Daiana Mignona es una estudiante de la carrera de Antropología Social de la Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría que comenzó a investigar sobre la temática del Gauchito Gil desde el segundo año de la cursada, donde a partir de una materia que tiene como finalidad introducir a los estudiantes en la investigación se propuso una consiga sobre“viejos y nuevos rituales”.
Rápidamente recordó imágenes de los viajes familiares de la infancia: “Se me vino a la mente la curiosidad que tenía con el color rojo y los altares que veía en la ruta cuando viajaba con mi familia”.
“Velas, cruces y el color rojo que se repetía a las veras de las rutas. Ahí es cuando huelo que eso tenía que ver con un ritual”, contó Daiana. El tema estaba decidido.
La investigación que realiza Daiana continúa hasta el día de hoy e incluye la lectura de textos de diferentes investigadores, la visita a distintos santuarios que hay en la ciudad y la entrevista con los fieles. También concurrió a altares construidos en las viviendas de los creyentes.
Por lo general, existe una mirada hegemónica que representa a los fieles como un grupo homogéneo pero en realidad Daiana explicó que “existe una heterogeneidad en la práctica de culto o de creencia”. Incluso en las entrevistas realizadas los fieles comentan que la creencia “contempla la movilidad, el tiempo y los aspectos materiales de cada grupo de creyentes. No tiene horarios fijos ni días estipulados. Permite que los fieles puedan ofrendar, asistir a los santuarios y practicar el culto de acuerdo a lo que tengan a su alcance”.
Los templos urbanos
“Me centré en santuarios ruteros, en un santuario al interior de un barrio mancha –un barrio estigmatizado de la ciudad de Olavarría- y en un santuario doméstico”, señaló Daiana realizando un recorte en su investigación.
En la investigación detectó que las prácticas de culto son diferentes. “Se expresan y se adhieren valores sociales disímiles que conllevan a ofrendar distintos tipos de dones pero que a su vez tienen cuestiones en común vinculadas con el plano estructural”.
Es decir, por un lado se sostiene que un verdadero creyente “tiene que ser gente laburante, asistir al menos una vez en su vida al santuario oficial de Mercedes y que se ofrende velas, estatuillas, estampillas y no sólo del Gauchito Gil sino de otros santos” y por el otro lado otras personas afirman que “las ofrendas son el reflejo de su vida cotidiana y que además deben significar un sacrificio. Por ejemplo si son fumadores otorgarle cigarrillos o alguna bebida. Y no sólo un bien material sino también un bien simbólico. Por ejemplo una caminata para aquel que tiene dificultades motrices y demás”.
Existen diferentes representaciones sobre cómo practicar el culto y cómo ser un verdadero creyente. Pero a su vez, estos devotos tienen en común la estructura social, afirmó la investigadora.
Daiana detectó que estas expresiones materiales de la religiosidad popular predominan en vías de acceso a la ciudad y al interior de barrios muchas veces estigmatizados. Sus creyentes sostienen que gracias a Antonio Gil logran salir adelante y sobrellevar algunas penurias como la falta de trabajos temporarios o de algunos alimentos.
Los altares también presentan heterogeneidad en cómo están hechos materialmente. Daiana observó estas diferencias en el santuario ubicado debajo del puente de la ruta 226 y la avenida Junín; en el que se encuentra ubicado en avenida Emiliozzi y la curva que se dirige a la localidad de Sierra Chica y en santuarios domésticos.
“Algunos son más simples y con materiales más endebles. Otros están hechos de cemento y realizados de manera más pintoresca. Hay una gran diferencia en sus materiales y además también en lo simbólico ya que se considera que no es lo mismo ser un verdadero creyente en un grupo de fieles asistentes a un santuario que en otros”.
Además señaló que hay una estrecha relación entre la vida cotidiana de los fieles y la creencia y la práctica de culto en el Gauchito Gil.
En algunos santuarios predomina la sociabilización, “el dar todo por los amigos y amigas y la defensa de la identidad barrial”, en otros se observó que lo que más interesa “es el respeto por los valores patrios, la historia argentina, la historia de los gauchos”. Y en otros casos “ser un verdadero creyente tiene que ver con dar todo por la familia más intima, la pareja y los hijos”.
Es decir, de acuerdo a cómo se vive la vida y cómo se vive en la ciudad de Olavarría es que se vive también la creencia. Lo cierto es que este martes 8 de enero, será un día de conmemoración en nuestra ciudad y en todo el país.