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"No culpable" fue la sentencia del primer juicio en Buenos Aires

juicioCon aplausos terminó el primer juicio por jurados de la jornada de Buenos Aires, luego de que doce persona que no pertenecen al ámbito de la Justicia deliberaran y decidieran que Guillermo Barros es inocente de haber matado a su cuñado.

Unas horas antes, el juez Francisco Pont Vergés les había dicho:

Si deliberan serenamente, si exponen sus puntos de vista, si escuchan al otro, estamos seguros que van a poder llegar a un veredicto correcto y justo.

El magistrado hacía más de media hora que le explicaba al jurado las leyes aplicables para el caso, y la forma en que tienen que proceder en la sala de deliberaciones. En la parte más técnica –"sé que es lo más tedioso"- les explicó las condiciones que debían considerar probadas para el delito de homicidio simple y también para la legítima defensa. Que una vez en la sala, elegirían un presidente y debatirían en secreto. Los jurados pueden votar hasta tres veces y alcanzar los 10 votos para un veredicto de culpabilidad. Si llegan a 9, decidirá el juez. Con 8 votos de culpabilidad, Barros quedará absuelto. "Cuando tengan el veredicto, den un golpe en la puerta de la sala", les dijo.

Después levantó un sobre de papel madera y blandió una hoja que había dentro.

Acá está el sobre. Acá está el formulario del veredicto.

Después de un silencio, los testigos se levantaron a deliberar. Afuera de la sala desalojada, bajaban por las escalinatas los abogados, estudiantes avanzados y funcionarios judiciales de todo el distrito que se acercaron a ver esta primera experiencia. Mezclados entre ellos, la parentela numerosa de Guillermo Alberto Barros. También Claudia Griselda Barros, ex pareja de la víctima y hermana del imputado. Después de los alegatos se la había visto llorando en la vereda. "Estoy más tranquila", alcanzó a decir.

Durante tres jornadas de juicio, los 18 miembros del jurado (12 titulares y 6 suplentes), escucharon a 14 testigos, vieron fotos en un proyector, dibujos de los peritos y observaron un pedazo inservible de aire comprimido, el único elemento incautado en la investigación. Ahora deben decidir si Guillermo Alberto Barros fue el autor del escopetazo que el 30 de enero de 2014 le entró a Germán Gabriel Armella por la clavícula izquierda y terminó en el corazón. Y si no lo hizo, además, en legítima defensa (delito no punible). Es que Barros era hermano de la ex pareja de Armella, a quien golpeaba y maltrataba, y dijo que esa noche la víctima había ido armado a la casa de su madre a buscar a las tres hijas que tenían en común. Y que en un forcejeo, tratando de hacerlo entrar en razones, el arma se disparó.

Gestos y alegatos

A primera hora, la fiscalía y la defensa oficial de Barros hicieron sus alegatos finales gesticulando hacia el jurado, como en las películas de Hollywood. La fiscal Ana María Armetta les dijo que acusaba al sospechoso por homicidio simple con uso de arma de fuego. "Barros esgrimió un arma de fuego contra Armella con el fin de quitarle la vida", dijo. Aseguró que Armella no llevaba ningún arma de fuego –basándose en que vestía bermudas e iba en cuero, y nadie vio el arma-, y que lo que vio una cuñada de Barros -que la apuntó cuando estaba destendiendo la ropa en el patio de su casa- fue el pedazo de rifle de aire comprimido que se incautó. Dijo que el forcejeo que dijeron varios testigos –la mayoría familiares de Barros- nunca sucedió. "Era un problema para la familia y quiso sacárselo de encima. Está clarísima la intención de matar". Al final tiró abajo la posibilidad de la legítima defensa: "Una persona borracha y desarmada no puede ser víctima de una legítima defensa", concluyó.

La defensora Verónica Jollife tuvo, como al inicio del debate, un manejo mejor de la escena. Se mostró como un par, empleó la ironía recurrió a la ironía y hasta citó a su padre. Anunció que iba a rebatir "uno por uno, todos los puntos en los que la fiscal dice estar convencida". Y agregó que el problema es que "al convencimiento debe acompañarlo con pruebas". Dijo que el trozo inútil de aire comprimido que descartó Armella en lo de una vecina, podía ser otro al arma de fuego que llevó para amenazar a los Barros. Y citó a una vecina, Rocío Moreda, que salió a fumar un cigarrillo y dijo ver el arma y el forcejeo. "Ella no es de la familia", dijo, refiriéndose a la descalificación como testigos veraces que había dicho de ellos la fiscal. Sobre el final, Jollife le habló al jurado de un tema sensible: "Se habla mucho de la inseguridad –les dijo-. Pero qué mayor manifestación de inseguridad que condenar a un inocente. Estoy segura que Barros saldrá hoy por esa puerta sin los custodios, abrazado de su familia".

El juez le dio entonces al imputado la posibilidad de la última palabra. Desde su lugar, sin mirar al jurado, Barros balbuceó: "Que no soy un asesino. Nada más".

Fuente: Infojus

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