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Olavarría
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El Monumento al General San Martín, historia de un homenaje

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Por Claudio Filardo / clafi64@hotmail.com

monumentosdeolavarria.blogspot.com.ar

La creación de parques, desde el puente de la Avda. Del Valle, ha transformado las orillas del arroyo Tapalqué, prácticamente desde que nació la ciudad. El primero que se creó fue el parque Mitre, denominación otorgada el 10 de julio de 1901, desde el puente de madera ubicado en la calle Cnel. Suarez, hacia el norte.

En el año 1914 se había adoptado la modalidad de realizar paseos por el parque y la municipalidad para preservar el lugar mientras lo remodelaba, había alambrado permitiendo algunos días de la semana que sea usado. Pero desde la avda. Del Valle hasta calle Cnel. Suarez, el lugar estaba ocupado por el Molino “La Clara”, establecimiento industrial inaugurado el 3 de marzo de 1881, y que llego a ser el más importante de la ciudad, donde prácticamente ese espacio no se usaba públicamente.

La verdadera transformación donde hoy se encuentra el monumento al General, comenzó el 16 de diciembre de 1929, cuando el Molino sufre su tercer incendio y esta vez de grandes proporciones, decidiendo sus dueños decretar el final.

Con la caída del primer puente que cruzó el Tapalqué, dentro de lo que hoy se conoce como Club Estudiantes debido a las intensas inundaciones, se decide construir uno nuevo a la altura del boulevard Del Valle. José Manuel Ferrecio se hace cargo de la municipalidad en septiembre de 1930 y se comienza a trabajar en esa zona. Finalmente el 9 de enero de 1932, se inaugura el puente “Ferrecio”, de construcción solida, que iba a facilitar el paso de peatones y carros y la gente ya no tenía que trasladarse hasta la calle Cnel. Suarez, para cruzar a Pueblo Nuevo.

A continuación un pequeño plano de cómo era Olavarría en 1932, cuando se inaugura el primer puente sobre la Avda. Del Valle y sus alrededores.

Nacimiento del monumento

La iniciativa de honrar al Gral. San Martín, nació cuando el concejal Rafael Armendano presenta un proyecto el 15 de junio de 1938, en la zona desde el Molino “La Clara”, hasta el reciente inaugurado puente de la avenida Del Valle. A principios de 1941 se instala el Regimiento de Caballería C-2, donde los efectivos ocuparon las instalaciones del ex-molino desocupado, ubicado sobre las barrancas del arroyo Tapalqué y sobre ambos lados de la calle Almirante Brown, desde Del Valle hasta Bolívar. En 1946 se mudan a los nuevos cuarteles que tienen en la actualidad.

Entre las propuestas presentadas en cuanto al emplazamiento del monumento hubo alguna que sugería sacar el de José Valentín de Olavarría de la Plaza Central, para colocar allí al militar de los Andes, aunque la idea fue desechada rápidamente. En 1944 un grupo de vecinos de Pueblo Nuevo, aconsejan colocarlo en las riberas del Tapalqué, entre las calles Coronel Suárez y Belgrano, sector muy descuidado en esa época.

En noviembre de 1947, el viejo Molino “La Clara”, había sido remodelado a causa del último incendio y al encontrarse desocupado por el Regimiento, comienza a ser utilizado por la empresa industrial Cerámica Olavarría Sociedad Comercial, fabricando en su interior artículos de loza, porcelana y terracota, con una larga chimenea que delataba cuando estaban trabajando, por su espeso humo que emanaba de su interior.

En 1948 y luego de un impasse, se pone en marcha nuevamente la Institución Sanmartiniana, creada varios años atrás. En 1950 el intendente Santiago Cañizo, se reúne con el gobernador Mercante, para agilizar el proyecto del monumento y se clausuraba el puente de madera de la calle Cnel. Suarez, por los peligros que ofrecía y debido a las malas condiciones en que se hallaba, para darle paso al progreso y al cemento. En agosto, el Honorable Concejo Deliberante, sanciona la ordenanza que tiende a emplazar un gran monumento al Libertador.

El 15 de agosto de 1951, finalmente la municipalidad compra al Sr. Luciano Indavere, los terrenos desde el Molino hasta el puente de la Del Valle y desde Alte. Brown hasta el arroyo Tapalqué, permitiendo la continuidad de la urbanización del sector, para emplazar el futuro balneario municipal en su margen izquierda y la plaza para el monumento, sobre la derecha.

En mayo de 1953 se comunicaba al pueblo de Olavarría, que las autoridades municipales habían licitado la adquisición. La figura del Prócer sería de bronce y similar al tamaño de la existente en la Plaza San Martín de la ciudad de Buenos Aires.

En 1954 se inauguraba el balneario municipal, sobre la ribera izquierda, bendecido por el R. P. Vicente Corradini y en 1956 se comenzaron con los trabajos relacionados con el emplazamiento del Monumento en el pulmón verde que se venía hermoseando desde el puente de la Avda. Del Valle, hasta el puente peatonal de calle Hornos, margen derecha.

El 14 de marzo de 1956, el comisionado municipal Héctor D. Santana Pérez, presenta el proyecto en sociedad que iba a ser sometido a un urbanista para su aprobación, denominado “Parque San Martín” y además de contar con abundante jardinería, la construcción de un puente nuevo, para unir los bulevares Del Valle y Alberdi (nombre que tomada desde el arroyo hacia Pueblo Nuevo) y la demolición definitiva del Molino “La Clara” y del puente “Ferrecio”.

Inauguración del monumento

El 20 de Junio de 1956, junto a los actos celebratorios del Día de la Bandera, fue colocada la Piedra Fundamental del Monumento al Gran Capitán de los Andes. La fanfarria del regimiento C-2 hizo escuchar los sones de marchas Patrióticas. Luego el Comisionado Héctor Diego Santana Pérez, junto a invitados especiales descubrió la piedra bendecida por el Presbítero Vicente Adducci.

Luego de unos años, la inauguración estaba prevista para el 17 de agosto de 1958, pero finalmente se concretó el 24 de agosto. El pueblo se dio cita en el lugar desde muy temprano y pocas veces, Olavarría adhirió en tal número y con presencia indivisa de sectores a un acto público como el que se realizó. La inauguración del monumento adquirió la presencia popular, por la asistencia de altas autoridades de la Nación y la Provincia, por la adhesión de delegaciones militares, escolares y privadas, y por las noventa ofrendas florales que fueron depositadas.

Instaladas las autoridades en el palco, mientras se escuchaban marchas militares, arribaron las banderas de las unidades militares locales: la de caballería portada por el subteniente Álvarez y la de zapadores, por el subteniente Gordillo, que hicieron la presentación de rigor ante el general Solanas Pacheco, entre los aplausos. Se inició la misa de campaña, oficiada por Villamayor, la que fue explicada por el presbítero Vicente Adducci, ante el silencio de la multitud.

Hablo el intendente municipal Dr. Carlos V. Portarrieu, luego el Comisionado Héctor Diego Santana Pérez. Se ejecutó el Himno Nacional y se realizo un desfile. Posteriormente las autoridades participaron de un banquete en el Club Español.

La figura del Prócer, copia de la realizada por el escultor francés Dumas de Capital Federal, se apoya sobre un alto pedestal de piedra y ostenta en su frente a “Victoria”, conocida como “Patria alada”, verdadera obra de arte realizada con piedra de Mar del Plata en el año 1957, por Ricardo Dagá, escultor argentino nacido en el Hospital Rawson de la Ciudad de Buenos Aires en el año 1931.

El Escudo Nacional fue esculpido por José Herrero Sánchez, nacido en Salamanca, España en 1910. Se estableció en Pigüé y en el año 1950 fue Convocado por la Agrupación clase 1913 de nuestra ciudad que le confío concretar el Monumento a la Madre y se quedo en nuestra ciudad hasta que falleció el 22 de junio de 1980 en el hospital local, a la edad de 70 años.

El imponente monumento y el Molino “La Clara” convivieron un tiempo, donde la gente comenzó a llamar a el lugar como plaza San Martín, pero sin tener realmente ese nombre oficializado. Recién en 1961 y con la ordenanza Nº 31 del 13 de julio de ese año, el Honorable Concejo Deliberante, sanciona por unanimidad en la sesión del día 7, denominando como “Alejando María de Aguado” a la fracción de tierra circundante al monumento al general. La misma comprendía: avenida Del Valle y calle Brown, la margen derecha del arroyo Tapalqué y el puente peatonal de la calle Hornos.

Aguado, Marqués de las Marismas del Guadalquivir, había sido benefactor, amigo y camarada de armas de San Martín en el Ejército de España. Solo restaba determinar la fecha para implementar la ordenanza y la misma comenzó a regir el 25 de noviembre de 1962, en el nonagésimo quinto aniversario de la ciudad.

Con un imponente desfile de maquinarias, autoridades civiles, militares y eclesiásticas; delegaciones de establecimientos educacionales y una cantidad de público abultada, se dieron cita en el lugar. El comisionado municipal, Dr. Carlos V. Portarrieu, izó la bandera, mientras la fanfarria del C-2 ejecutaba la marcha “Aurora”. Se colocaron ofrendas florales al pie del monumento y se entonó el Himno Nacional. Hablo el señor Pedro Ripoli –en nombre de la Asociación Cultural Sanmartiniana- , destacando que el General San Martín descansa sobre la Plaza Alejandro Aguado. Para finalizar se realizo un desfile por efectivos del Regimiento y toda la maquinaria vial de la Municipalidad y algunas de la provincia.

Los cambios en la plaza

Una vez retirado definitivamente los escombros del molino, el parque se veía muy grande y se comenzó a trabajar en el mismo. Primero se colocan 36 mástiles, que representaban las Naciones de América. El 5 de abril de 1986, se inauguraba el monumento “Gesta de Malvinas” y en 2009 comienza una transformación profunda del lugar. Remodelación del puente peatonal de la calle Hornos, sendero peatonal, construcción del skatepark, desmonte, demolición y limpieza del Balneario Municipal, realización de una fuente y cascada, concluyendo con el retiro de la fila de mástiles que cortaba el uso del parque, con la promesa que iban a ser reubicarlos, situación que a la fecha aun no se ha cumplido. Luego es inaugurada la “Casa del Bicentenario” en el edificio que ocupara el antiguo balneario municipal “Cipriano Catriel”.

Finalmente, en abril de 2010, el Honorable Concejo Deliberante le impuso el nombre de “Parque de Bicentenario senador Oscar Lara”, en homenaje a quien fue el creador del impuesto a la piedra en nuestra ciudad y donde todos pensaban que el nombre Aguado iba a desaparecer definitivamente del lugar, pero en mayo de 2012, se modifica la ordenanza 31/61, que le dio origen al nombre y pasa a denominarse “Alejandro María de Aguado” a la plazoleta y fracción de tierra circundante al Monumento del Gral. José de San Martín, el que se encuentra dentro del Parque del Bicentenario “Senador Oscar Lara”.

Pasado, presente y futuro

Los olavarrienses hemos adoptado este lugar, como así las modificaciones que se han realizado desde su creación. El parque y sus alrededores, han sido testigo a lo largo de su vida de varios hechos. El asentamiento de los indios, buscando el espejo de agua; las realizaciones de la Fiesta Nacional de Cemento, en el desaparecido balneario “Luz y Fuerza”, donde su pequeña cascada artificial, nos hacía ver el agua transparente atreves del sol; su caudaloso arroyo, que en épocas de lluvias acaricia sus barandas y nos agolpamos a ver su espectáculo; el viejo balneario municipal, con sus brazos de cemento como abrazando el fluido y la fila de cajones para aprender a nadar, donde varias colonias de Sociedades de Fomento llevaban a los niños; el islote creado en el medio del balneario con un trampolín, y San Martín mirando las piruetas de los bañistas; las carreras de lanchas desde el puente de la avenida organizadas por el Club Ferro, para pegar la vuelta en el de la hornos; la rebelión de un grupo de jóvenes, negándose a sacar los añejos arboles para continuar con las obras; tirarse del puente peatonal, en la parte más profunda del arroyo, era una verdadera hazaña; los combatientes recordando a sus camaradas cada 2 de abril, donde la piel nos emite un sonido inmanejable en ese minuto de silencio.

El presente nos regala un lugar donde no solo la naturaleza dice que está, lástima que algunos jóvenes todavía no se han dado cuenta, que a las cosas publicas hay que cuidarlas, porque en definitiva son de ellos. Antes nunca íbamos a escribir y menos pintar, ahora es moda; si encontrábamos una baldosa floja, tratábamos de acomodarla, hoy desaparece estrellada en algún lado; si una rama florecía fuera de lugar en algún arbusto la dejábamos crecer, hoy sus hojas aparecen inmediatamente esparcidas en el suelo.

Desde hace bastante tiempo, tratamos de traer el pasado imaginando que lo que viene es mejor. Las futuras generaciones van a crecer paseando en su verde piso y lo que fue progreso hoy es futuro.

Como siempre en estas investigaciones, cuento con la colaboración del Archivo Histórico Municipal, a través de Mónica Poggi y de Walter Minor, Adolfo Santa María y Marcos Reynaldo Rodríguez.

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