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Mauro Szeta, especial para Infoeme
Estos días, muchos gastaron sus gargantas con el argumento de que los linchamientos ocurren por ausencia del Estado ante el incremento del delito.
Los linchamientos, hoy, reiterados hasta el hartazgo por el periodismo, no son cosa nueva.
Lo que esta vez motivo, tanta repercusión mediática, es un tradicional sentido de la noticia clasista que ejercen algunos medios.
Mientras el linchamiento es, como pasó varias veces, en distintos puntos del conurbano más pobre, no fue noticia, a los medios más consumidos, no les interesó.
Ahora, que hubo dos casos, que ni siquiera terminaron en linchamiento, en la zona de Palermo, algunos se enteraron de repente de esta forma de matar.
En Barrio Norte, o en Palermo, justamente, no hay ausencia del Estado. Son las zonas de la Capital Federal, con mayor presencia policial.
Muchos de los que le pegaron a los ladrones en Palermo, no son muchachos pobres, o con ausencias. Son asesinos. De nada sirve su justificativo de “estamos cansados de que nos roben”. ¿Qué les queda al pobre changarín que es víctima de robos en el conurbano y que ni siquiera encuentra un policía dispuesto a tomarle la denuncia?
Nada justifica linchar. Es cierto que muchos delincuentes son detenidos y liberados a las horas. Pero no se trata de caprichos judiciales. La ley es la que permite que el ladrón que asaltó a una turista y fue detenido por el actor Gerardo Romano, quede libre en 12 horas.
Hay que llamar a las cosas por su nombre: el que mata a patadas a un arrebatador desarmado, no es un vecino cansado, es un asesino. El que libera al ladrón en 12 horas, no es un juez garantista, es un juez que aplica la ley que tenemos.
Es cierto que indigna y duele que el ladrón detenido de Palermo salga libre a las 12 horas. Hay una solución: cambien la ley, limiten las excarcelaciones, y mándenlo a juicio en un mes, para que pague, sino casos como estos se seguirán repitiendo.