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La revolución no es un sueño eterno, llegó para quedarse

Luciana Peker vino durante la noche de este lunes frío a nuestra ciudad para presentar “La revolución de las hijas”. Periodista feminista, militante del goce, retratista de una época en la que les chiques revolucionaron los lazos familiares y políticos, y tomaron las luchas feministas históricas. En diálogo con los medios habló del aborto legal, la perspectiva de género, el rol de las hijas, de las madres y de los padres.

Luciana Peker invita a hacer circular la palabra. Contesta rápido, contundente y tiene una escucha atenta. Durante la presentación de su libro “La revolución de las hijas”, apenas hizo pausas breves para aclarar la voz o respirar. De un tirón retrató una lucha que atraviesa contextos y reclamos históricos, detalló las estadísticas de la desigualdad y se emocionó con los nuevos vínculos familiares: la familia democrática, la familia como raíz, la familia como contención ante una nueva crisis económica.

 

En diálogo con los medios resaltó la curiosidad intelectual de esas hijas que aparecen en su libro. Un libro, que como toda narrativa feminista no es una cosa cerrada, sino que circula, se comparte, se viraliza, se lee de forma colectiva, se presta, se subraya, se discute, se cuestiona.

 

 

¿Qué tiene la revolución de las hijas?

Es lo más hermoso que pasa en las ferias del libro: una cosa es lo que escribe y otra cosa es la lectura viva que se produce en el contacto con las lectoras. Lo más emocionante es que ha unido a muchas madres con las hijas, es algo que veo en todos los puntos del país. Y al contrario de lo que se dice o prejuzga, justamente la lucha por los derechos ha hecho que las hijas comprendan más a sus mamás y que las mamás acompañen más las demandas de sus hijas. Eso es algo muy hermoso.

 

¿Reconfigura las relaciones también con los papás?

Por supuesto. Esa es la clave de hecho donde empieza el libro. En la Cámara de Diputados, en los programas de televisión, donde ves a un hombre que está pensando distinto sabés que atrás hay una hija. Lo que no logramos en las mujeres lo están logrando las hijas, porque muchos varones escucharon a sus hijas como no habían escuchado a sus esposas, amantes, a sus novias, compañeras de trabajo, periodistas que escribimos hace tantos años y sin embargo escucharon a las hijas. Creo que por un amor paternal, que pudo predisponer a la escucha y también, por supuesto, por la fortaleza de las hijas que son tajantes en lo que piensan y se imponen en las casas.

 

Tanto en la Revolución de las Hijas como en Putita Golosa hay un relato descarnado apoyado por la investigación de época, y también sobre el rol del periodismo y en tu caso del periodismo feminista, de un periodismo con perspectiva de género, ¿es difícil ir hacia ese periodismo?

Creo que es difícil, lo fue muchos años. En Neuquén le decía a una periodista -porque lo que es hermoso es que hay muchas periodistas jóvenes y pujantes, creo que lo digo como forma de reconocimiento y forma de apelación a que esto siga- se está haciendo mejor periodismo en las provincias que en la Ciudad o desde la Ciudad de Buenos Aires. A mí o a nosotras que somos un poco más grandes nos han pasado cosas que hoy iríamos al Tribunal de La Haya, nos hemos bancado cada cosa increíble. Y por otro lado dimos peleas como por ejemplo poder decir femicidio. Hoy se difundieron las cifras: hay un femicidio cada 27 horas en la Argentina. De todos modos falta mucho, más periodistas de género, y más lugares en los medios.

 

¿El lenguaje inclusivo es la próxima batalla?

Creo que el lenguaje inclusivo es una batalla ganada por les chiques, como se definen ellos mismos, porque sería como pelear contra el tango, contra el lunfardo. No se pelea contra algo que es un corset que viene a obligarte a algo, sino algo que para los pibes, pibas y les pibes es algo que forma parte de su propia lengua, su propio código. Y si, en el lenguaje no estábamos incluidas nosotras y que nombrar es una forma de decir las cosas. Creo en un lenguaje libertario, creo en la poesía, la narrativa, la literatura, cada cual puede decir, no decir, adaptar a sus gustos. Creo que para las adolescentes es una batalla ganada.

 

 

¿Qué cree que aprendieron las hijas para llevar adelante la lucha?

Creo que aprendieron a defender sus derechos. A que su muerte no era un destino posible, no había que privarlas de viajar, leer un libro, salir a bailar. Aprendieron de generaciones anteriores, de mujeres que salimos a la calle a pelear por sus derechos, y en ese sentido hay un incentivo generacional, un traspaso, un mandato de libertad y de cuidado que las pibas tomar y lo llevaron más lejos.

 

¿Siente que hay riesgos de retroceder en algunos derechos que hemos ganado?

Sí. Hay tensión histórica donde no solamente hace falta avanzar hacia ciertos derechos sino que claramente avanzan hacia sectores antiderechos, como en Brasil con Jair Bolsonaro. En estos días se muestra. Dice que las violaciones a las mujeres son porque no usan bombacha, y pueden incendiar el Amazonas y quemar el planeta. Estos grupos antiderechos no plantean dejar de avanzar: plantean retrocesos. Son tensiones históricas que se dan a lo largo de la historia y que buscan retroceder cuando hay avances grandes.

 

¿Cómo ve las políticas públicas, prevención de femicidios?

No solo falta sino que a esta altura es una deuda pendiente muy peligrosa. Porque coincido absolutamente en decirle a una mujer que se empodere y que denuncie porque no tiene porqué tragarse la violencia de género, si no le das una adecuada protección para mi hoy está más en peligro que si no hubiese denunciado nunca. Pero tampoco decirle que se banque un cachetazo porque si denuncia puede matar. No es posible como tampoco era en 1900 decirle alguien que está mejor cuando era esclavo, y que vuelva a la casa del amo que te daba agua y comida. No es posible el retroceso de la situación de la violencia. Ahora, cuando las mujeres denuncian no tienen protección, no tienen medidas de restricción, no hay políticas, la violencia entre jóvenes, las mujeres están en riesgo. Hoy hay un desastre, hay organismos del Estado que dan algunas medidas totalmente descentralizados, descoordinados, en diferentes oficinas, la verdad es que no hay medidas efectivas de ningún tipo.

 

 

El aborto en nuestro país es legal por causales, falta hacer cumplir jurisprudencia, ¿cree que con un cambio de gobierno se podría tomar como política pública?

En la Argentina el aborto es legal por causales, quiere decir que por la causal salud, violación, como un embarazo inviable hacen que hoy se pueda y deba llevar adelante cualquier interrupción del embarazo. En Neuquén fue sentenciado un médico por no llevar adelante esto. Después hay una deuda, hay que ver qué es lo que puede pasar, pero las últimas declaraciones de Alberto Fernández fueron muy claras en el sentido que es socio de las mujeres, lo dijo también después de las PASO, está a favor de la despenalización. Hay que ver cómo es la letra chica de eso, si quiere implementar una despenalización desde un Ministerio de Salud, si quiere llevar ese proyecto de Ley al Congreso, falta desentrañar la letra chica pero creo que en el 2020 se va a avanzar.

 

¿Está en contacto con las juventudes y las lectoras de su libro? Más que nada en redes sociales. ¿Qué aporta desde su lugar?

Soy grande, no me hago la instagramer pero tanto en Twitter como en Instagram hay un nivel de comunicación muy grande, que las jóvenes se acercan, te preguntan, es muy emocionante. Una de las mayores preguntas es qué hacen cuando tienen que abortar, porque no es que si el Estado dice que no ellas dicen que no. Hay te encontrás con una dificultad, soy periodista y no puedo reemplazar al Estado. Lo que digo es que llamen al 0800-22234 que es la línea de Salud Sexual de la Secretaría de Salud de la Nación, hay respuestas posibles. Otra causa muy frecuente de consulta es cuando quieren denunciar un tipo de abuso. Hay sí hay un enorme problema: frente a un Estado ausente las periodistas aparecemos en un imaginario de ayuda y eso es muy difícil. No hay un Estado fuerte, no podemos derivarlas al 144, llaman cuando no pueden obtener respuestas, o de ser peloteadas por el Estado, tiene que haber políticas de prevención para jóvenes, y después hay mucho diálogo: qué libro recomendas, mirá esta foto, me pasa esto con el cuerpo, me duele que me claven el visto, me cuentan las cosas que le pasan, se separaron, hay un diálogo muy intenso, pasa mucho ahí.

 

 

El auditórium del Centro Cultural Municipal San José estuvo colmado. Las personas escucharon y preguntaron. La palabra circuló. En el aire se pudo sentir que el futuro es inevitablemente feminista.

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