Murió a los 99 años el cardenal Estanislao Karlic, una figura clave de la Iglesia argentina
El arzobispo emérito de Paraná, cardenal Estanislao Karlic, murió este viernes a los 99 años en el Hogar sacerdotal “Jesús Buen Pastor”. “Con profundo pesar informamos el fallecimiento que hoy viernes 8 de agosto el Cardenal Estanislao Esteban Karlic ha partido a la casa del Padre”, informó el arzobispado de la ciudad entrerriana a través de un comunicado oficial.
Karlic, el arzobispo más longevo del país, había sido sufrido un paro cardíaco en el mes de mayo y tras una operación, fue dado de alta. No obstante, su salud quedó afectada desde ese entonces.
Nacido el 7 de febrero de 1926 en Oliva, Córdoba, estudió en el Seminario Mayor de la provincia y se graduó en la carrera de Teología en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma. En junio de 1977, Pablo VI lo designó obispo titular de Castrum y auxiliar de Córdoba, mientras que el 1° de abril de 1986 reemplazó en el puesto de arzobispado a monseñor Adolfo Servando Tortolo. Fue presidente de la Comisión Episcopal Argentina entre 1996 y 2002 durante dos períodos consecutivos antes de dimitir en el arzobispado de Paraná el 29 de abril de 2003.
El 24 de noviembre de 2007, fue ordenado cardenal por Benedicto XVI, fallecido el 31 de diciembre de 2022 tras renunciar al papado en febrero de 2013.
En tanto, tras conocerse la noticia, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) expresó su cercanía a la arquidiócesis de Paraná ante el fallecimiento de Karlic. En un mensaje dirigido a su actual pastor, monseñor Raúl Martín, los obispos destacaron el “momento de tristeza esperanzada” que vive la comunidad, confiando en la promesa del Señor para su “servidor bueno y fiel”.
Los obispos pusieron de relieve “la lucidez intelectual del purpurado”, que lo llevó a ser miembro de la comisión redactora del Catecismo de la Iglesia Católica y a impulsar la creación de la Comisión Episcopal de Pastoral Universitaria, de la que fue su primer presidente.
La CEA agradeció el testimonio de una vida fecunda y fiel, vivida “a imagen de Jesús Servidor”, y pidió al Señor que lo reciba en la Casa del Padre para que participe “del gozo de su Señor”.
La carta completa
Querido hermano:
Desde la Conferencia Episcopal Argentina queremos hacernos cercanos, en tu persona, a toda la Iglesia que peregrina en Paraná en estos momentos de tristeza esperanzada por la partida de este suelo del Cardenal Karlic, quien fuera pastor de esta Iglesia diocesana durante casi veinte años.
El servicio, divisa que eligió como lema episcopal, fue la virtud mediante la cual él quiso asemejarse a Jesús, quien “no vino a ser servido sino a servir” (Mt 20,28). Su ferviente deseo de servir al Señor en la Iglesia lo llevó a consagrar su vida respondiendo siempre generosamente a las misiones que le fueron encomendadas: como sacerdote, como profesor, como obispo auxiliar en Córdoba (1977-83) y luego como obispo de la Iglesia paranaense, primero como coadjutor (1983-86) y finalmente como arzobispo (1986-2003).
La disponibilidad al servicio lo llevó a que sus hermanos en el episcopado lo eligiéramos presidente de nuestra Conferencia por dos períodos (1996- 2002) en momento críticos para la vida de nuestro país. Durante este servicio la mansedumbre y bondad de Mons. Karlic lo convirtieron en un actor imprescindible para que, mediante la mesa del diálogo, los argentinos pudiéramos superar la crisis que afrontamos en el 2001.
Finalmente, cómo no valorar la lucidez intelectual del Card. Karlic. Agudeza que puso al servicio de la teología en la enseñanza y en la promoción de esta disciplina en el mundo académico lo que tuvo su corolario al ser elegido miembro de la Comisión redactora del Catecismo de la Iglesia Católica. La pasión del cardenal por la Academia lo llevó a impulsar la creación de la Comisión Episcopal de Pastoral Universitaria de la que fue su primer presidente.
A través de su fecunda vida nos ha testimoniado que, verdaderamente, se es feliz cuando se vive a imagen de Jesús Servidor.
Cercanos a vos y a la querida Iglesia de Paraná, pedimos al Señor que lo reciba en la casa del Padre dando cumplimiento a su palabra: “Servidor bueno y fiel, entra a participar del gozo de tu señor”. (DIB)