva. Fue un viaje aleccionador.

 

 

Cuando tenía 19 años le tocó enfrentar una tragedia. El 17 de febrero de 1901 a las nueve de la noche su gran amigo el pintor Carlos Casagemas se suicidó luego de intentar asesinar a su amante Laura Gargallo. Carlos se enamoró, pero ella se burlaba de él, solía decir que era un hombre impotente. Fue durante una comida con artistas, en el momento del brindis Casagemas apartó su plato de ragú sin tocar y sacó un arma. Apuntó hacia Laura y le dijo: “Mira, esto es para vos”. Pallarés, quien era amigo también de Carlos y estaba en esa cena, empujó su brazo y la bala salió desviada. Carlos, entre la sorpresa y la rabia por haber fallado, apuntó enseguida contra su propia sien y gatilló.

 

Picasso se instaló en el mismo estudio que solía utilizar su amigo y, sin ningún escrúpulo, comenzó una relación con Laura. Egoísta al límite, no le gustaba decirse a sí mismo que no.

 

Un tiempo después, en 1904, conoció a Fernande Olivier, una joven de su misma edad -22 años- de la que se enamoró. La relación entre ellos estuvo signada por los celos enfermizos, la posesividad de Pablo y unas peleas desagradables y violentas. Ella recordaría de esos años, en una biografía, que Pablo era, además de agresivo, un hombre “maloliente”.

 

Fue durante esta época que Pablo conoció a los hermanos Gertrude y Leo Stein - quienes disfrutaban invirtiendo su fortuna en arte- y al famoso pintor Henri Matisse. Ambos eran opuestos en todo: Picasso era egoísta y burlón; Matisse, tímido y educado.

 

De estos tiempos hay otra anécdota que retrata a Picasso y lo deja mal parado como amigo. Los dos artistas tenían la costumbre de intercambiar sus obras. En una oportunidad, Pablo eligió la que le pareció peor de las hechas por Matisse. Se la llevó y, luego, invitó a sus compañeros de parranda a tirarle dardos con ventosas a la nariz del cuadro. El objetivo era burlarse de su amigo.

 

En marzo de 1907 Fernande y Pablo fueron a un orfanato con la idea de adoptar a un bebé. La monja que regía el lugar le dijo a Fernande que eligiera el bebé o pequeño que más le gustara y la pareja escogió a una niña llamada Raymonde que tenía alrededor de diez años. La niña era hija de una prostituta francesa que trabajaba en un tugurio de Túnez y había sido rescatada primero por un periodista holandés y su esposa. Pero los holandeses la habían devuelto al asilo porque Raymonde no mostraba virtudes para tocar el violín. La niña así se mudó con sus nuevos padres y Picasso, con 25 años, se dedicó a llevarla al colegio y a enseñarle las tablas de multiplicar. Fernanda la acicalaba y le regalaba muñecas. Parecían felices con su hija. Pero, sin mayores explicaciones, cuatro meses después, Fernande habría llevado a Raymonde nuevamente al orfanato, donde pretendió dejarla. La monja no habría aceptado este nuevo fracaso y, según algunos biógrafos, la niña habría terminado siendo adoptada por un conserje de la zona. La fantasía de tener a una niña como “mascota” había terminado. Un historiador señaló que el detonante podría haber sido un dibujo que hizo Pablo de Raymonde desnuda, sentada con sus piernas abiertas mientras se lavaba los pies.

 

Cuando, por fin, Pablo comenzó a tener más éxito como artista y a ganar más dinero, empezó a manifestarse su desinterés por Fernande, casi al mismo tiempo que pasó a estar involucradado en un caso policial de muy alto voltaje.

 

El 21 de agosto de 1911 robaron La Gioconda, de Leonardo da Vinci, de la pared del Museo del Louvre. Cuando los empleados encontraron por la mañana el marco vacío en el piso, el museo cerró inmediatamente sus puertas y Francia clausuró sus fronteras. Era un escándalo de proporciones porque delataba la poca seguridad del museo. Ya había ocurrido, unos meses antes, que un periodista había dormido en un sarcófago egipcio para denunciar la vulnerabilidad de las obras de arte.

 

Los periódicos de París, al ver estancada la investigación, ofrecieron recompensas de hasta un millón y medio de dólares para quien aportara información. Arribaron miles de cartas, pero sólo una llamó la atención de los investigadores: la de un hombre belga que aseguraba que robar obras del Louvre era una tarea sencilla, que él mismo ya lo había hecho tomado unas antiguas estatuillas ibéricas que había vendido por poco dinero a un artista llamado Picasso. A partir de esto pablo entró en pánico y estuvo a punto de deshacerse de las estatuillas tirándolas al Sena. Finalmente, su amigo Apollinaire las entregó a un diario a cambio de anonimato.

 

 

Los informes aseguran que, al ser interrogado, Picasso lloró abiertamente en el tribunal. Afortunadamente, ambos amigos quedaron en libertad y , dos años después, un hombre llamado Vincenzo Peruggia, un ex empleado del Museo del Louvre, fue detenido mientras intentaba vender el cuadro al director de la Galleria degli Uffizi, de Florencia.

 

El dato curioso de esta historia es que, cuando el museo reabrió luego del robo y sin La Mona Lisa, rompió su récord de visitantes. Todos querían ver esa pared vacía.

 

Al tiempo, cuando el pintor rompió con Fernande y blanqueó su relación con Eva Gouel y amigas. Pequeña, menuda y tímida, Eva era la antítesis de Fernande y se convirtió en la nueva musa para sus pinturas.

 

De todas maneras, Eva murió poco después. Nunca se supo si fue por tuberculosis o cáncer de garganta. Pablo la había amado profundamente, pero eso no había sido impedimento para tener relaciones con varias mujeres más: una corista de un cabaret, una vecina de la pareja, una italiana sibarita, una modelo… Una vez dijo sobre sí mismo: “A mí nadie me importa de veras. En lo que a mí respecta, los demás son como esos granitos de polvo que flotan en la luz”.

 

El 12 de julio de 1918, en París, Olga, una aristócrata rusa, se convirtió en su primera esposa. La ceremonia legal continuó con una misa de tres horas en la Iglesia Ortodoxa Rusa y los novios firmaron un acuerdo matrimonial. En caso de divorcio, Olga recibiría la mitad de todos los bienes de Pablo. Vivían en un departamento en la calle de La Boëtie, en la capital francesa, con cocinero, chofer y, apenas quedó embarazada, niñera. Olga le exigió dejar la bohemia y lo hizo moverse entre la alta sociedad de la época vestido con trajes confeccionados por los mejores sastres. De esta relación, el de febrero de 1921 nació Paulo, su primer hijo.

 

Pero Pablo no podía pasar demasiado tiempo alejado de su real personalidad. Estaba aburrido y Olga se dió cuenta. Peleas y celos comenzaron a inundar la cotidianidad, y en enero de 1927 un nuevo romance detonó el matrimonio. Con 46 años, se involucró con una joven de 17: Marie-Thérèse Walter.

 

Demasiado joven para entender con quién lidiaba, Marie-Thérèse, lo soportaba todo. Picasso la moldeó como una muñeca sexual y experimentó con ella el sadomasoquismo. En el cuello de la joven quedaron estampadas las marcas de las quemaduras de los cigarrillos Gauloise que degustaba el artista. A donde iba Pablo con su mujer, también iba la joven oculta. Incluso una vez, para tenerla cerca en sus vacaciones, la alojó en un campamento de verano para niños. Cuando Olga lo descubrió todo, Marie-Thérèse ya estaba embarazada.

 

Como era de esperar, poco después del nacimiento de Maya, a Pablo se le pasó la pasión por Marie-Thérèse. Había encontrado a alguien más: Dora Maar, una fotógrafa, pintora, poeta. En esta etapa fue que Pablo pintó uno de sus cuadros más importantes, el Guernica, que se encuentra en el Museo Reina Sofía de Madrid, donde expresó el horror de la guerra.

 

La familia de Dora, que sabía de los maltratos del pintor hacia ella, se oponía a su relación con el artista. Un día, mientras ella discutía por teléfono a los gritos con su madre Julia sobre el tema, el teléfono quedó en silencio en un extremo. Julia había muerto de un síncope.

 

Según narran las fuentes de la época, el sexo brutal y con golpes que practicaba Pablo Picasso con ella la llegó a dejar inconsciente más de una vez. Un chofer contó que había visto como Pablo le daba una paliza. Tiempo después, Pablo, que ya había conocido a otra mujer 41 años menor que él que le interesó, la internó en una clínica mental donde le aplicaron electroshock.

 

 

La avaricia de Pablo era sabida. De esto hay una anécdota con Marie-Thérèse, que vivía en la penuria durante el final de la Segunda Guerra mientras Pablo disfrutaba de su dinero sin culpas. Una vez, su ex y madre de su segunda hija, le fue a mendigar un pan de jabón y Pablo aprovechó la ocasión para mostrarle un baúl lleno de lingotes de oro y caros productos de perfumería. Le dijo: “Si me pasa algo todo esto es tuyo…”. Hipocresía pura mientras él retozaba sin carencias con todos sus demás amores.

 

En 1949, para el primer Congreso Mundial por la Paz, le encomendaron al artista un dibujo para los carteles que se pondrían en París. Pablo realizó La paloma de la paz que se convirtió en un emblema mundial.

 

A finales de 1957, Pablo compró el castillo de Vauvenargues, en la zona de la Provence y, un tiempo después, se mudaron con Jacqueline, la mujer con la que estaba en ese entonces, a vivir allí. El día que llegaron los camiones para la mudanza, Pablo experimentó un ataque de pánico mientras le gritaba a Jacqueline que vendiera el castillo porque no lo quería. Ella, que lo llamaba “monseñor” en la intimidad, no le hizo caso y la mudanza continuó. Se había humillado muchas veces, pero nadie le quitaría la oportunidad de vivir en un castillo. Ni siquiera “Monseñor Pablo”. Pablo se torturaba pensando que su ex, Françoise, se había casado con otro hombre: “Prefiero que una mujer muera antes de que sea feliz con otro”.

 

El 8 de abril de 1973, con 91 años, Pablo murió en la casa Notre Dame de Vie a la que se mudaron cuando él se aburrió del castillo. Le habían fallado el corazón y los pulmones. La polémica Jacqueline lo enterró en el jardín de su propio castillo de Vauvenargues, envuelto en una capa española.

 

Pablo, el nieto del pintor, terminó suicidándose al día siguiente del entierro de su abuelo al que no dejaban ver. Se tomó una botella de lavandina y demoró tres horribles meses en morir. Tenía 24 años y para su entierro su familia debió pedir dinero prestado. Detalles de una familia difícil.

 

Picasso fue uno de los artistas más prolíficos y figura en el libro Guinness de los récords. Se calcula que dejó entre otras cosas, 1885 pinturas, 34.000 ilustraciones, 3222 piezas de cerámica, 7089 dibujos y 1228 esculturas. Además de su obra, su legado incluía 4.5 millones de dólares en cash (el equivalente a unos 30 millones de dólares de hoy) y varios millones en lingotes de oro. Eso sumado a sus propiedades. Pablo era tan supersticioso que no quiso escribir un testamento, temía morir al día siguiente de hacerlo. Por ello, su herencia fue el centro de muchas disputas, entre sus hijos y nietos, durante seis años. Tiene, además, el “honor” de ser el artista más plagiado, más exhibido y más robado.

 

En 1975, Paulo su primer hijo, quien nunca entendió a su padre y vivió sumido en la tristeza, falleció como consecuencia de su alcoholismo. Su padre lo había “usado” toda su vida como chofer y cadete.

 

En 1977, Marie-Thérèse, que había sido uno de sus amores, se ahorcó para terminar con su difícil existencia. Jacqueline, la que le continuó, vivió trece años más que su marido, pero se quitó la vida de un disparo a los 59 años.

                                                                                                                          

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