Preciso. Audaz. Confiado. Imparable. A menos de 14 horas de haber eliminado al mejor tenista del planeta, Juan Martín Del Potro superó un nuevo obstáculo en su camino a la gloria. No deslumbró como anoche, su físico todavía guardaba resabios de ácido láctico producto de la batalla ante Djokovic.
Pero, para el argentino no hay imposibles.
Al igual que contra el serbio, su drive fue muy importante en el primer set, consiguiendo una buena cantidad de puntos ganadores que se complementaron con sus potentes servicios.
En el segundo set aparecieron los errores no forzados, las piernas perdieron frescura y el slice de revés se tornó una constante. 1-6 y a seguir transpirando.
El breve descanso lo revitalizó. El objetivo era disputar puntos cortos y no seguir desgastando un cuerpo, a esta altura, extenuado.
Sus golpes recuperaron potencia y velocidad, la efectividad de los saques se mantuvo en un alto porcentaje y el revés fue creciendo a medida que se moría el encuentro. Con el 6-3 final, las gargantas argentas estallaron al unísono.
El partido de octavos de final será ante el japonés Daniel Taro, quien superó con facilidad al británico Kyle Edmund. Del Potro está de regreso. Y sueña despierto.
Sin descanso. Por la segunda ronda de dobles masculino, Del Potro jugará junto a Máximo González frente a la dupla española compuesta por Rafael Nadal y Marc López. El encuentro está programado para las 19 horas.