Fue un partido cambiante e intenso, luchado y sufrido, electrizante y vibrante, con matices dramáticos que se modificaban según el resultado. El calor de las tribunas se colaba en el terreno de juego y le agregaba un condimento especial a un duelo de gigantes.
Desde el inicio, Argentina presentó el manual con el que iba a disputar el encuentro. Con Emanuel Ginóbili como estandarte y Facundo Campazzo como ideólogo de los ataques nacionales, los dirigidos por el Oveja Hernández se plantaron en campo rival e impusieron su filosofía de juego. Lituania, subcampeón europeo en 2015, desplegó una buena defensa combinada con ataques furiosos que partían de las manos de Mantas Kalnietis, la estrella del equipo.
El primer tiempo terminó 30-27 a favor de Lituania. Con el inicio del tercer cuarto, Hernández modificó algunas piezas y dispuso el ingreso de Nicolás Laprovittola por Campazzo, quien aportó una mejor organización en ataque y fue fundamental para que Ginóbili desplegara toda su magia. El bahiense marcó 14 puntos en ese período del partido que sirvieron para dar vuelta el marcador.
En el último cuarto, el desgaste físico y la baja eficacia de los tiradores argentinos, inclinaron la balanza para el lado del equipo europeo. "Se nos cerró el aro y ellos tiene gente joven y fuerte", fue la explicación de Carlos Delfino en zona mixta.
A Argentina le quedan aún dos partidos en este ajustadísimo Grupo B. El próximo, el sábado por la tarde frente a Brasil, puede ser el que clasifique a la Generación Dorada a los tan ansiados cuartos de final. El cierre de la primera fase será el lunes, contra España. "Tenemos que ganar uno más y los dos rivales son jodidos. El grupo es una lotería", aseguró Manu. Con prudencia y en voz baja, los guerreros se preparan para seguir haciendo historia.