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Mauro Szeta, especial para Infoeme
“Pido perdón. Ella me engañaba”, así se justificó el criminal que mató a su pareja y a la hija de ella en San Marín para luego simular una toma de rehenes.
Pablo Peralta se convirtió en otro asesino más que mata mujeres sólo por su condición de mujeres, que las codifica, que entiende que si no son de él, no son de nadie.
En realidad, Peralta no mató porque lo engañaron. Ese es el pretexto que montó para justificar su faena criminal. En la carta trató de victimizarse ante la opinión pública machista con el argumento de que ella no sólo lo había engañado, sino que lo había engañado con su mejor amigo.
Ahora, Peralta está preso por doble homicidio calificado.
Como tantos criminales de esta calaña, hay que repetirles una y otra vez un concepto que parece elemental: “si te engañaron, jodete. Si te engañaron es porque ya no le gustás más a la que era tu mujer. Si te engañaron andate de tu casa. No mates. Del crimen no se vuelve, del desamor, sí”.