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“La Arquitectura se preocupa por la estética, la Ingeniería por la seguridad”

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Prensa FIO

El rascacielos más alto, la torre más torcida, el puente más largo, el edificio más exótico, el techo más inclinado. Son muchas las ciudades del mundo que tienen o están construyendo obras que desafían los límites estructurales, y que alientan el debate sobre la estética, la vanidad, lo simbólico, y la ética, la confiabilidad, y el riesgo.

El proyecto y diseño de grandes estructuras puede resultar un dolor de cabeza para el ingeniero encargado de construirlas. Porque las formas libres y atrevidas, la búsqueda exagerada de sensaciones, la supuesta originalidad de las obras, deben poder pasar del dibujo en un plano a la realidad. Deben contemplar límites constructivos vinculados a la seguridad, fronteras éticas sobre la pertinencia y los costos, así como los materiales para edificar formas cada vez más inéditas y caprichosas. La tendencia mundial es empujar esos límites, y ahí es donde el desafío para los constructores se agiganta.

“Yo rescato la honestidad del sistema estructural. Es necesario interpretar la esencia íntima del sistema, respetarla, aportar una solución con todo el talento, y satisfecho con la conciencia”, resume el ingeniero Massimo Majowiecki, profesor de Estructuras de la Universidad de Bolonia y Venecia de Italia, y reconocido profesional de la ingeniería civil a nivel internacional.

Majowiecki brindó este martes una conferencia en la Facultad de Ingeniería de la UNICEN, donde abordó cuestiones acerca del diseño arquitectónico y los requerimientos del proyecto estructural. Este ingeniero de padre polaco y madre italiana nació en Milán, pero realizó la escuela primaria y secundaria en el Colegio La Salle, en Córdoba. Luego regresó a Italia donde se graduó de Ingeniero Civil en la Universidad de Bolonia. Se especializa en estructuras de grandes luces, uso de nuevos materiales y tecnología para su ejecución. Entre sus más destacados proyectos se cuenta el Estadio de Ohita, en Japón, el Estadio Olímpico de Roma, el Olímpico en Módena, Atenas, Portugal. También puentes atirantados de grandes luces y edificios en altura en Italia y distintas ciudades del mundo.

Con amplia experiencia en megaproyectos, Majowiecki admite que para el diseño actual de estructuras se requiere una sintonía entre la forma y la sustancia. “Es una dinámica entre la morfología y el sistema estructural. Una que tiende a ser libre de vínculos conceptuales, y el otro que necesita de una honesta interpretación”.

Explicó que hay una búsqueda constante de obras muy atrevidas desde el diseño, una revolución de las estructuras. Pero que a veces esa originalidad, para distinguirse, atenta contra principios de confiabilidad. “Si la genialidad es vanidosa, se torna peligrosa”, sentenció.

Planteó asuntos sobre la ética de la responsabilidad que deben tenerse en cuenta en los proyectos, conocer “el porqué de la cosa”, y aceptar que “a veces se puede decir que no”. La arquitectura, graficó, “se preocupa por la estética, la forma, por la belleza, la cuestión artística. En cambio para la ingeniería la preocupación inicial es la estática, la seguridad, la confiabilidad. Primero tiene que ser la seguridad, y normalmente se piensa al final”, renegó. Y repasó ejemplos de grandes construcciones que no pudieron ser ni inauguradas, y otras que se derrumbaron en pocos años por fallas estructurales.

Desafíos

La inercia de hacer las construcciones más grandes, más largas, más altas, más encorvadas, resulta todo un desafío para los ingenieros en estructuras. Para esto deben explorar nuevos métodos constructivos, mejorar la aplicación de modelos virtuales, y considerar el empleo de nuevos materiales.

“La ciencia y la técnica de las construcciones son muy aficionadas para el cambio, pero también muy limitadas, no tenemos descubrimientos muy grandes”, reconoció el italiano. “No podemos huir de los componentes básicos de las estructuras. Hay nuevos materiales, más livianos y de altísima resistencia, como la fibra de carbono, que es lo que uno quisiera usar en el futuro. Para hacer el puente más largo del mundo habría que pasar a una fibra de carbono, porque el acero tiene un límite donde sólo puede resistirse a sí mismo. Los avances por ahora son experimentales, son muy costosos para grandes construcciones.

En Argentina o en el resto de Latinoamérica son infrecuentes las obras de formas libres, de diseño arriesgado, desafiantes para la ingeniería. Sin embargo, Majowiecki señaló que en estas latitudes los desafíos están en las dimensiones, en los nuevos materiales. También en la resolución de las novedades constructivas, de montaje, de rapidez, de tecnología aplicada. Subrayó que está el recurso humano capacitado para encarar megaproyectos, y de hecho hay argentinos trabajando por todo el mundo, aunque lo que falta en países como el nuestro son recursos económicos.

La viga es bella

En su exposición en Ingeniería, el reconocido constructor europeo admitió que “la mitad de tu alma quiere el desafío estructural para ir un paso adelante. Pero en la otra parte está la ansiedad con la posibilidad de equivocarte, de hacer cosas que están al límite de la conciencia”. Entonces “el punto de equilibrio entre estas dos cosas es muy dinámico, muy particular. Depende de la persona, del coraje, de la inteligencia, de la preparación. Esta es la revolución del momento, en el sentido de enseñar que estamos en una situación entre desafío y ansiedad. Y no tenemos todos los instrumentos necesarios para hacer las construcciones modernas, especialmente las construcciones morfológicas libres”.

“Hay que hacer las cosas para el Hombre, y no por la vanidad del que lo hace”, disparó Massimo. “No se puede devaluar el entorno con una obra, se deben respetar valores simbólicos y culturales. No hay necesidad de hacer cosas feas porque cuestan poco, se pueden hacer lindas sin gastar una locura y sin necesidad de arruinar el paisaje. Por eso este equilibrio entre valor y costo es importantísimo, porque parte de la belleza también está en la actitud del sistema estructural”, insistió.

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