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Indio Solari en Olavarría: a dos años de un evento que hizo historia

El 11 de marzo de 2017 no será un día más para Olavarría. Según su libro de memorias, fue el último recital en la carrera del ex Redondos de Ricota. Los recuerdos predominan las redes sociales. Un repaso por aquellos días, donde Olavarría no fue Olavarría. Donde se vivieron días únicos. Y donde una fiesta terminó en tragedia.

Alexis Grierson

@alexisdechillar

Fotos: Andrés Arouxet

 

“Donde usas los dientes mi amor...clavados en el cuello por hoy...”. Para muchos, el tema que cambió todo. Para otros, para los que sabían exactamente qué pasaba, la continuación de una noche que sería negra. Pero, según quien la mire, la página escrita en la historia de Olavarría será buena, o mala. Se cumplen exactamente dos años del recital histórico del Indio Solari y los Fundamentalistas el Aire Acondicionado en la ciudad.

 

“Tenemos misa...” dijo el intendente Galli por Twitter. En noviembre de 2016 se sabía que la ciudad no sería la misma después del huracán Indio. Por el show, por lo que se generaba tras el fallido recital de Los Redondos en 1997, por la puesta en escena, por toda, absolutamente toda la movida. Y largó la cuenta regresiva.

 

 

El predio rural La Colmena (que tuvo debut y despedida en este tipo de movidas) se transformó en un centro turístico que solo mostraba campo. Pastos altos, que luego se cortaron, para delimitar el terreno, colocar fenólicos, instalar oficinas, un escenario pocas veces visto, y una infraestructura de igual índole. Transformaron un campo (paradójicamente era “predio rural”) en una sala que alojaría, según los organizadores, a 150 mil personas con lugar de sobra. Los números oficiales en el ámbito judicial hablarían de casi 100 mil más. La sensación de los presentes era de cientos de miles más.

 

 

La escenografía, con el correr de los días, cambió de manera radical. La vuelta al perro, también. La zona céntrica perdía su color para trasladarse todo en la avenida Avellaneda. La semana previa al show fue una verdadera locura. Desde el martes muchos de los que llegaban -y muchos olavarrienses- se juntaban a comer algo o tomar una cerveza. De fondo, siempre, pero siempre, se escuchaba al Indio. O a Los Redondos. Mientras, de fondo, los silos le agregaban el toque de “rural” al Predio La Colmena. Solo que detrás de ellos, de a poco, comenzaba a asomarse un escenario. Imponente. Como lo que sucedería el sábado.

 

 

Torres de sonido de última generación. Mismo caso las pantallas. Los equipos que utilizaron The Rolling Stones en su gira por Argentina. ¿Qué podía salir mal? Muchas cosas. Pero de eso se hablará luego.

 

 

El sábado fue la revolución. Muchos se acostaron sabiendo que todo sería distinto. Lo que nadie pensó fue que tanto. “Se desbordó todo” fue la frase de cabecera. Kilómetros y kilómetros de colectivos, planes que fracasaron, un tsunami de gente. Nadie, absolutamente nadie, creyó que pasaría lo que pasó.

 

 

 

Autoridades policiales confirmaron que, para las 19, habría “alrededor de 300 mil personas” aunque los peritos oficialmente indicaron que eran menos.

 

 

De todos modos, para el inicio del show una persona ya había fallecido. Todo esto, claro, nos enteraríamos meses después, con los avances en la investigación judicial.

 

El show fue raro, pero tuvo pasajes altísimos. No solo con “Barbazul vs. El amor letal” que dio inicio al recital, sino con muchos temas redondos, con un repaso impecable de su carrera aunque con varios parates por presuntas “avalanchas” en la zona delantera. “No tengo más ganas de seguir con esto” adelantó el Indio en pleno show, presagiando lo que confirmaría en su propio libro: no habrá más shows del ex Redondos.

 

 

 

Dos horas de un show en que el viento no acompañó. La voz del Indio no estuvo al 100%. Y por cuestiones de seguridad, los temas tenían un corte de un par de minutos que le quitaba clima y continuidad al recital. En el medio, claro, hubo otro fallecimiento, el segundo. Aunque los medios nacionales -y muchos- creyeron que había muchos más.

 

El final trajo algo inédito: tal como en Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Indio Solari cerró el show (¿Y su carrera musical?) con un tema que no fue Jijiji: Mi perro dinamita fue el encargado de culminar con un recital enrarecido, más que correcto en lo musical, pero con la sensación de que faltó algo, aunque se hayan repasado clásicos históricos como Ropa sucia, Héroe del Whisky, Esa estrella era mi lujo, Arca monster, Nuestro amo juega al esclavo, entre otros.

 

El caos de la salida, la inexplicable ausencia de seguridad que indicara cómo desalojar el predio La Colmena, hicieron del barrio Los Robles una trampa sin salida. O con salida, aunque sin evitar empujones, caidas, desmayos y falta de aire. Todo, en un contexto de caos pocas veces visto. De milagro no pasó a mayores. El discurso de “cuidar al otro” funcionó exactamente en ese momento, y fue sólo la gente quien cuidó de la gente.

 

 

Después, la noche que se transformó en pesadilla interminable. El caos en el Hospital, los rumores de las 12 víctimas fatales, las aclaraciones de la justicia, la desesperación, los más de 6 mil varados en la terminal, los detenidos, los camiones, la conferencia del intendente Galli, la frase "se nos fue de las manos" y una odisea que parecía no tener fin. Finalmente, se conoció que las víctimas serían Javier León, y Juan Francisco Bulacio. Víctimas que aún esperan justicia. 

 

 

 

Y en la noche del domingo, tras la llegada de colectivos, los viajes, las salidas y la búsqueda de cabezas por parte de los medios nacionales, la pesadilla comenzó a terminar. Aunque, bien vale aclarar, también tuvo algunos tintes de sueños: los gestos de olavarrienses que se movieron de manera solidaria abriendo sus puertas, prestando enchufes, un plato de comida y hasta una cama. Pocas veces se vio una movida tan importante. Y positiva.

 

Párrafo aparte para los medios nacionales, que como cazadores furtivos salieron a buscar responsables. Y a buscar fallecidos que no había. Incluso, la presión mediática nacional movilizó al ministro Ritondo y un operativo de rastrillaje inédito para la cuidad, con helicópteros incluidos.

 

 

La política tuvo sus consecuencias: afuera del gabinete Jorge Larreche (padre político del intendente Galli), Gustavo Pistelli y Emilio Moriones (aunque nunca quedó del todo claro la relación sobre su salida y el recital en sí). El jefe comunal respondió preguntas de los concejales por más de 5 horas en una interpelación. Los medios nacionales esperaron, ansiosos, más sangre. No la hubo. Se dieron las explicaciones, y la vida siguió.

 

 

Y el tiempo pasó. Hoy, con una causa que tiene a los hermanos Peuscovich y a un tercer productor, de apellido Zurita, como imputados. Mientras la lenta justicia avance, los balances son distintos.

 

 

El sabor agridulce comienza a tener su costado dulce. El Indio tocó en Olavarría. Hoy, usuarios en las redes sociales recuerdan cada paso, cada comida, cada amistad que se generó en la ciudad. Cada fernet, cada latita de cerveza (quizás, 1 de las 60 mil compradas). El recuerdo es, para muchos, lindo. Incluso para muchos olavarrienses. Y el pedido es unificado: “solo te pido que vuelvas a tocar”. ¿Dónde? Hasta en la luna, de ser posible.

 

 

Por esta y por otras tantas razones, la página en la historia de la ciudad fue escrita. Cada uno dirá qué lugar se merece, si en las buenas o las malas.

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