En forma sorpresiva, el Gobierno volvió sobre sus pasos con el acuerdo que iba a firmar con gremios docentes, tras advertir que el piso del 40,2% en el salario inicial a nivel nacional complicaba a varias provincias, sobre todo a la de Buenos Aires, y podría generar que el resto de las actividades buscaran imitar un incremento similar.
Luego de haber acordado con los principales gremios de la CGT que en estas paritarias se discutan subas inferiores al 30%, muy cerca de la pauta salarial que pretende el Gobierno, la oferta de la Nación del 40% para los salarios iniciales de los docentes pretendía eliminar de cuajo cualquier posibilidad de que no se iniciaran las clases en tiempo y forma, pero al final esto se terminó convirtiendo en un búmeran.
El ministro de Educación, Esteban Bullrich, intentó nuevamente explicar que el aumento del 40% no será para la mayoría de los docentes, sino sólo para el sueldo inicial de los maestros, el cual que se encontraba muy atrasado (6.060 pesos) y que es percibido por "sólo 5 de cada 200 docentes".
A pesar de estas explicaciones, el 40% quedó instalado y generó alarma en los gobernadores de las distintas provincias que venían haciendo ofrecimientos bastante por debajo de esa cifra y que ahora creen que no podrán afrontar pedidos de aumentos similares.
Pero no sólo eso: la principal alarma que se encendió en el Gobierno fue el posible efecto arrastre de que todo el resto de las actividades quieran sellar aumentos "del 40%, como los docentes".
El malestar se extendió también a los jefes sindicales cegetistas que pretenden colaborar con el Gobierno no reclamando cifras "descabelladas" y luego debieron ver cómo el 40% de los docentes los dejaba descolocados.