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Georgina Randazzo: “Vivo con un daño constante”

Someterse a la mirada del otro. Eso hace Georgina o cualquier víctima de abuso cada vez que decide contar su historia. La mirada de la Justicia, de la Sociedad, de la Familia. Así con Mayúsculas, porque se siente la opresión.

Georgina quiere hablar, ya habló en distintos ámbitos. Quiere seguir hablando. “Toda la vida creí que era yo y que para el resto de la sociedad de Olavarría ‘mi papá era el pobre atorrante’ como me llegó a decir una de mis tías”, narró a Infoeme acompañada por la Agrupación “Animate”.

 

Se trata de Georgina Randazzo, quien a inicios de mayo del año pasado denunció a su padre por las agresiones sexuales sufridas hasta que cumplió 16 años. 

 

Por esos días Olavarría se había visto movilizada por los abusos contra dos adolescentes a la salida de un boliche. Con el correr de las horas las denuncias, tanto públicas como en sede judicial, se multiplicaron.

 

Fue a inicios de mayo cuando decidió romper el silencio. La idea estaba en su cabeza desde hacía ya un tiempo, pero fue el contexto local lo que la impulsó a contar lo que a ella también le había pasado. Acompañada en todo momento por Liliana Cuenca, de la Agrupación "Animate" contó el proceso que atraviesa. 

 

 

Ese “también” no es azaroso. Fue precisamente ver que varias chicas habrían sido víctimas de ese mismo victimario lo que le hizo decir basta, al punto de ponerle fin a un silencio que se había prometido llevar a la tumba.

 

“A partir de eso le cuento a mi mamá y lo echa de la casa”, dijo.

 

Georgina contó que luego la madre organiza un encuentro “para que lo enfrente”. Ella va sola a su antigua casa y halla a su padre sentado llorando en la punta de la mesa familiar. “Fui con un miedo terrible. Pensé que él se iba a enojar, que me iba a putear, que iba a decir que era una mentirosa. Pero no. Me pedía perdón y me decía que se quería curar”.

 

Yo le dije que sí, que lo perdonaba. El me pidió que no diga nada, que iba a estar todo bien, relató Georgina

 

Después de ese encuentro, Georgina contó que la actitud de él cambió completamente. “Empezó a querer limpiar su imagen, a decir que las cosas no eran como yo las decía”, y el panorama en su casa y con su familia también se modificó: “mi vieja empezó a aflojar, a tener dialogo normal”.

 

“Una noche me peleé con mi vieja, discutimos y ahí le dije que lo iba a denunciar. El punto de quiebre para Georgina fue ver una foto de su madre con su padre en una red social.

 

“Espero que se pudra en la cárcel. Que esté hasta el último de sus días ahí. Espero que sea rápido. Yo sé que no soy la única persona y que la Justicia no gira en torno a mi caso. Pero es necesario que sea rápido. Es terrible tener que cruzármelo en la calle como si nada”.

 

 

Espero que la Justicia actúe rápido por todo lo que hizo y para que deje de ensuciarme, afirmó.

 

 

El recorrido en la búsqueda de Justicia

 

En cuanto a la situación procesal del acusado se encuentra notificado de la denuncia y con dos pericias realizadas, una socioambiental y otra psicológica-psiquiátrica.

 

“Fui. Denuncié. Me llamaron tres veces. Voy a pedir mi causa y no me la dan. Una persona especialista en el tema me explica que tengo derecho de acceder a la causa. No entiendo. Me hablan con palabras técnicas y no se para dónde disparar. Estoy ansiosa las 24 horas. Me dicen que no vaya a los medios para no revictimizarme”.

 

El relato es en este caso de Georgina, pero se escucha también en boca de muchas víctimas que piden empatía por parte de la Justicia. Una noticia alentadora tiene que ver con la aprobación en el Congreso de la “Ley Micaela” que busca prevenir la violencia contra las mujeres y para eso dispone la capacitación en la temática de género en los tres poderes, para todos los niveles y jerarquías.

 

 

“Llegué a los medios no porque me guste. Es horrible tener que estar señalada por la calle como “la violada” “la abusada” “la hija de”, pero lamentablemente es la única herramienta que tengo en mi caso porque él es un tipo que anda por toda Olavarría y me acusa de mentirosa, de chorra, de que le saqué plata. Tengo dos criaturas para criar y no soy ni chorra, ni mentirosa, afirmó.

 

Hay situaciones movilizantes para Georgina como “el caso de Thelma o de cualquier chica no conocida”. Más allá de las sensaciones que le generan cree que sirven para ayudar a otras mujeres. 

 

“Yo vivo con un daño constante que es tener a mi papá a 6 cuadras de mi casa y cruzándomelo cada vez que salgo a hacer un mandado”,  finalizó

 

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