El Complejo Penitenciario Zona Centro difundió una nota en homenaje al Suboficial Mayor Jorge Krohling quien pasó a retiro tras unos 30 años se servicio.
Krohling fue uno de los guardias tomado de rehén en la Unidad 2 de Sierra Chica durante el sangriento motín de la Semana Santa de 1996 , que duró 8 días y dejo 8 muertos, en uno de los episodios más sangrientos de la historia carcelaria argentina.
Sobre aquella trágica revuelta carcelaria impulsada por los “Doce Apósteles” expresó: “me llevo la alegría de haber salvado a mucha gente en un lío muy grande que hubo”.
En su último día de trabajo realizó un recorrido por los años vividos y dedicados al Servicio Penitenciario Bonaerense.
En algunos pasajes de la noticia, se menciona que Jorge tiene 53 años, dos hijos y una nieta “prestó servicio como Penitenciario por 29 años en la Unidad Nº2 y meses en la cárcel de Batán. Fue un empleado ejemplar, un compañero muy querido, y un comprometido colaborador con acciones solidarias” destaca.
Se define como “un hombre apegado a las normas, respetuoso por sus superiores y con mucho humor. Lo que sentís cuando te vas es una dulzura muy especial, yo nunca creí que iba a llegar a estar vivo como para jubilarme, por la vida dura que tuve. Creí que me iba a morir antes del corazón. Dios me dio la suerte de jubilarme. Fue un placer haber trabajo en el Penal, quería ser policía y me anoté en el Servicio por mi vieja. Por eso hoy cuando me vaya, voy a brindar con ella”.
Con respecto a los diferentes momentos que vivió en la Unidad Nº 2 Jorge señaló: “conocí a mucha gente que le gustó mi estilo de trabajo, traté de ser el mejor compañero. Fueron años de aprendizaje. Uno aprende toda la vida. Compartís risas, llantos, tristezas, porque compartís todo el nacimiento de tu hijo, yo tengo una hija en el cielo, perdí una hija que sería mayor que mi hija Natalia que es Oficial del Servicio. El uniforme es una cosa, pero acá conoces personas, no legajos, tenemos días buenos, malos, sufrimos decepciones, tenemos alegrías y amarguras”.
Su último día de trabajo empezó a las 5.30 de la mañana, cuando comenzó a prepararse para tomar el colectivo que lo dejaría en la puerta de la Unidad Penal. “Tomé el colectivo porque quería tener la sensación de venir a trabajar como cuando fue mi primer día”.
Antes de retirarse, recibió las dedicaciones y saludos de sus compañeros. Muchos abrazos, algunas lágrimas y sentidas palabras: “No me voy a olvidar que mis compañeros me ayudaron mucho cuando se incendió mi casa. Me voy a descansar, a aprender a disfrutar de mi nieta, hijos, mi vieja. Los disfruté, pero ahora más. Voy a seguir ayudando a la gente de la calle, soy socio de UNICEF” cerró.