De Olavarría al mundo: Montesano emocionó en la obtención del bronce del vóley | Infoeme
Domingo 28 de Abril 2024 - 2:45hs
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De Olavarría al mundo: Montesano emocionó en la obtención del bronce del vóley

Los relatos de José Montesano volvieron a emocionar a los amantes del deporte en la madrugada de este sábado. Fue en el triunfo de la Selección por 3 a 2 frente a Brasil que le permitió obtener la medalla de bronce.

 

Nuevamente José Montesano fue noticia, otra vez hizo emocionar a todos los argentinos y esta vez con un gran final feliz: la obtención de la medalla de bronce en el anteúltimo  día de competencias en los Juegos Olímpicos.

Historia de superación pura, con 50 años, el periodista de TyC Sports nacido en Olavarría volvió a ser noticia por su vibrante relato en la consagración Argentina y al igual que cuando “Los Pibes” lograron la clasificación a las Semifinales, aún en la derrota ante Francia y hoy los medios nacionales hablaron del profesional que nació en el corazón del barrio Pueblo Nuevo.

 

 

En Clarín, por ejemplo, publicaron: "Siempre hay que tener una misión. A veces hay que sufrir para saber gozar", exclama con la voz desgarrada el relator que se emociona y emociona con la gesta de la Argentina en el vóley olímpico. Habla de lo que acaban de hacer El Heredero, El Nene Malo, El Nene y Cachete, los cracks de la Selección que avanzaron a las semifinales de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 tras poner de rodillas a Italia, uno de los que venía por las medallas. Pero también habla de su vida el relator.

Es que "El Mosquito", porque así le dicen los amigos a José Montesano (50), es un gladiador extra large. Uno de esos que sabe en carne propia todo el daño que puede causar un cáncer, esa enfermedad de mierda que te mata antes de, casi siempre, matarte. Pero que con él, como con muchos otros luchadores, no pudo.

 

 

Porque esa polenta que le pone a cada relato de un partido de vóley y cada miligramo de esa energía positiva que transmite cada vez que está cerca del seleccionado de básquet -en China o en Corrientes- lo puso para salir del abismo en ese maldito 2017.

Después de 9 meses, Montesano pudo volver a sonreír con Catalina, Juana y Emiliano, sus tres hijos. Pudo volver a mandarle saludos a Delia, la vieja que lo sigue desde su Olavarría que ama. Pudo decirle gracias a su hermano Man, a su hermano Covi y a su amigo El Pelado, sus guardianes con Emiliano, que lo cuidaron noche tras noche en el Otamendi. Pudo abrazar a su médico, Sebastián Alba Posse, y su psicólogo, Néstor Barbón.

Y también pudo volver a abrazar al enfermero que lo asistió en su primera sesión de quimioterapia y que entendió, con una mirada, que estaba lleno de temor. Un temor que comenzó a perder con palabras de contención y un abrazo, el primero de todos, que nunca jamás olvida. Tanto es así que Montesano, entre relato y relato, entre emoción y emoción y apodo y apodo, se mensajea desde Tokio con todos los que le dieron una mano para escaparle al cáncer.

La enfermedad

Montesano se empezó a sentir mal cuando faltaban un par de meses para que terminara 2016. Venía de relatar un partido de básquet y el cuerpo no se sentía igual que siempre. Una señal que, por suerte, no dejó pasar.

Fue al médico, se hizo chequeos. Y los valores le dieron tan mal que quedó internado. Diagnóstico: cáncer en los ganglios, un linfoma de Burkitt

El mundo se le vino abajo.

Pero Montesano no dejó que el tiempo pasara. La peor noticia llegó un martes y el lunes siguiente empezó con la quimioterapia. Ocurrió ese abrazo sanador que lo cargó de valentía y desde entonces no paró. Siguió al pie de la letra los consejos médicos. Descargó miedos con su psicólogo. Se cargó de sonrisas con sus hijos. Y no bajó los brazos porque cuando se cansaba siempre estaban Man, Covi, el Pelado y muchos más para ponérselos en alto. "Las manos de todos los pibes arriba...", dice cuando el bloqueo de la Selección de vóley hace daño al equipo rival. Y las del Mosquito también se mantuvieron arriba para no volver a hundirse nunca jamás.

Fue una maratón de 9 meses. Interminable para él y para su gente. Pero terminó. Mientras estaba internado recibió mensajes de deportistas de élite, de empresarios, más allá del empuje de amigas, amigos, compañeros y compañeras de laburo. Un tipo querido que recogía todo lo bueno que había desperdigado en su vida. Pura energía.

"Siempre cuento, porque me parece la anécdota más loca que me pasó. Un día estaba para atrás, mal de todos lados. Fui a Medicus, y me entró un mensaje de WhatsApp de un número que no conocía. Decía: ‘Hola José, soy Juan Fleita, te quería mandar un abrazo. Vos sos el que tiene la pelota, nosotros somos los hinchas. Vamos a rezar, vamos a estar a tu lado'. Y yo con Fleita no había hablado en mi vida. Fleita en ese momento me cambió el día", contó tiempo después, cuando la batalla ya había terminado en victoria.

¿Cómo transitó la enfermedad? Así se lo contó al periodista Gastón Saiz, de La Nación, hace dos años."El médico me dijo en su momento que existía la posibilidad de un autotrasplante de médula. Al principio no estaba joya físicamente, me cagaron a palos con las quimio, eran seis días de internación con quimio permanente. Eso me cansó y me llevó un tiempo reacomodarme, sacar todo lo que me metieron que arrasó con lo malo y con lo bueno y me dio la posibilidad de estar vivo también".

Y siguió: "Me di cuenta de que soy más fuerte de lo que pensaba. Es una mezcla médica, de la cabeza y fundamentalmente de mucho amor y afecto. Estoy recontraagradecido, el amor que recibí desde la enfermera hasta la familia fue fundamental. Si algo hay que dejar de enseñanza es que es mucho de la cabeza y mucho de cariño de quien venga".

"Confía en su fe, cree en Dios, no de manera mística, pero tiene una conexión, sobre todo después del cáncer", describe el Pelado, uno de sus amigos de fierro, con quien comparte el amor por Olavarría y por el periodismo deportivo.

De Olavarría

Montesano nació en el Barrio Pueblo Nuevo, al lado de la farmacia de su padre, a pocas cuadras del arroyo Tapalqué que atraviesa esta ciudad que está en el corazón de la Provincia de Buenos Aires, una de las grandes canteras del mejor básquet argentino.

Cuando estudiaba en el Círculo de Periodistas porteño, el Mosquito tenía claro su futuro. Se volvía a Olavarría todos los viernes para relatar partidos de básquet y de fútbol. Sus primeras locuras, aunque mucho más sobrias, se escuchaban y se veían en el Canal de su ciudad. Allí también tuvo programas de radio dedicados al rock. Hacía la diferencia con los discos que le llevaban sus hermanos desde Buenos Aires.

 

 

Trabajó en prensa y difusión de la Federación de Bochas. Con el tiempo, tras dar sus primeros pasos en las transmisiones de la vieja B Nacional, se transformó en la voz del vóley y del básquet argentino en TyC Sports. Es un especialista en transmitir emociones. "Punto, punto, punto".

A puro latiguillo, con frases que repiten de memoria los pibes, como cuando canta los aces a ritmo del hit de DLG La Quiero a Morir, no hace más que potenciar los remates de Facundo Conte (El Heredero), Sebastián Solé (El Nene Malo) y Bruno Lima (El Nene), los armados top de Luciano De Cecco (Cachete), o el sacrificio de cada uno de los jugadores del equipo del siempre sobrio Méndez. "Vamos los Pi".

Hace, sin querer queriendo, que las hazañas de los deportistas lleguen aún más lejos y que chicos que hasta ahora no sabían lo que era el vóley hoy estén preguntando dónde se puede ir a jugar ese deporte frenético en el que la pelota nunca puede tocar el suelo. 

Lo acaba de hacer desde Tokio con el inolvidable triunfo ante Italia. Y lo hizo también hace dos años desde China, cuando estuvo al lado de la Selección de básquet que fue subcampeona mundial.

 

 

Del otro lado del mundo, como ahora, Montesano terminó siendo uno más de aquel equipo que comandaba Luis Scola, como hasta hace un rato, en la cancha. Micrófono en mano en la zona mixta no sólo obtenía materia prima de los protagonistas, sino que también compartía emociones. De hecho, los jugadores -que lo respetan como a ningún otro- lo hicieron parte de los festejos tras los triunfos contra Serbia y contra Francia que sirvieron de peldaños para llegar a la final.

La vuelta

Una prueba de que es un tipo de fierro fue lo que pasó el 31 de agosto de 2017. Hacía un mes y dos días que había recibido el alta definitiva. Esa noche volvió a relatar un partido de vóley para TyC Sports. A la Selección le tocaba jugar contra Chile por el Premundial en Jujuy.

"Para mí, hoy más que nunca es un placer estar al lado tuyo", le dijo Hugo Conte, leyenda del vóley, padre de Facundo y su coequiper. Y antes de que la pelota empezara a volar de un lado a otro de la red hubo un momento único. Los jugadores lo ovacionaron y él abrazó uno a uno a los integrantes del equipo y del cuerpo técnico. Hasta recibió una plaqueta.

 

 

"Gracias a todos por tanto cariño y amor. A mi familia, amigos, médicos, compañeros, Selección Argentina y a ustedes. Fue un día fuerte muy feliz", tuiteó aquella noche.

Fue la noche de la vuelta para José Montesano, el relator que hace que las emociones olímpicas sean mucho más grandes. 

 

Fuente: Martín Voogd // Clarín

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